jueves, 9 de enero de 2014

El don prodigioso de la vida



Cada hombre es una experiencia de vida diferente, la vida una energía inasible, imposible de encerrar en un cuerpo material y mortal, tira y tira de cada uno, llevándolos por caminos diferentes; aunque partan de las mismas circunstancias, las respuestas son infinitamente variadas. Por muchas que sean las dificultades el hombre vive y revive incluso y busca nuevas experiencias  apasionadamente, una carrera sin pausa y sin control a veces y otras una carrera controlada, de atleta, con cronómetro y todo, pero  el final de la carrera, es igual para todos y a todos nos sorprende,  unos no  quieren morir  y otros pensamos que no  morimos, que solo cambiamos de estado, para gozar de una felicidad  sin fin,  gracias a Dios.

Digo esto porque hoy he tenido una conversación verdaderamente apasionante con un “usuario” inusual, una conversación en la que han intervenido a partes iguales la lengua, los gestos, las miradas y la intuición, pues E. es búlgaro y no domina el español. Qué lejos  y cuánto tiempo ha necesitado para hacer balance de su vida, pero  ha merecido la pena el esfuerzo pues es hoy plenamente consciente de dos cosas muy importantes para él: que su familia ha hecho mucho por él,  que cuando llegó era un joven orgulloso y se creía el mejor en todo, pero en Betel ha aprendido la humildad y a amar la vida tranquila y sencilla, por lo que se siente hoy más feliz, es capaz de reír  y de disfrutar de la vida; aunque a veces le asalte la tristeza.

E. proviene de una familia media en Bulgaria, tiene cuatro hermanos allí trabajando, él no terminó los estudios superiores por culpa de la droga. Sus padres se preocuparon por él y toda su familia le ayudó a superar el problema,  pero los centros de rahabilitación en Bulgaria son meros barracones o almacenes, sin ninguna atención psicológica ni médica. Por este motivo sus padres deciden internarlo en  Málaga y aquí ha estado dos años, sin saber español, y teniendo que aceptar una disciplina y unos métodos que no era capaz de asimilar. Salió una semana cuando llevaba año y medio, engañado por un migo con una falsa promesa de trabajo; se sintió enormemte frustrado y desengañado al comprobar que  en realidad era un falso amigo que se aprovechó de él pues sólo quería su compañía y que le ayudara a pagar el alquiler del piso. Inmediatamente volvió al centro donde ha estado otro año y pico, hasta que hace una semana salió definitivamente, pero por su cuenta.

 Ha permanecido una semana en el albergue y ahora al  terminársele el tiempo de estancia en el albergue debe enfrentarse a una realidad que desconoce, solo, y sin haber logrado la rehabilitación de manera segura. Con la ayuda de la trabajadora social  va en busca de un albergue cercano para decidir si vuelve al centro, si se pone a buscar trabajo, o si decide ingresar en otro centro con todo tipo de ayudas, para asegurar la rehabilitación.

 Al preguntarle yo si no querría volver a Bulgaria me contestó que su madre le ha dicho que allí no hay trabajo, que todo está muy mal, que se quede mejor aquí; pero, no es por esto por lo que realmente no quiere volver, me dijo muy claramente que él quería demostrarse a sí mismo primero y a los suyos después que era una  persona nueva, que era capaz de trabajar como el que más,  no quiere volver con las manos vacías.

Un gesto muy noble por su parte.  En varios momentos tenía ante mi la imagen del hijo pródigo,  que quería volver derrotado a la casa de su padre, pero no, quería volver convertido en un hombre de provecho para demostrarles su agradecimiento por tanto como hicieron por él.  Ojalá tenga suerte y logre su  objetivo.


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