F. lleva entre nosotros muchos meses.
Quiero resaltar que es portugués, porque así dejaremos en ridículo a los que
piensan que los portugueses no son de fiar. F., es un hombre servicial, atento,
discreto, agradecido, siempre encuentra la forma de mostrar su agradecimiento
oportunamente, como persona muy
observadora y discreta que es .
Yo creo que tiene algo de gato, que se le
han pegado las cualidades de los gatos con los que convive debajo del puente.
Es limpio, acude al Pan nuestro cada día a asearse, incluso creo que se ha
ganado “un pase especial”; es agradecido con la
comida que se ofrece en el comedor; sin mirar se entera de todo, y actúa
con una gran discreción. Igual que los gatos tienen un instinto especial para
ganarse el favor de los hombre, F. tiene la cualidad de llevarse bien con quien
le puede reportar un beneficio o
simplemente una buena compañía, en esto no es como los gatos, los gatos
son más egocéntricos, F. no lo es en absoluto, es un buen hombre y ayuda a
cualquiera. No quiere esto decir que no enseñe las uñas cuando alguien se
extralimita con él o con algún amigo; hay que ser muy valiente, por otra parte,
para vivir debajo de un puente durante meses sin tener ningún conflicto con
nadie.
Parece incluso que ronronea con su lenguaje
entre portugués y español.
Me hace gracia, por decirlo de alguna
manera, cuando me dice que tiene algunos problemas para pedir cuando le hace
falta dinero, “porque si no vas sucio y mal vestido nadie te mira”, dice
ofendido. Esto me demuestra que la sociedad de hoy es tan cínica, clasista y
desconfiada como siempre, no ha cambiado el concepto sobre los mendigos, y peor
aún la mayoría piensa que piden porque quieren, porque no quieren trabajar, que
hay sitios donde se les da cobijo y comida. Ya sé que este tema trae polémica
incluso entre los que nos dedicamos a ayudar a las personas sin hogar, pero es
una realidad terca y duradera. Dice Jesús, cuando reprochan a la Magdalena que
derroche el ungüento en sus pies : “Dejadla hacer, a los pobres los tendréis
siempre con vosotros”, ¿Se nos han olvidado estas palabras? ¿A caso queremos
ser más que Dios , o creemos que vamos a
desterrar nosotros solos el mal de este
mundo? No lo sé, pero en todo caso deberíamos ser más humildes.
F. cobra una pensión cortina y aún le da
para mandar dinero a sus hijos en Portugal, prefiere seguir viviendo solo, debajo del puente,
aguantando sus dolores de espalda, sus
momentos de melancolía (fado)y sus remordimientos por las conductas pasadas que
le han conducido a su situación presente. Me ha conmovido algunas veces por su
generosidad, su capacidad de renuncia , como cuando tenía ahorrado para
arreglarse la boca y en cambio le mandó el dinero a su hijo ante una
emergencia, “no quiero que le falta nada a él”. No sé, ni me importa la causa
por la que está aquí F., me ha dado numerosas lecciones desde que lo conozco, y
lo considero un amigo al que me gustaría
corresponderle como realmente se merece.
Digo que no sé la causa de su situación,
bueno, sé que hay por medio una separación matrimonial, que tuvo algún problema
con la droga. Cierto que alguna vez se le ve más decaído, ausente, a veces me ha dado la sensación de que se
esconde a las miradas y necesita estar
solo.
No sé por qué me trae a la memoria una
novela extraordinaria de mi admirado maestro J. Jiménez Lozano: “Ronda de
noche”, es una historia de personas marginales, que viven de lo que recogen en
la basura, y viene un día a vivir a ese barrio humilde con Claudina su hermano,
que se ha quedado en el pueblo solo. Como es un poco corto se pierde y termina
siendo raptado por unos traficantes de órganos. Terrible, a partir de aquí todo
resulta algo apocalíptico y profético. A veces tengo esa sensación cuando F.
desaparece unos días. No quiero ser agorero ni mucho menos, pero ¿cómo metía yo
este tema que siempre me ha intrigado? Y además quería yo hacer justicia a este
admirable escritor, profundo humanista, el mejor relator de la historia de las
almas sencillas y humildes, que engrandece a los más humildes de la sociedad y
a los “inocentes”, como Pacífico, el tonto del pueblo que sabe todo de todos y
al final les da una lección. Él me ha inspirado sin duda estos relatos míos, pero yo me quedo a enorme
distancia del maestro, aunque muy agradecido por su enseñanza.
Perdona F. que me haya ido por las ramas,
mi único propósito es demostrar que la dignidad de las personas no depende de
su aspecto o su situación, sino de cómo sea su alma, y tu alma demuestra ser
sensible hacia los animales, la naturaleza, los amigos, y hacia las personas en
general que dan lo mejor de sí por los demás. ¡Ánimo F., no consientas que nada
ni nadie perturbe tu alma sencilla!
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