También hoy llegó a última hora una mujer de aspecto normal,
aunque con cara de preocupación y cansancio, enviada desde los servicios
sociales. Poco pude hablar con ella porque no tenía ganas de hablar y menos de
explicarme a mí los motivos de su presencia en una oficina como esta, sólo me
dijo una frase muy corta acompañada de un gesto más expresivo, que se puede
resumir en “he tomado una mala decisión y de manera precipitada”.
Tres días lleva en San Fernando porque ella procede de aquí,
pero no tiene familia ni amigos ya que lleva casi toda su vida fuera, muy lejos, en
el norte de España. Allí dejó a un hermano con el que vivía porque le pareció
lo mejor para él; quizá ella buscaba algo que le faltaba o se le escapaba, ni
ella misma lo sabe. Por eso ha decidido, preocupada, volver con su hermano, al comprobar por una
llamada de teléfono que se había quedado muy triste.
Es una historia muy humana, muy sencilla, casi anónima si no
hubiera sido por las circunstancias concretas e inesperadas en las que se
encuentra hoy esta mujer. Se le acabó el dinero antes del día de cobro, y no
puede volver. Había incluso pedido un anticipo en su banco, la caixa, antes de venir, para dejarle a su hermano algún
dinero ya que él no tiene paga, aunque padece alguna discapacidad.
Después de hablar con su hermano, éste le ingresa en el
mismo banco la mayor parte del dinero que le había prestado para que su hermana
pudiera regresar a casa. Allí le dijeron que su hermana podría disponer del
dinero en pocos minutos. La acompañé al banco porque no sabía donde estaba,
pero se complicaron las cosas, tanto que cerraron el banco con nosotros dentro
esperando la autorización para que la mujer pudiera retirar su dinero. Bueno,
no importa, al menos tendría la solución a su problema. Por fin la llaman para
decirle que no le pueden dar el dinero porque al haber pedido un anticipo superior
al ingreso de su hermano le habían bloqueado la cuenta porque no tenía saldo.
Hace pocos días llamaba voraces a los bancos, son algo más,
son radicalmente inhumanos, sólo saben hacer dinero aunque sea a costa de
arrancar unos euros a las pensiones mínimas, como son muchas ellos deben sacar
buena tajada. ¿No le habían dado un anticipo? Pues será sobre la pensión del
mes siguiente, no sobre un ingreso extra para una necesidad concreta. El
empleado, el director no tienen capacidad para decidir una operación tan humana
y sencilla como sería facilitarle el dinero para el viaje; hemos admitido la
dictadura de los ordenadores y no hay quien se rebele, nadie se atreve a tomar
una decisión a favor de un cliente en apuros.
Yo me sentí muy mal por no haber intervenido en el banco a
favor de esta pobre mujer, por discreción o no hacerla de menos a ella. Pero me
alegro que mi compañera, la trabajadora social de cáritas, le haya facilitado
la pensión hasta que llegue el día del cobro, seguro que la mujer paga gustosa
el favor que le hemos hecho entre todos, y descansará tranquila unos días de la
humillación sufrida en el banco y de no tener que tirar de la maleta de un lado
a otro, y sobre todo con la ilusión de volver a cuidar a su hermano que la
necesita.
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