Hoy quiero recordar y
agradecer el paso por nuestro servicio de atención a personas sin hogar a los
“voluntarios forzosos”, aquellas personas que se han visto obligadas a
desarrollar un trabajo social para redimir una pena de cárcel por multas,
generalmente multas de la DGT.
En ninguno de estos
voluntarios por condena social he apreciado
un solo gesto de desagrado o una queja mientras estuvo con nosotros, es
más, yo diría que competían en servicialidad y amabilidad, hasta el punto de
que esto me hace dudar si algunas de nuestras leyes son tan justas o si se
aplican correctamente.
Pudiera parecer, por
tanto, que esta condena supusiera una pérdida de tiempo irreparable para estas
personas; no ha sido así, aún estoy oyendo las palabras de uno de ellos que
expresan muy bien el sentir de la mayoría de ellos: “Yo no tenía ni idea de que
esto existiera; casi me alegro de lo que me ha pasado para conocer este
servicio y haberos conocido”.
Pero, aunque esto es
así, ningún de estos voluntarios ha pasado a ser voluntario sin más, quizá sea por falta de
tiempo. Yo los echo de menos porque como no hay muchos voluntarios para este
servicio se agradece la presencia de otras personas dispuestas a echar un cable,
y también como testigos de una realidad que gran parte de la sociedad
desconoce.
Toda ayuda es poca,
porque esta tarea es permanente, unos hombres caen y otros se levantan, y así
camina la humanidad, por mucho que haya progresado; pero ha progresado
demasiado rápido, no a ritmo humano, o al menos no se ha tenido siempre al
hombre como medida, más bien nos hemos imprimido un ritmo mecánico, frío,
contundente, caiga quien caiga; se sustituyen los hombres como meras piezas, o se reciclan, ya en términos más
ecologistas, que no humanistas. Y no digamos a la hora de recibir el salario,
cada vez más exiguo, más individualista, no alcanza para una familia, es la
familia la que tiene que buscar diferentes fuentes de ingresos, si puede, o si
se entienden sus miembros, o si queda algo de ella.
Quizá es por eso por lo
que no hay tantos voluntarios para ayudar a los demás, porque no hay tiempo más
que para trabajar, o porque muchos que quisieran están en una situación de
recibir más que de prestar ayuda. Todo el mundo está buscando, no sé si en el camino
adecuado, buscamos un bien escaso, un trabajo, y después un salario mínimo,
para mantenerse en el sistema. Igual era más acertado planearse si el tipo de
vida que uno llevaba le compensa, y empezar a buscar por otros caminos
marginales, pero más seguros, con otro tipo de actividad y con otra
remuneración más satisfactoria, bien ganada y más gratificante como ser humano.
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