Reconozco que esta vez
no pensaba hacer ninguna crónica o comentario del encuentro, ni siquiera se me
había pasado por la imaginación, ocupado como estoy en asuntos particulares, y
sin estar integrado en ningún equipo parroquial.
Pero muy pronto me
captaron las palabras del P. Rafael, y comencé a escribir al escuchar esta
frase ‘la Eucaristía lo transforma todo. Nos une íntimamente a Cristo y a los
hermanos’. Y luego vino otra: ‘Sin la dimensión vertical, la horizontal se
pudre, o se cansa…’, refiriéndose a la cruz. ‘Nos unimos así a Dios, la fuente
del Amor, que no se agota’.
Sin esa unión,
permanente, nuestra labor como
voluntarios de cáritas, no estaría completa, ya que no le brindaríamos a los
pobres la posibilidad de aceptar el mayor bien, que es, Cristo. ‘No
empobrezcamos, por tanto, a los pobres, no les neguemos el amor de Dios’.
Nos expuso el P. Rafael,
una reflexión muy profunda, muy documentada, muy bien preparada, recurriendo a
numerosas citas, de los tres últimos Papas, de San Agustín, de la Madre Teresa
de Calcuta, todas ellas centradas en la intima relación entre la Eucaristía y
la Caridad.
Justifica la
profundidad de su reflexión en que está hablando a personas de fe, antes que a
voluntarios, manifiesta sin el menor titubeo, que no le gusta la palabra ‘voluntario’
aplicada a las personas que trabajan en Cáritas con más necesitados. Son una
parte esencial de la Iglesia, un hermano que se dedica a los menos favorecidos
en nombre de la Iglesia; no es una dedicación de parte de su tiempo, y ahí
termina su misión.
Las oficinas de Cáritas
no son una mera oficina de prestación de servicios. Lo ha dicho el Papa, Cáritas
no es una Ong.
Una frase impactante,
al menos para mí lo fue: ‘el dinero es una ayuda, pero puede convertirse en
ruina’, para insistir en la labor misionera de la acción de cáritas, como
alimento del alma.
Eucaristía+ Caridad= un
misterio que nos sobrepasa. Recurrió a san Agustín para explicarnos que la
Eucaristía es ‘Sacramento del Amor de Dios’…al que se acerca quien quiere vivir
de él. A continuación nos trasladó por medio del evangelista San Marcos al cenáculo,
cuando Cristo se despide de sus apóstoles, y les dice que uno lo va a entregar…
y destacó el momento central, cuando Cristo pronuncia las palabras trascendentales
para la vida de la iglesia: ‘tomad y comed…, tomad y bebed…’ Se barrunta en el peligro
inminente y el desconcierto. Es el momento del ‘estupor eucarístico’, del ‘asombro
eucarístico’.
Es la prueba de fuego
de la vida cristiana. En la eucaristía nos jugamos mucho, la onda expansiva de
caridad que ella produce.
Continuó con una
explicación de por qué el Evangelista Juan, el discípulo amado de Jesús, no
relata la última cena, y en cambio narra con todo detalle el lavatorio de los
pies a sus discípulos, enfrentándose al mismo San Pedro, que se negaba a que le
lavara los pies a él. Al final Jesús les expone la razón de su gesto: ‘si yo,
que soy el maestro, hago esto…’
Luego nos recordó el
pasaje de corintios en que se censura la celebración inapropiada de la eucaristía,
en la las que los ricos y los pobres comen separados, y terminó con esas
palabras tajantes del mismo San Pablo: ‘el que comulga el cuerpo de Cristo
injustamente, comulga su propia condenación’.Por eso la Eucaristía no se puede
celebrar en un contexto de injusticia y división.
Un grupo de primeros
cristianos, cuando los llevan al martirio porque no querían renegar de su fe, decían a sus verdugos: ‘sin el domingo no
podemos vivir’.
Tenemos necesidad de
este pan para soportar las adversidades, y el domingo es la ocasión propicia
para acudir a recibirlo, para cobrar fuerzas. Y Vuelve el Padre Rafael a san
Agustín: la Eucaristía es ‘Sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de la
Caridad’. Lo que nos une es Cristo, una fuerza mayor que la simpatía, o unos ideales altruistas. Un
cristiano no puede ser un simple voluntario, debe dar todo. La Iglesia ha
recibido el amor de Dios y debe darlo ella a todos los demás.
Tampoco debemos tener
miedo a utilizar la palabra caridad, que es más que solidaridad. El cristiano
da con amor. Podemos preguntarnos ‘¿me conformo con dar cosas o doy realmente a
Dios?’ No debemos parar hasta que nuestros pobres se sienten con nosotros en la
Eucaristía, porque el mayor bien que podemos dar es Cristo.
Y termino el P. Rafael
su valiente reflexión justificando el título de la misma, del cual no parecía
del todo convencido: ‘Mirar a Cristo Sacramentado
es mirar al hermano necesitado’.
Hubo a continuación un
pequeño debate, y el Delegado Diocesano de Formación o sea, Mariano, nos invitó
también a formar parte en otros grupos de fe, como el de nuevos evangelizadores.
Terminada la reflexión,
y tras unos minutos de relax y cambio de impresiones, celebramos la Eucaristía.
Los cánticos no estuvieron muy afinados que digamos, menos mal que Juanjo dio
la cara.
El ágape, como ya es tradición lo celebramos en el acogedor patio de la Iglesia del Santo cristo, y estuvo muy abundante
y esmerado; dio de si hasta cerca de las once. Dejo a parte las ausencias, muy
notables, porque lo que importa es estar ahí sean los que sean y cuantos sean. Feliz
verano y comienzo de curso. Hasta el próximo.
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