Ya he hablado de una “niña grande” que nos dio una lección
de humanidad y bondad, Hoy pude conocer muchos datos que a cualquiera le dejarían
anonadado, y si le quedara aún algo de aliento, daría gracias a Dios por ella y
porque no es uno mismo el que pasó por tales pruebas.
En esta historia tiene una participación extraordinaria una
asociación religiosa, “los A, de C.”, no los he encontrado ni en Internet,
estos sí que cumplen a rajatabla la máxima evangélica: “que tu mano derecha no
sepa lo hace la izquierda”. Digo esto porque son los responsables de que
nuestra amiga haya conseguido levantarse y rehacer en parte su vida desde la
sima donde había caído y la encontraron; y son los que la han traído a cáritas
para que Blanca le ayude a conseguir una pensión y se pueda valer por sí misma
económicamente al menos. Ella quiere “pagar” de algún modo la atención recibida
por pura caridad, por unas personas totalmente anónimas, cristianas totales.
Conserva unos destellos de inteligencia y buen gusto que
asombra, su rostro es como el de un niño, su mirada franca, sus gestos
graciosos, su sonrisa permanente, lo que da prueba de un espíritu sencillo,
bondadoso, que la mueven espontáneamente a sufrir por un cuento destrozado y
enseguida se ofrece a repararlo; y lo mismo se conmueve ante el sufrimiento
ajeno y al instante se ofrece para aliviarlo.
Esta mujer es muy inteligente, sus desgracias, ocultas o más
bien desvanecidas totalmente en la imagen que hemos visto, no han dejado la
menor huella, ella es ahora otro ser, absolutamente generoso pues da lo que ha
recibido: sostén, alivio, amor; de lo que fue le queda la inteligencia, la
gracia, el buen gusto; está muy protegida contra el mal, como bien claro nos lo
dejó otro día; nadie mejor que un niño sabe de quién puede fiarse, nadie mejor
que ellos leen la expresión de los adultos, el tono de voz, y conocen sus
intenciones, y adivinan los peligros.
Cada día creo más en los milagros, y en los ángeles, están
ahí, nadie los ve más que el que tiene ojos para verlos, nadie los nota, más que el tiene alma
para sentirlos, y nadie disfruta su compañía más que el que conserva buena
dosis de inocencia e imaginación. Por
esto decía yo el otro día que esta es una interpretación cabal de la frase del
evangelio “si no os hacéis como niños…”
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