Por Daniel Medina Sierra
Hoy, en el curso que
imparte Cáritas para formación del voluntariado, nos explicaba la responsable
del mismo cómo debemos actuar en el proceso de acogida y acompañamiento a los
usuarios. Yo me voy a detener en la última parte.
Decía que al final del
proceso el voluntario debía poner cierta distancia con el usuario, ya que ambos
deben seguir su camino por separado, cada uno es dueño de su vida…
Bien. Voy a contar una
historia real de unos usuarios y unos voluntarios.
Hace menos de un año,
un chico decidió pedir ayuda e intentar que fuera la última vez, para volver
definitivamente a una situación de cierta normalidad social, emocional y
económica.
Comienza a
entrevistarse con trabajadores sociales, a ir al comedor social, la orientadora
laboral, médico… En medio de toda esta vorágine, frustración, depresión… un
buen día, otro usuario lo llevó a un local donde podíamos tomar un café gratis.
Era y es un local pequeño, donde varios usuarios y voluntarios te sirven un
café de mil amores.
Le aficionó “un café Ix.”, I. es una persona con una sonrisa que, aún sin el
café, se sentiría uno reconfortado. Lo cogió algo avergonzado, y empezó a ir
“por el café” todos los días.
Habló con la
trabajadora social de Cáritas, que le dio palabras de aliento y comprensión.
Conoció a otros voluntarios, a otros usuarios, ayudó en lo que pudo y poco a
poco, y sin apenas darse cuenta, pudo cocinar en casa un café calentito, ¡Un
café calentito en mi propia casa!, gracias a uno de estos voluntarios que le proporcionó un infiernillo,
butano, comida, sonrisas, apoyo moral…
Otro voluntario le
cocinaba para sentir de nuevo como sabe la comida casera, ¡Cómo cocina el
condenado! Lo que no sabe es que más que alimentar un cuerpo, alimentaba su
propia alma. Se nota cuando algo se hace con amor.
Tenía otras muchas
carencias, lo había perdido todo y estaba perdido, confundido, con rabia y pena
por él y por todos los compañeros, cada uno con su drama.
Hoy, sigue confundido,
y tiene pena, rabia, frustración, pero hoy tiene algo que perdió (Amor).
Es voluntario, por
tanto compañero de cáritas, son amigos y se ayudan mutuamente. En el caso de
estos señores voluntarios X, X. X…
Algo ha quedado de
ellos en él, y nada ni nadie podrá quitárselo, ya que forma parte de lo que él
es hoy. Amén
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