“LLENOS DE MISERICORDIA
PARA SOCORRER AL NECESITADO”
1.- La voz
de Dios en el grito silencioso de los parados
El paro,
«cáncer terrible de nuestra sociedad», no es un mal cualquiera, porque, además del hambre y de la
miseria, de las humillaciones y frustraciones, de las crisis familiares, o de
las desesperanzas que produce, hiere a nuestros hermanos en lo más profundo de
su dignidad humana. Sienten que se les ha despojado de su dignidad al verse
privados de un trabajo con una cierta estabilidad con el que desarrollar su
vida, sus capacidades, formar una familia, construir algo bello.
No se puede negar que factores técnicos son
causa del paro.
Pero también lo es en una gran medida la falta
de solidaridad en nuestras sociedades.
El paro es el fruto de
un orden de cosas que hace de lo económico el valor supremo, un dios.(…)
Con frecuencia
prevalece la indiferencia o el desinterés, que nacen del egoísmo, encubierto
bajo la apariencia del respeto por la «esfera privada». También hoy resuena con
fuerza la voz del Señor que nos llama a
cada uno de nosotros a hacernos cargo del otro. Hoy Dios nos sigue pidiendo
que seamos «guardianes» de nuestros hermanos.
El paro juzga a una
sociedad como la nuestra.
2.- La
respuesta de Dios: nuestra caridad
La caridad es el amor de
Cristo acogido y vivido por nosotros, discípulos del señor, que crea
necesariamente una cultura nueva. De ella nacen las acciones caritativas y el
verdadero desarrollo.
Los que conocemos la
caridad de Cristo estamos llamados a un
servicio constructivo que genera un progreso verdaderamente humano, que
reclama la centralidad de la persona, de su razón y su libertad, ordenando
rectamente las realidades humanas.
La comunidad humana
puede ser organizada por nosotros mismos, pero nunca podrá ser sólo con sus propias
fuerzas una comunidad plenamente fraterna ni aspirar a superar las
fronteras, o convertirse en una comunidad universal.
Es evidente que este
amor exigente reclama, primero de todo, nuestra conversión personal, que ha de
renovar un gran “sí” al amor sin reduccionismo, superando el pecado de egoísmo
y la banalización.
Solamente este amor
consecuente y gratuito puede hacerse responsable del mundo y favorecer el bien social, el orden justo que respeta la familia, la
vida, el trabajo, etc. porque ama a cada uno como el señor nos amó.
3.-
Propuestas concretas
1.- La
confesión de los pecados, fuente de misericordia
Este sacramento no sólo
da el perdón sino que también propicia el crecimiento de la caridad y la paz. Un
amor que corrige nuestro egoísmo y una paz que se hace extensiva.
2.- La caridad
comunitaria organizada
Nuestra conversión debe
expresarse en actos concretos de amor, de penitencia y de reparación,
individuales y comunitarios.
Comunitariamente
os propongo poner en práctica las conclusiones de la IV Asamblea de Cáritas que
tuvo lugar recientemente en Benalup-Casas Viejas: apoyar
a las familias con problemas y ofrecer
la gran experiencia de la Iglesia Familia, donde todos tenemos un lugar.
Debemos
intentar que cada Cáritas parroquial sea la expresión y el reflejo de la
comunidad cristiana que ama y responde organizadamente a las necesidades más
próximas con la comunicación cristiana de todos.
3.- Una
aportación personal
Os propongo una bella
tradición que he encontrado entre vosotros al llegar a nuestra querida
diócesis. Desde el Miércoles de Ceniza se reparte en las parroquias una hucha a
cada fiel de modo que durante toda la Cuaresma pueda ir acumulando el fruto de
sus ayunos y privaciones y darlo, juntos, como ofrenda, el jueves santo, día del
amor fraterno.
Deseo mucho que esta
carta os ayude a caminar en esta Cuaresma hacia la celebración del Misterio
Pascual que cada año vuelve a renovar la gracia bautismal que dentro de
nosotros nos capacita para vivir como auténticos hijos de Dios y amar con la
misma fuerza que Cristo, con la fuerza de su Espíritu santo.
Invoco sobre todos
vosotros la protección de Nuestra Madre y os bendigo de todo corazón.
Vuestro Obispo y
Pastor,
+Rafael Zornoza Boy,
Obispo de Cádiz y Ceuta
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