jueves, 9 de enero de 2014

Confusión



Hoy toca reflejar la decepción, el golpe bajo, el desengaño; pero, tampoco es eso, porque sería exigir a alguien  un control sobre sí mismo para el que no está preparado. ¿Quién tiene el control absoluto sobre sus prontos, sus debilidades y lapsus mentales, que lo deprimen o lo irritan, a veces sin venir a cuento y otras como consecuencia de una tensión larvada por la terquedad de unas circunstancias adversas?

Para ser consecuente con mis propias palabras: ¡Dios me libre de juzgar!, la ley juzgará y sentenciará una pena ajustada a la falta, pero siempre queda la persona, en este caso con necesidad de comprensión, de perdón, de confianza y de esperanza. Y me atengo también a otra frase que he descubierto no hace mucho: “a veces nos toca ver llevar la cruz a otro sin poder ayudarle”. Pero se pude acompañar, mordiéndose la lengua, conteniendo las lágrimas, mostrando firmeza ante quien se siente derrumbado, indigno, para que tenga donde agarrarse, para que no se sienta tan solo.

Es un gran papel, desde luego, un actor no tiene problema, pero una persona corriente, que no está interpretando sino tratando con personas de carne y hueso y muy zarandeada, cómo puede interpretar con serenidad, cómo puede ofrecer su ayuda sin humillar al que está abatido o avergonzado.

Así creo que debe sentirse mi amigo X. por lo que puede haber sucedido si es cierta la noticia que me han dado esta mañana, se trata de un traspiés serio, de un error grave, pero también de un delito. No quiero adelantarme, porque también cabe la posibilidad de que sea el débil el que abuse con una falsa acusación, provocando en el acusado desconcierto cuando menos y cargándole a la espalda una mala fama de la que le será difícil librarse.

 A veces nos creemos tan seguros que nos puede el deseo y no vemos los peligros, o mejor las consecuencias. No estamos del todo preparados para resistir, y preferimos disfrutar un poco aún a costa de otra persona más débil, pero, “Dios proteje la inocencia”; yo no sé de donde saqué esta frase que utilizaba para decir que un amigo mío de la infancia tenía mucha suerte, pues tenía buen coche, iba a todas partes y nunca tenía un accidente, con lo mal que conducía; es lo mismo en este caso, la persona débil, con su llanto acusa al fuerte porque ha abusado de ella. Eso entiendo yo al decir que “Dios proteje la inocencia” o al débil, es lo mismo que decir que la verdad siempre se abre paso y de poco vale que intentemos disfrazarla u ocultarla, sea para provecho personal, sea como táctica  a nivel social y político.

 En muchas ocasiones tenemos que cometer un error muy grande para detener una conducta equivocada y persistente, de ese modo nos damos cuenta de nuestro error o de nuestra injusticia, si lo que hacemos perjudica a otros. Espero que sea este el caso, que el error permita la recuperación definitiva,  y conduzca a mi amigo, pues así lo seguiré considerando en la desgracia, a una vida en paz consigo  mismo y con los demás.

Aún cabe la esperanza de que sea una falsa acusación. En todo caso el suceso nos puede hacer reflexionar y evitar  situaciones parecidas en nuestra vida.


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