Cada día que pasa, por muchas que sean las
personas que vienen a pedir ayuda, ninguna se repite, ningún ser humano es igual a otro, es un
milagro, no los hacen iguales ni las mismas circunstancias, ni las ideologías,
ni las creencias, cada uno responde de una manera diferente y cada uno entiende
los grandes temas a su manera.
D. me ha proporcionado una gran sorpresa
hoy. Ya había estado por la mañana, más temprano, pero hoy hubo mucha demanda y
poco tiempo para nuestras charlas, por eso yo a penas había hablado con él,
además, como era su primera visita se
limitaba a escuchar otras conversaciones de los más veteranos. A pesar del
cansancio acumulado y de la hora, las dos de la tarde cuando volvió por la
oficina, iniciamos una conversación que fue adquiriendo un tono más y más
elevado, primero comenzamos alabando el
nivel de español que tenía D., y sobre todo su pronunciación tan clara.
Estábamos hablando cuando llegó sobre el
cerebro, la evolución, los libros y entonces él
dio un giro a la conversación cuando
afirmó que hacía años que no leía
un libro, pero que ahora estaba “enganchado” a
Marco Aurelio, y que estaba muy
contento de haberlo descubierto, porque le está ayudando mucho a entender la
vida. De todos modos nos aclaró que él nunca había perdido el control de su
vida por el alcohol o las drogas.
Ni qué decir tiene la profundidad que
alcanzó la conversación a partir de ese momento, hablamos del tipo de libros
que nos gustaban, de los inventos y los precursores de los inventos, de la capacidad de conocimiento que
poseemos los humanos, etc., etc. Todo esto intercalado con aportaciones de
aspectos de la vida de cada uno de los circunstantes. D., ya confiado y animado
con el nivel de la charla, nos confesó que él vivía feliz con su pareja en
Bulgaria, desde muy joven, pero atraído por el brillo de una estrella viajera y
el afecto familiar que se había trasladado a Málaga, decidió salir de Bulgaria
y conocer el mundo, para lo cual tuvo que dejar también a su querida compañera.
Llegados a este punto D. quiso darnos aún
una explicación más amplia de por qué se encontraba aquí. Según nos dice él
siempre ha tenido en su vida una estrella que le ha conducido por caminos
equivocados, yo supongo que se refería a esa frase tan popular de tener mala
estrella. Yo en cambio me atreví a sugerirle que a mí me parecía que estaba
buscando algo importante, que es alguien que no se conforma con una vida fácil.
Apreció mi observación y repitió para sí. “un buscador, eso es, un buscador” incluso
se sonrió. Hasta ahora, efectivamente,
esas estrellas lo han llevado por caminos equivocados porque son estrellas
falsas o meros espejismos, que reflejan una luz todavía lejana pero que existe
en alguna parte, es esa estrella que tiene luz propia porque es verdadera y
bella y en ella se encuentra la felicidad, que algún día alcanzará si
persevera en su búsqueda y sigue
aprovechando tan bien la enseñanza de cada experiencia vivida. No me cabe duda
porque se comporta ya como un auténtico estoico, como un discípulo aventajado
del mismísimo Marco Aurelio.
Un discípulo aventajado porque desde muy
joven vivió con su pareja y disfrutó del amor, según nos dijo. No rompió la
relación sino que se dejó seducir por esa estrella que se le aparece en
ocasiones y le cambia la vida radicalmente, y se fue a ver mundo. Ha estado
ya en las antípodas, antes de venir a
España pasó por Australia, de la que no guarda muy buen recuerdo. Nos cuenta de
manera magistral, casi palpable, lo que es sentirse solo; nos dijo que dormía
en un enorme estadio, al aire libre, solo, y podía oír el ruido insoportable
del silencio, que no lo dejaba dormir; se sintió solo en medio de un silencio
aplastante. No pudo soportar más tiempo aquella experiencia y siguió otra vez
la estrella que le trajo junto a su familia en Málaga. Pero la familia en estos
tiempos no acoge a todos sus miembros, muchas veces porque no puede, porque
carece de los medios necesarios y porque falta trabajo, no queda otro remedio
que salir de casa, que emigrar si fuera necesario.
Ahora mismo la vida de D. me hace pensar en
una tragedia, D. parece un personaje de tragedia griega que es sacado de su paraíso particular mediante una
estrella seductora para hacerle recorrer el mundo en busca de otros paraísos
que, como espejismos, se alejan cada vez más de su camino. Suerte ha tenido de
encontrar un maestro como Marco Aurelio, que le enseña a hacerse dueño de su
vida y le impide convertirse en una mera marioneta de un destino sin tino y
sin sentido.
Mucha suerte, y sobre todo mucha fortaleza
de ánimo para encarar la vida y seguir
buscando con acierto tu verdadero
destino, que nada es por casualidad, D.
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