Cada hombre es una
experiencia de vida diferente, la vida una energía inasible, imposible de
encerrar en un cuerpo material y mortal, tira y tira de cada uno, llevándolos
por caminos diferentes; aunque partan de las mismas circunstancias, las
respuestas son infinitamente variadas. Por muchas que sean las dificultades el
hombre vive y revive incluso y busca nuevas experiencias apasionadamente, una carrera sin pausa y sin
control a veces y otras una carrera controlada, de atleta, con cronómetro y
todo, pero el final de la carrera, es
igual para todos y a todos nos sorprende,
unos no quieren morir y otros pensamos que no morimos, que solo cambiamos de estado, para gozar
de una felicidad sin fin, gracias a Dios.
Digo esto porque hoy
he tenido una conversación verdaderamente apasionante con un “usuario” inusual,
una conversación en la que han intervenido a partes iguales la lengua, los
gestos, las miradas y la intuición, pues E. es búlgaro y no domina el español.
Qué lejos y cuánto tiempo ha necesitado
para hacer balance de su vida, pero ha
merecido la pena el esfuerzo pues es hoy plenamente consciente de dos cosas muy
importantes para él: que su familia ha hecho mucho por él, que cuando llegó era un joven orgulloso y se
creía el mejor en todo, pero en Betel ha aprendido la humildad y a amar la vida
tranquila y sencilla, por lo que se siente hoy más feliz, es capaz de reír y de disfrutar de la vida; aunque a veces le
asalte la tristeza.
E. proviene de una
familia media en Bulgaria, tiene cuatro hermanos allí trabajando, él no terminó
los estudios superiores por culpa de la droga. Sus padres se preocuparon por él
y toda su familia le ayudó a superar el problema, pero los centros de rahabilitación en
Bulgaria son meros barracones o almacenes, sin ninguna atención psicológica ni
médica. Por este motivo sus padres deciden internarlo en Málaga y aquí ha estado dos años, sin saber
español, y teniendo que aceptar una disciplina y unos métodos que no era capaz
de asimilar. Salió una semana cuando llevaba año y medio, engañado por un migo
con una falsa promesa de trabajo; se sintió enormemte frustrado y desengañado
al comprobar que en realidad era un
falso amigo que se aprovechó de él pues sólo quería su compañía y que le
ayudara a pagar el alquiler del piso. Inmediatamente volvió al centro donde ha
estado otro año y pico, hasta que hace una semana salió definitivamente, pero
por su cuenta.
Ha permanecido una semana en el albergue y
ahora al terminársele el tiempo de
estancia en el albergue debe enfrentarse a una realidad que desconoce, solo, y
sin haber logrado la rehabilitación de manera segura. Con la ayuda de la
trabajadora social va en busca de un
albergue cercano para decidir si vuelve al centro, si se pone a buscar trabajo,
o si decide ingresar en otro centro con todo tipo de ayudas, para asegurar la
rehabilitación.
Al preguntarle yo si no querría volver a
Bulgaria me contestó que su madre le ha dicho que allí no hay trabajo, que todo
está muy mal, que se quede mejor aquí; pero, no es por esto por lo que
realmente no quiere volver, me dijo muy claramente que él quería demostrarse a
sí mismo primero y a los suyos después que era una persona nueva, que era capaz de trabajar como
el que más, no quiere volver con las
manos vacías.
Un gesto muy noble por su parte. En varios momentos tenía ante mi la imagen
del hijo pródigo, que quería volver
derrotado a la casa de su padre, pero no, quería volver convertido en un hombre
de provecho para demostrarles su agradecimiento por tanto como hicieron por
él. Ojalá tenga suerte y logre su objetivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario