Ilustração de Carlos
Ribeiro
La vida es un viaje incluso para aquel que nunca ha salido del mismo lugar. Hay quien sale para descubrir todos los rincones del mundo sin darse cuenta que cada día, en un mismo punto, es diferente del día anterior… que todo cambia a cada instante. Al invierno sigue la primavera, pero siempre es una primavera nueva, única… auténtica.
Cuanto más deprisa nos
desplazamos en el espacio, menos nos movemos en el tiempo. Es posible parar en
un determinado lugar y ver el tiempo pasar por allí, por el mundo y por
nosotros mismos… es posible pasar así por el tiempo. Profundizar en nosotros
mismos y buscar allí un pasado o un futuro lejanos… es posible viajar en el
tiempo, sin salir del lugar.
Hoy parece que todos
tienen prisa. Se puede pensar incluso que será para aprovechar el tiempo que
queda para algo valioso… pero no acostumbra a ser así. Las personas tienen
prisa porque huyen sin saber siquiera de que… pero, intentan escapas de sí
mismos.
Pocos de nosotros
conseguimos estar a gusto en nuestra propia compañía. Mientras tanto, algunos
creen que tienen derecho a imponer su compañía a otros… se cansan de sí mismos
pero se creen agradables a los otros. Destruyen su tiempo y hacen perder el
ajeno. A menos que los otros tengan para con ellos la paciencia que ni ellos
mismos tienen para sí mismos.
Hoy se vive demasiado
lentamente. A pesar de la agitación y velocidad, la mayor parte de los hombres
gira sólo en torno a sí mismo. Como si el mundo fuese sólo yo. No hace nada a
pesar de estar en constante ebullición. Pero es sólo apariencia. Por eso se
aborrecen a sí… no se soportan porque nunca se perfeccionan. El tiempo los
llama pero ellos no quieren ir. Los otros tienen mundos nuevos y maravillosos
abiertos para los cuales ellos no quieren ir. Los otros tienen mundos nuevos y
maravillosos para los cuales ellos no quieren siquiera abrir los ojos.
Las vacilaciones y
precipitaciones son formas de perder el tiempo. Escoger el momento exacto,
esperar con paciencia hasta que llegue, es garantizar que no nos contentamos
con soluciones pasajeras y mediocres… se puede esperar una vida entera por el
momento oportuno, pero un momento puede bastar para que toda la espera haya valido
la pena… y, aunque no llegue, habremos sido vencedores en nuestro empeño de ser
quien somos. Pero, muchos de nuestros sueños no son de este mundo.
Es sabio ser prudente,
así como corajudo para arriesgar todo cuanto llega el momento. Pensar y sentir
exigen tiempo y determinación. Esperanza y desprendimiento. Reserva y
prontitud.
El que sabe lo que
quiere se toma su tiempo. Sin prisas, porque la tarea de ser feliz no exige más
que perfección… pueden pasar los años, pero la obra queda para siempre, el
coraje y la fuerza de los que se entregaron a levantar algo más grande que
ellos. No se hace un castillo o un palacio en un año, tampoco en un mes… pero
hay quien los quiere en una semana o incluso en un minuto… no comprenden que
parte de la belleza y la fuerza de las grandes obras es la manifestación del
interior de quien las soñó y levantó.
¿Cuánto de nuestro
tiempo es sólo nuestro?
Todo pasa. Lo mejor y
lo peor. Pero si fuéramos capaces de abarcar el tiempo con nuestras manos, los
buenos momentos serían más duraderos y los malos más pasajeros. Somos un
tiempo. Un instante que dura. Un pedazo de eternidad.
Todo pasa. Pero nada
vuelve a pasar.
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