Daniel Medina Sierra
Con frecuencia hago el mismo ejercicio de autodeterminación,
ideología y ética de mis propios principios morales. Es como si de alguna
manera tuviera miedo al olvido o a sucumbir ante la vorágine externa. Un
principio de aceptación continuo, de carácter espiritual y ético.
Ya
lo decían profetas de todos los tiempos y lugares, escritores, mártires en
tiempos convulsos. La tecnología, la mal
llamada democracia es un disfraz para enmascarar un tiempo de tinieblas.
Cómo
podemos hablar de derechos si los deberes se olvidan, cómo podemos anteponer
ideologías de la modernización y la tolerancia si pasamos por alto los
principios básicos que son inherentes a los mismos, cómo pretendemos crear
civilización si el mismo concepto de ésta es la continua degradación de lo que
nos hace ser humanos.
Derechos,
leyes y política, tres caballos de Troya cuya finalidad es despojar al ser
humano de toda voluntad.
Derecho
a la libertad, derechos humanos, derecho animal, derecho medioambiental... Sí,
pero para que ese derecho se consuma debes tener el deber de fomentarlo, de
comprenderlo, de manifestarlo con hechos no con palabras rimbombantes.
Leyes
que están, incluso, por encima de la ética, la moral, de esos derechos de los
que tanto hablan. ¿Cómo un hombre va al calabozo si su mujer dice que es
maltratada y como esa misma persona no va a la cárcel si se demuestra lo
contrario o se demuestra que es una denuncia falsa, como un banco puede cobrar
interés abusivos, ser rescatada con el dinero de los contribuyentes y a la vez
expropiarte tu casa, como se condena a
un empresario a cumplir con normas que grandes multinacionales no cumplen...?
Política,
señores/as sin ideas, sin interés por cumplir y hacer cumplir los supuestos
derechos fundamentales, amigos de lo ajeno, semidioses a los que no se les
condena por sus torpezas, corrupciones, mentiras, ineptitud...
Realmente
es un panorama desolador, no existe órgano real que supervise nada de lo
anterior mencionado por que están contaminados y aquejados de la misma enfermedad,
la avaricia.
Una
tecnología, libertades y derechos que fomentan el sentido único de ser un yo
absoluto, yo y mis circunstancias, yo y
mi vida, yo y mis sueños. No hay un todo, un nosotros, un él y sus...
Pueden
pasar horas viendo sandeces sin sentido, exhibiciones de la vida privada, a
esto lo llaman progreso, esta es la sociedad del siglo XXI por más que nos
duela. Títeres manejables, sin rumbo, sin metas elevadas, sin empatía real. He
aquí la llamada democracia, modernidad, civilización, evolución.
Se
de buena tinta que estos comentarios de carácter filosófico, ético,
religioso, moral, o suplemente reivindicativos, que hacemos desde hace ya unos
años suelen caer en saco roto. Es mucho más importante para esta humanidad
temas menos complicados, menos serios, menos reales. Eso, de momento, no ha mermado
a ninguno de los blogueros que en este humilde muro escriben y espero que así
siga y que seamos más los que nos atrevamos a decir lo que pensamos y a dejar
su impronta con un pensamiento propio.
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