jueves, 9 de enero de 2014

El mal quiere dominar el mundo




Hoy me siento abatido, no puedo asimilar los problemas que me afligen desde hace unos días, me siento como si  alguien quisiera cerrar un círculo en torno a mí, para aislarme y rendirme, ha recurrido para ello a grandes y pequeños problemillas mezclados,  de modo que no me quede ni el más mínimo requicio por donde escapar.

Menos mal que me queda esta ventana por la que me llegan estas palabras del Papa  ante sus cardenales:
“Hoy vemos como el mal quiere dominar el mundo y es necesarrio entrar en lucha contra él. Vemos cómo lo intenta de muchos modos, con diferentes formas de violencia, pero también enmascarado como el bien para destruir las bases morales de la sociedad”.

Hace tiempo admiro a Su Santidad por su clarividencia, por su don de palabra, por hacer claro y sencillo lo que es difícil de entender; lo tengo por una nuevo Padre de la Iglesia, porque  como nadie ha sabido defender la fe frente al ateísmo y el relativismo  derivados del racionalismo, y nos ha facilitado la recuperación de  la alianza entre la fe y la razón para avanzar con seguridad en el camino del conocimiento y el progreso humanos.

Pero el mal está muy extendido, viene obrando desde hace demasiado tiempo y somos muchos los que le hemos permitido instalarse en nosotros mismos, hemos vivido muchos con una vela a Dios y otra al diablo, por eso de caer bien, por probar esto y aquello; nos rebelamos contra los padres y ya no hemos parado hasta exigir al estado nuestros derechos individuales, porque queremos vivir como nos apetezca.

Pero me temo que no sabemos bien lo que queremos, la anarquía se ha implantado y ha convertido esta aldea global en un babel moderno, nadie se entiende con nadie y muchos ni a sí mismos, parece que no hay argamasa capaz de unir a esta sociedad para que se salve, las ideologías nos dividen más que nunca, y el bien común, logrado con tantos esfuerzo en el pasado, es dilapidado.


Menos mal que aún quedan resistentes, y cada vez son más los que se de adhieren voluntariamente a regenerar la sociedad, a sacrificar parte de su vida en beneficio del bien común, a trabajar por la tolerancia y el respeto a los valores que hacen a los hombres más humanos, más humildes, sencillos, así podemos mirar al futuro con esperanza.

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