Hoy toca reflejar la
decepción, el golpe bajo, el desengaño; pero, tampoco es eso, porque sería
exigir a alguien un control sobre sí
mismo para el que no está preparado. ¿Quién tiene el control absoluto sobre sus
prontos, sus debilidades y lapsus mentales, que lo deprimen o lo irritan, a
veces sin venir a cuento y otras como consecuencia de una tensión larvada por
la terquedad de unas circunstancias adversas?
Para ser consecuente
con mis propias palabras: ¡Dios me libre de juzgar!, la ley juzgará y
sentenciará una pena ajustada a la falta, pero siempre queda la persona, en
este caso con necesidad de comprensión, de perdón, de confianza y de esperanza.
Y me atengo también a otra frase que he descubierto no hace mucho: “a veces nos
toca ver llevar la cruz a otro sin poder ayudarle”. Pero se pude acompañar,
mordiéndose la lengua, conteniendo las lágrimas, mostrando firmeza ante quien
se siente derrumbado, indigno, para que tenga donde agarrarse, para que no se
sienta tan solo.
Es un gran papel,
desde luego, un actor no tiene problema, pero una persona corriente, que no
está interpretando sino tratando con personas de carne y hueso y muy
zarandeada, cómo puede interpretar con serenidad, cómo puede ofrecer su ayuda
sin humillar al que está abatido o avergonzado.
Así creo que debe
sentirse mi amigo X. por lo que puede haber sucedido si es cierta la noticia
que me han dado esta mañana, se trata de un traspiés serio, de un error grave,
pero también de un delito. No quiero adelantarme, porque también cabe la
posibilidad de que sea el débil el que abuse con una falsa acusación,
provocando en el acusado desconcierto cuando menos y cargándole a la espalda
una mala fama de la que le será difícil librarse.
A veces nos creemos tan seguros que nos puede
el deseo y no vemos los peligros, o mejor las consecuencias. No estamos del
todo preparados para resistir, y preferimos disfrutar un poco aún a costa de
otra persona más débil, pero, “Dios proteje la inocencia”; yo no sé de donde
saqué esta frase que utilizaba para decir que un amigo mío de la infancia tenía
mucha suerte, pues tenía buen coche, iba a todas partes y nunca tenía un
accidente, con lo mal que conducía; es lo mismo en este caso, la persona débil,
con su llanto acusa al fuerte porque ha abusado de ella. Eso entiendo yo al
decir que “Dios proteje la inocencia” o al débil, es lo mismo que decir que la
verdad siempre se abre paso y de poco vale que intentemos disfrazarla u
ocultarla, sea para provecho personal, sea como táctica a nivel social y político.
En muchas ocasiones tenemos que cometer un
error muy grande para detener una conducta equivocada y persistente, de ese
modo nos damos cuenta de nuestro error o de nuestra injusticia, si lo que
hacemos perjudica a otros. Espero que sea este el caso, que el error permita la
recuperación definitiva, y conduzca a mi
amigo, pues así lo seguiré considerando en la desgracia, a una vida en paz
consigo mismo y con los demás.
Aún cabe la
esperanza de que sea una falsa acusación. En todo caso el suceso nos puede
hacer reflexionar y evitar situaciones
parecidas en nuestra vida.
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