Daniel Medina Sierra |
En ocasiones
confundimos la inocencia con la ignorancia, pero son completamente distintas.
La inocencia la
identificamos como la ausencia de maldad y la ignorancia como la falta de
conocimientos en una, o como nos pasa a todos, en muchas cuestiones.
La picaresca, de la que
tanto hacemos gala en los círculos íntimos juega con estas dos definiciones,
obviando las dos bases fundamentales en que se sustentan.
Por un lado tenemos la
inocencia, que si bien tiene su debilidad en la maldad de otros, la persona
inocente no pasa por ser un sujeto pasivo, sino que tienen grandes esperanzas
en la redención del ser y no juzga.
La ignorancia, en
cambio, es más complicada, aquí expongo dos definiciones personales: La primera
considera que una persona es ignorante y además presume de su ignorancia, hace
de ella una ‘virtud’ estúpida y cómica, una forma de degradación del intelecto
y de la propia dignidad. Otros, y quiero pensar que son la inmensa mayoría,
consideramos que una persona es ignorante cuando ignora algo y pregunta para
informarse...
Cuando estamos a solas
y pensamos un poco en las cosas que estábamos haciendo, en lo que sucedido en
el mundo, no se...¿Nadie piensa un poco en profundidad en lo sucedido y en sus
actuaciones a lo largo del día?
Pero, en derecho,
cuando cometes un delito e ignorabas que fuese algo ilegal se dice que la
ignorancia no te exime de tú responsabilidad. Entonces, en la vida cotidiana, y
en todos los estratos sociales, la ignorancia ‘por bandera’, es lo que hace que
algunos abusen tanto de las personas que son verdaderamente inocentes…
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