miércoles, 8 de enero de 2014

Bajo el puente. Como un gato.



F. lleva entre nosotros muchos meses. Quiero resaltar que es portugués, porque así dejaremos en ridículo a los que piensan que los portugueses no son de fiar. F., es un hombre servicial, atento, discreto, agradecido, siempre encuentra la forma de mostrar su agradecimiento oportunamente, como  persona muy observadora y discreta que es .

Yo creo que tiene algo de gato, que se le han pegado las cualidades de los gatos con los que convive debajo del puente. Es limpio, acude al Pan nuestro cada día a asearse, incluso creo que se ha ganado “un pase especial”; es agradecido con la  comida que se ofrece en el comedor; sin mirar se entera de todo, y actúa con una gran discreción. Igual que los gatos tienen un instinto especial para ganarse el favor de los hombre, F. tiene la cualidad de llevarse bien con quien le puede reportar un beneficio o  simplemente una buena compañía, en esto no es como los gatos, los gatos son más egocéntricos, F. no lo es en absoluto, es un buen hombre y ayuda a cualquiera. No quiere esto decir que no enseñe las uñas cuando alguien se extralimita con él o con algún amigo; hay que ser muy valiente, por otra parte, para vivir debajo de un puente durante meses sin tener ningún conflicto con nadie.
Parece incluso que ronronea con su lenguaje entre portugués y español.

Me hace gracia, por decirlo de alguna manera, cuando me dice que tiene algunos problemas para pedir cuando le hace falta dinero, “porque si no vas sucio y mal vestido nadie te mira”, dice ofendido. Esto me demuestra que la sociedad de hoy es tan cínica, clasista y desconfiada como siempre, no ha cambiado el concepto sobre los mendigos, y peor aún la mayoría piensa que piden porque quieren, porque no quieren trabajar, que hay sitios donde se les da cobijo y comida. Ya sé que este tema trae polémica incluso entre los que nos dedicamos a ayudar a las personas sin hogar, pero es una realidad terca y duradera. Dice Jesús, cuando reprochan a la Magdalena que derroche el ungüento en sus pies : “Dejadla hacer, a los pobres los tendréis siempre con vosotros”, ¿Se nos han olvidado estas palabras? ¿A caso queremos ser más que Dios , o creemos  que vamos a desterrar  nosotros solos el mal de este mundo? No lo sé, pero en todo caso deberíamos ser más humildes.

F. cobra una pensión cortina y aún le da para mandar dinero a sus hijos en Portugal, prefiere  seguir viviendo solo, debajo del puente, aguantando sus  dolores de espalda, sus momentos de melancolía (fado)y sus remordimientos por las conductas pasadas que le han conducido a su situación presente. Me ha conmovido algunas veces por su generosidad, su capacidad de renuncia , como cuando tenía ahorrado para arreglarse la boca y en cambio le mandó el dinero a su hijo ante una emergencia, “no quiero que le falta nada a él”. No sé, ni me importa la causa por la que está aquí F., me ha dado numerosas lecciones desde que lo conozco, y lo considero un amigo al que  me gustaría corresponderle como realmente se merece.

Digo que no sé la causa de su situación, bueno, sé que hay por medio una separación matrimonial, que tuvo algún problema con la droga. Cierto que alguna vez se le ve más decaído, ausente,  a veces me ha dado la sensación de que se esconde a las miradas y necesita  estar solo.

No sé por qué me trae a la memoria una novela extraordinaria de mi admirado maestro J. Jiménez Lozano: “Ronda de noche”, es una historia de personas marginales, que viven de lo que recogen en la basura, y viene un día a vivir a ese barrio humilde con Claudina su hermano, que se ha quedado en el pueblo solo. Como es un poco corto se pierde y termina siendo raptado por unos traficantes de órganos. Terrible, a partir de aquí todo resulta algo apocalíptico y profético. A veces tengo esa sensación cuando F. desaparece unos días. No quiero ser agorero ni mucho menos, pero ¿cómo metía yo este tema que siempre me ha intrigado? Y además quería yo hacer justicia a este admirable escritor, profundo humanista, el mejor relator de la historia de las almas sencillas y humildes, que engrandece a los más humildes de la sociedad y a los “inocentes”, como Pacífico, el tonto del pueblo que sabe todo de todos y al final les da una lección. Él me ha inspirado sin duda  estos relatos míos, pero yo me quedo a enorme distancia del maestro, aunque muy agradecido por su enseñanza.


Perdona F. que me haya ido por las ramas, mi único propósito es demostrar que la dignidad de las personas no depende de su aspecto o su situación, sino de cómo sea su alma, y tu alma demuestra ser sensible hacia los animales, la naturaleza, los amigos, y hacia las personas en general que dan lo mejor de sí por los demás. ¡Ánimo F., no consientas que nada ni nadie  perturbe tu alma sencilla! 

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