¿¡Es posible que hayan
cambiado tanto la cosas!? Hace un tiempo que no colaboraba directamente con
alguna cáritas parroquial. Cuando decidí colaborar en una de ellas, un cartel
en la misma puerta que da a la calle me llamó la atención, porque contiene los
anagramas de la Unión Europea y del Gobierno de España, que autorizan a este
establecimiento para distribuir alimentos entre personas necesitadas.
La verdad, no pude evitar
una sensación desagradable, que me obligó a sacudir los ojos y el cuerpo, para
darme cuenta de que no estaba viendo una visión, y que efectivamente, era el
mismo local de siempre, sólo que necesitaba una autorización para llevar a cabo
su misión, que le viene de mucho tiempo atrás, y tenía a orgullo, sano, por
supuesto, un lema muy evangélico, y por
lo mismo, discreto: “que tu mano derecha no sepa lo que hace tu mano
izquierda”, y se basaba, nada menos, que en el modelo divino: en la
Providencia, o sea, el cuidado amoroso con que Dios cuida de sus criaturas; y
si me apuran, el modelo último sería la Misericordia. ¡¿Qué tendrá esto que ver
con los papeleos y los permisos de la autoridad de turno!?
Entré a la oficina, y
traté de no mostrar mi alteración, intentando aparentar normalidad y poniendo
por delante mi deseo de integrarme en el equipo. Pero no pude por menos de ir
informándome de esos cambios, tan profundos y sutiles, con apariencia de
normalidad. Sólo escuchaba quejas del mucho papeleo, pero nadie protestaba más
allá, ni iba al fondo de la cuestión. Yo me sentía extraño, ajeno, incómodo de
verdad.
Me esforcé en continuar
sin protestar, e incomodar lo menos posible. Hasta hice una lista de acogidos
de casi cien familias con todos sus miembros adultos, para el Banco de
Alimentos, en horas extra, incluyendo el DNI y la dirección donde viven… esto
para que se sepa públicamente a cuántos y a quien se ayuda, y para controlar
cuanto reciben. Además, me dicen, hay otro papel, con los datos del
acogido, para que lo firme cuando recibe
su lote de alientos…
No me cabe en la
cabeza, ni en el corazón, que Cáritas colabore sin más, de manera oficial con
los gobiernos de turno, o por venir, que a saber qué máximas traerán... No
entiendo cómo se ha podido caer en este juego, sin haber exigido al Gobierno y
a la UE un ‘respeto’ a una institución que tiene una probada experiencia en el
servicio desinteresado a los necesitados. Pero claro, cáritas sí, la Iglesia no
tanto…
Quizá estamos cayendo
en un error tremendo, parece como si quisiéramos enmendarle la plana a Dios, y quisiéramos
acabar, con un criterio muy mundano, con
todos los males del mundo en un instante, sin tener muy en cuenta los métodos y
los móviles… sin darnos cuenta de que sólo Dios es capaz de tal prodigio, de
acabar con los males sin tener que forzar a hacerlo a quien se resiste a implantar
el reino de Dios en sus vidas, en su entorno más cercano y por expansión
graciosa y natural al mundo entero.
No entiendo, de verdad,
seré muy torpe, carca, casposo, hasta integrista, si lo prefiere alguno,
¡¡¡pero que alguien me lo explique!!!, que no es un cambio sin más, que ni la
crisis lo justifica, que si alguien tiene que asumir una gran responsabilidad
en la invasión de la sociedad con la crisis, no son cáritas o las onegs; que la
crisis lleva camino de ser estructural, como el paro, desde la primera crisis
de 1973; y que el sistema aguanta
parcheando hasta que vayan desapareciendo personas y necesidades… o ya no
aguante más y entonces…
Sólo Dios sabe lo que
ocurrirá, que es el Señor de la historia, le pese a quien le pese, y lo
entienda quien lo quiera entender, y entonces comprobaremos que sus leyes no
son las nuestras, y sus planes tampoco eran los nuestros…
No hay comentarios:
Publicar un comentario