Dando un paseo, con mi perro, recordé ciertas
situaciones que me llevaron a afirmar que los
"errores" se pagan muy
caros.
Daniel Medina Sierra |
Más o menos eso le decía a un compañero que me comentaba su
situación en un albergue para personas con alguna adicción y en exclusión social.
Le manifesté mi experiencia, no como adicto a las drogas o alcohol pues
afortunadamente no he sucumbido nunca a ese escape temporal, sino como excluido
social con una grave depresión.
Jamás en
estos cinco años y medio que llevo sufriendo la llamada exclusión social he
tomado nada para tratarla, ni psicólogos, ni medicamento alguno. Me traté a mi
mismo como he tenido que hacer toda la vida, luchar por mis propios medios.
Cada vez
que he pedido ayuda se me ha negado, cada vez que necesitaba una mano amiga me
la negaron, cada vez que confié en alguien acababa traicionándome de alguna
manera en los casos extremos, como los que estoy viviendo en la actualidad.
En una de
estas crisis depresivas me tomé una tabla de somníferos para terminar de una
vez con este sufrimiento. Lo que encontré después de dos días durmiendo fue
incomprensión, falta de tacto, y un solo amigo apoyándome e intentando entender
por que lo hice, aunque cada persona es distinta, claro esta.
Cuando estás
en esta situación, con tan pocas posibilidades de tener una vida
"normal"; no solo tienes que luchar más que nadie, no solo debes
demostrar tu valía ante las adversidades; lo peor es que no puedes volver a
caer. Si caes, es decir, cometes algún error humano, que es lógico, por ser,
precisamente, humano; es como si volvieras a empezar de cero, con el aliciente
del correspondiente error, recordado siempre que a otros le sea oportuno. No es
un fracaso del excluido social, es un fracaso de la sociedad en sí.
El
problema principal de una recaída con la depresión es, que tienes que hacer tal
esfuerzo para levantarte, tal la tensión acumulada, que cualquier minucia puede
ser el percutor de otra crisis.
Ver el
mundo con optimismo es complicado con tantas necesidades básicas sin satisfacer
pero, es la " Única forma" que hay para salir de las garras de la
pobreza y la depresión.
Lo aprendí con la práctica, no contando
teorías. Me queda mucho camino por recorrer para salir de la pobreza, otro
tanto para crear desde menos cero, ya que las deudas me van a acompañar durante
gran parte de mi vida, una situación de normalidad social y económica; pero soy
optimista, lo fui antes de la crisis, así que con una sonrisa en la cara salgo
todos, todos los días, aunque aparentemente no tenga nada por lo que sonreír.
Me debo risas, me debo sueños, me debo muchos momentos especiales, así que
empiezo pagándome a mí mismo con una sonrisa, aunque parezca tonto.
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