Daniel Medina Sierra |
No
es que no tuviésemos defectos por que los había, pero esos vecinos en cierto
modo también formaban parte de la familia. Si alguno/a necesitaba huevos y
patatas para poder dar de comer a sus hijos acudían a un vecino y de lo poco
que poseyera lo ofrecía, a mi casa iban a menudo y si teníamos lo dábamos
incluso si alguien se quedaba con hambre.
Eran
otros tiempos, hoy no existe el más mínimo respeto ni empatia por el que vive a
su lado.
Como suelo escribir por algún motivo os confesaré que lo
sufro con mis propios vecinos desde que me divorcie. Barbacoas a altas horas de
la noche, fiestas interminables, niños gritando a las cuatro de la mañana y un
largo ectera. Todos los fines de semana tengo que soportar música a toda
pastilla, gente gritando, riendo, y tirando a la azotea independiente objetos.
Les
he llamado la atención más de una vez, he tenido incluso que salir de casa por
no tener conflictos a las tantas de la noche para poder despejarme.
Son
los típicos vecinos que a la mínima llaman a tu casa para quejarse, justificado
o no, pero que son incapaces de aplicarselos a ellos mismos. Hay veces que
llegaría incluso a la agresión física, a llamar a la policía. Consiguen que
sienta verdadera aversión por ellos. Entiendo que la gente quiera divertirse,
que desee hacer una fiesta en casa pero... ¿ Es necesario pegar voces como si
estuvieran sordos? Viernes o Sábados e
incluso algunas semanas ambos días.
Como no me voy a acordar de mis
antiguos vecinos, teniendo a éstos a los que no puedo llamar vecinos.
Cuando
compramos esta casa estábamos muy ilusionados, un poco antes compró mi vecino la
suya; una pareja de nuestra edad muy simpáticos y buenas personas. Si alguna
vez necesitaba algo de mi no tenía más que pedírmelo, no es que me pidiese
muchos favores solo que jamás me ayudó a mi. Cada uno en su casa y Dios en la
de todos era mi lema, no acostubro a visitar a mis vecinos pero mi casa siempre
estuvo abierta. Nos llevábamos bien, bromeabamos; en fin, una buena relación.
Te quedas sin trabajo, te divorcias y se
acabó las charlas, las risas y sólo te llaman para darte alguna queja o para
pedirte algún favor. Si... hecho de menos mi antigua vecindad. Conocía a todos
y todos me conocían a mi, éramos pobres pero nadie nos apartó, o no lo recuerdo
la verdad. Esta clase de conducta es más propia de salvajes que de seres
racionales, lo siento pero o lo escribo o lo grito. Bueno... Gritar he gritado
un poco, estoy tan cansado de aguantar esto.
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