“nosotros no somos
importantes; no contamos para nada; se nos trata así, en cualquier parte,
incluso aquí”.
Son palabras casi textuales
que escuchaba esta mañana, a dos personas que viven temporalmente en el hogar,
aunque ya conviven con nosotros desde hace unos meses, por lo que sus palabras
duelen un poco más. Escuchándolos recordaba el enorme desagrado, la indignación
que le produce a otra persona, muy allegada, el escuchar las palabras “excluido
social”.
Ganas me dan de terminar
aquí este post. Sin embargo trataré lo más escuetamente posible de aclarar el
momento en el escuchaba estas expresiones. Era mientras esperaban su cita con
la trabajadora social, y tuvieron que esperar un poco más porque habían llegado
otras personas, se supone más importantes, que no necesitaban atención, ni
llevaban cuestiones de importancia vital para sus personas.
Yo sé, con certeza, que la
trabajadora social no piensa así, que la interrupción de esas personas en medio
de su trabajo, no le sienta nada bien. Son esas personas, las que se dedican
voluntariamente a servir a los demás, las que deberían tener ese cuidado, esa
delicadeza, de no interrumpir, no hacer esperar, de valorar el tiempo y la
persona que necesita ayuda de los demás para seguir viviendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario