Es
más que una simple anécdota y es emocionante. Una buena madre, marroquí, que
hace unos meses llegó hasta nosotros en situación bastante delicada, hoy vuelve
agradecida a vernos y a comentarnos sus problemas por si le podemos echar una
mano. Es una madre abandonada por el marido, español y cristiano, o mejor,
expulsada de la casa, y suplantada por una amante, después de veinte años de
convivencia y haber tenido un hijo con su marido. Pero, es que el hijo es uno
de esos niños que nace con una enfermedad rara, que requiere toda la atención y
mucho cariño, y al padre eso no le agradaba, empezando a mostrar su
distanciamiento hasta expulsarlos de la casa al cabo de veinte años.
Con
estos antecedentes se puede entender la emoción que me produjo escucharle la
siguiente confesión, que un día, en misa, ella no se contuvo y se acercó a
comulgar. Ante nuestra sorpresa ella se queda un poco extrañada, pero yo le
pregunto inmediatamente qué le impulsó a tomar esa decisión. Entonces ella me dijo
que se encontraba muy deprimida y que entró en la Iglesia al ver a la gente
entrar a rezar, entró pensando encontrar alivio a su dolor; luego, al ver que
la gente se acercaba a comulgar, se acercó ella también para comprobar
a qué sabría la Hostia, y no sólo eso, quería comprobar qué se sentía.
Todavía
insistía yo con mi admiración por su decisión, a mí me parecía un caso similar
a la madre del evangelio que se acerca a Jesús para que cure a su hija, o al
centurión, y ella continuó regalándome más razones por las que había ido a
comulgar. En el colegio donde estudiaba el chico, no recuerdo bien por qué
motivo a ella le había impresionado profundamente la imagen de la virgen
dolorosa al pie de la cruz, cuánto debió sufrir esa mujer viendo a su Hijo sufrir
de aquella manera, me decía. Esta imagen le había ayudado a entender y a
sobrellevar su dolor. Impresionante, sencillamente impresionante, cómo Dios
habla de mil maneras en todo tiempo y a todas las personas. Esta mujer fue a
comulgar y seguramente no habrá sido en vano, porque Dios actúa sin ser notado
muchas veces. Yo me alegro enormemente de haber estado hoy aquí para escuchar
esta confesión, y me alegro de que N. se acercara a comulgar, lo hizo
respetuosamente y Dios se lo permitió, y sólo el puede juzgar.
Recuerdo
también otro detalle de la conversación cuando nos recordaba lo mal que lo
había pasado al llegar aquí, se quejaba de que no había encontrado ayuda
ninguna entre las personas de su nacionalidad, entre personas que ya estaban
asentadas aquí y le podían haber echado una mano cuando llegó tan agobiada,
enferma y con un hijo necesitado de ayuda permanente. En cambio había recibido
más ayuda de otras personas, poniendo de ejemplo a las trabajadoras sociales, y
también nos manifiesta a nosotros su agradecimiento por nuestra acogida.
Siguió
un pequeño debate entre los presentes a cerca de las razones que pudieran tener
aquellas personas que le negaron la ayuda. Quizá se deba a que aquí los
extranjeros están más inseguros y temen quedarse ellos sin recursos de un
momento a otro. O sea quizá una cuestión de cultura y mentalidad, en cambio en
nuestra cultura la ayuda a los desfavorecidos de la fortuna es tan antigua como
el cristianismo, la asistencia a las viudas y a los pobres forma parte de la vida
cotidiana de la iglesia desde los primeros cristianos, en la edad Media y
posteriormente surgieron los hospitales, y modernamente Cáritas.
Y
como todos sabemos, la esencia de cáritas es el amor de Dios por todos sus
hijos, especialmente los más necesitados; cáritas es, también, la favorita de
la sociedad entre las instituciones de la Iglesia , todo el mundo la conoce. No
se la aprecia por los voluntarios, que no siempre lo hacemos como es debido,
sino porque la idea de Cáritas en sí misma es una maravilla, la maravilla de
Dios que nos crea, nos cuida y nos espera de vuelta a casa cargados de buenas
acciones, habiendo aprovechado bien los talentos que nos dio al nacer para
negociar con la vida; por eso a unos les da una cantidad, a otros otra, según tengamos
que desenvolvernos en una vida más o menos complicada o azarosa, en todo caso
él no nos va a fallar.
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