martes, 28 de julio de 2015

cada vez me cuesta más ver y callar


 Me causó verdadera irritación, hasta terminar con mi escasa sienta, pensar lo siguiente: el control tan ridículamente exhaustivo  al que sometemos a las personas que reciben un donativo de la CEE, o del Gobierno de España, o del Banco de Alimentos, que no es más que un kilo de algo de comer, sean granos o pasta,  o unas piezas de fruta o unos potitos o leche infantil… y cómo se escapan millones por la mala administración de los bienes públicos, como la construcción, interminablemente molesta, del tranvía de San Fernando; o en cualquier otro contrato fraudulento, perpetrado por políticos y empresarios corruptos, que aunque son denunciados y juzgados, las sentencias se dilatan tanto en el tiempo que incluso prescriben las faltas, y los dineros así robados, siguen sin aparecer ni ser devueltos.

¿Qué clase de caridad es esta de ahora, que vigila y controla al hambriento, al excluido social… sin esperanza en muchos casos? Es humillante, es realmente humillante. Yo recuerdo que siempre hemos procurado en Cáritas evitar las duplicidades, y para eso pues se llegaban a acuerdos entre los equipos y se facilitaba la comunicación. Pero siempre se trataba de hacer todo con discreción, sin humillar, sin vejar a nadie, y mucho menos a un ‘pobre’, que para eso son los preferidos del Señor. ¡¡¡Hacerles firmar un papel, un documento, por aceptar  sin protestas, generalmente, un insuficiente lote de comida!!!

Me temo que la crisis la hemos interiorizado de tal manera, que  ha vuelto miserables a muchos,  aceptamos sin más cualquier tipo de ayuda, sin pararnos a pensar en el fondo y en las formas, en los fines y las intenciones.

Me parece muy bien, que se unan el Banco de Alimentos, el Gobierno de España y la CEE para socorrer a familias y particulares en crisis, ¡¡¡Pero que digan alto y claro que su contribución es un mero parche, y una manipulación, ya que están utilizando la buena voluntad de muchos voluntarios y asociaciones, para llevar a cabo un reparto mínimo de bienes, y evitar así mayor descontento en la sociedad!!! ¡¡¡Comparen, por favor, el control tan miserable que exigen por recibir una limosna, y la falta de justicia con la corrupción y los abusos en las administraciones!!!

De verdad que no lo entiendo, no lo acepto, cada vez me cuesta más ver y callar.
Que conste que cuando llegue el día uno iré a cáritas a ayudar en el reparto de víveres, pero seguro que se me escapará más de una frase animando a la rebeldía contra el estado de cosas, y contra las instituciones que tan celosamente controlan la ‘caridad’ que ellos hacen, que nada tiene que ver con la que se hacía en ‘çaritas’ y aún se sigue haciendo, si ponemos todo el cuidado en el modo de dar, y en la intención.


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