miércoles, 3 de agosto de 2016

La falsa modernidad


 Daniel Medina Sierra


Con  frecuencia hago el mismo ejercicio de autodeterminación, ideología y ética de mis propios principios morales. Es como si de alguna manera tuviera miedo al olvido o a sucumbir ante la vorágine externa. Un principio de aceptación continuo, de carácter espiritual y ético.
Ya lo decían profetas de todos los tiempos y lugares, escritores, mártires en tiempos  convulsos. La tecnología, la mal llamada democracia es un disfraz para enmascarar un tiempo de tinieblas.


Cómo podemos hablar de derechos si los deberes se olvidan, cómo podemos anteponer ideologías de la modernización y la tolerancia si pasamos por alto los principios básicos que son inherentes a los mismos, cómo pretendemos crear civilización si el mismo concepto de ésta es la continua degradación de lo que nos hace ser humanos.
Derechos, leyes y política, tres caballos de Troya cuya finalidad es despojar al ser humano de toda voluntad.


Derecho a la libertad, derechos humanos, derecho animal, derecho medioambiental... Sí, pero para que ese derecho se consuma debes tener el deber de fomentarlo, de comprenderlo, de manifestarlo con hechos no con palabras rimbombantes.
Leyes que están, incluso, por encima de la ética, la moral, de esos derechos de los que tanto hablan. ¿Cómo un hombre va al calabozo si su mujer dice que es maltratada y como esa misma persona no va a la cárcel si se demuestra lo contrario o se demuestra que es una denuncia falsa, como un banco puede cobrar interés abusivos, ser rescatada con el dinero de los contribuyentes y a la vez expropiarte  tu casa, como se condena a un empresario a cumplir con normas que grandes multinacionales  no cumplen...?


Política, señores/as sin ideas, sin interés por cumplir y hacer cumplir los supuestos derechos fundamentales, amigos de lo ajeno, semidioses a los que no se les condena por sus torpezas, corrupciones, mentiras, ineptitud...
Realmente es un panorama desolador, no existe órgano real que supervise nada de lo anterior mencionado por que están contaminados y aquejados de la misma enfermedad, la avaricia.
  

Una tecnología, libertades y derechos que fomentan el sentido único de ser un yo absoluto, yo  y mis circunstancias, yo y mi vida, yo y mis sueños. No hay un todo, un nosotros, un él y sus...
Pueden pasar horas viendo sandeces sin sentido, exhibiciones de la vida privada, a esto lo llaman progreso, esta es la sociedad del siglo XXI por más que nos duela. Títeres manejables, sin rumbo, sin metas elevadas, sin empatía real. He aquí la llamada democracia, modernidad, civilización, evolución.


Se de buena tinta que estos comentarios de carácter filosófico, ético, religioso, moral, o suplemente reivindicativos, que hacemos desde hace ya unos años suelen caer en saco roto. Es mucho más importante para esta humanidad temas menos complicados, menos serios, menos reales. Eso, de momento, no ha mermado a ninguno de los blogueros que en este humilde muro escriben y espero que así siga y que seamos más los que nos atrevamos a decir lo que pensamos y a dejar su impronta con un pensamiento propio.


No hay comentarios:

Publicar un comentario