jueves, 9 de enero de 2014

El Buscador búlgaro



Cada día que pasa, por muchas que sean las personas que vienen a pedir ayuda, ninguna se repite,  ningún ser humano es igual a otro, es un milagro, no los hacen iguales ni las mismas circunstancias, ni las ideologías, ni las creencias, cada uno responde de una manera diferente y cada uno entiende los grandes temas a su manera.

D. me ha proporcionado una gran sorpresa hoy. Ya había estado por la mañana, más temprano, pero hoy hubo mucha demanda y poco tiempo para nuestras charlas, por eso yo a penas había hablado con él, además, como era su primera visita  se limitaba a escuchar otras conversaciones de los más veteranos. A pesar del cansancio acumulado y de la hora, las dos de la tarde cuando volvió por la oficina, iniciamos una conversación que fue adquiriendo un tono más y más elevado, primero comenzamos  alabando el nivel de español que tenía D., y sobre todo su pronunciación tan clara. Estábamos  hablando cuando llegó sobre el cerebro, la evolución, los libros y entonces él  dio un giro a la conversación cuando  afirmó  que hacía años que no leía un libro, pero que ahora estaba “enganchado” a  Marco Aurelio, y  que estaba muy contento de haberlo descubierto, porque le está ayudando mucho a entender la vida. De todos modos nos aclaró que él nunca había perdido el control de su vida por el alcohol o las drogas.

Ni qué decir tiene la profundidad que alcanzó la conversación a partir de ese momento, hablamos del tipo de libros que nos gustaban, de los inventos y los precursores de los  inventos, de la capacidad de conocimiento que poseemos los humanos, etc., etc. Todo esto intercalado con aportaciones de aspectos de la vida de cada uno de los circunstantes. D., ya confiado y animado con el nivel de la charla, nos confesó que él vivía feliz con su pareja en Bulgaria, desde muy joven, pero atraído por el brillo de una estrella viajera y el afecto familiar que se había trasladado a Málaga, decidió salir de Bulgaria y conocer el mundo, para lo cual tuvo que dejar también a su querida compañera.

Llegados a este punto D. quiso darnos aún una explicación más amplia de por qué se encontraba aquí. Según nos dice él siempre ha tenido en su vida una estrella que le ha conducido por caminos equivocados, yo supongo que se refería a esa frase tan popular de tener mala estrella. Yo en cambio me atreví a sugerirle que a mí me parecía que estaba buscando algo importante, que es alguien que no se conforma con una vida fácil. Apreció mi observación y repitió para sí. “un buscador, eso es, un buscador” incluso se sonrió.  Hasta ahora, efectivamente, esas estrellas lo han llevado por caminos equivocados porque son estrellas falsas o meros espejismos, que reflejan una luz todavía lejana pero que existe en alguna parte, es esa estrella que tiene luz propia porque es verdadera y bella y en ella se encuentra la felicidad, que algún día alcanzará si persevera  en su búsqueda y sigue aprovechando tan bien la enseñanza de cada experiencia vivida. No me cabe duda porque se comporta ya como un auténtico estoico, como un discípulo aventajado del mismísimo Marco Aurelio.

Un discípulo aventajado porque desde muy joven vivió con su pareja y disfrutó del amor, según nos dijo. No rompió la relación sino que se dejó seducir por esa estrella que se le aparece en ocasiones y le cambia la vida radicalmente, y se fue a ver mundo. Ha estado ya  en las antípodas, antes de venir a España pasó por Australia, de la que no guarda muy buen recuerdo. Nos cuenta de manera magistral, casi palpable, lo que es sentirse solo; nos dijo que dormía en un enorme estadio, al aire libre, solo, y podía oír el ruido insoportable del silencio, que no lo dejaba dormir; se sintió solo en medio de un silencio aplastante. No pudo soportar más tiempo aquella experiencia y siguió otra vez la estrella que le trajo junto a su familia en Málaga. Pero la familia en estos tiempos no acoge a todos sus miembros, muchas veces porque no puede, porque carece de los medios necesarios y porque falta trabajo, no queda otro remedio que salir de casa, que emigrar si fuera necesario.

Ahora mismo la vida de D. me hace pensar en una tragedia, D. parece un personaje de tragedia griega que es  sacado de su paraíso particular mediante una estrella seductora para hacerle recorrer el mundo en busca de otros paraísos que, como espejismos, se alejan cada vez más de su camino. Suerte ha tenido de encontrar un maestro como Marco Aurelio, que le enseña a hacerse dueño de su vida y le impide convertirse en una mera marioneta de un destino sin tino y sin  sentido.

Mucha suerte, y sobre todo mucha fortaleza de ánimo para encarar la vida y seguir  buscando  con acierto tu verdadero destino, que nada es por casualidad, D.



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