viernes, 12 de agosto de 2016

Es descorazonador


“nosotros no somos importantes; no contamos para nada; se nos trata así, en cualquier parte, incluso aquí”.

Son palabras casi textuales que escuchaba esta mañana, a dos personas que viven temporalmente en el hogar, aunque ya conviven con nosotros desde hace unos meses, por lo que sus palabras duelen un poco más. Escuchándolos recordaba el enorme desagrado, la indignación que le produce a otra persona, muy allegada, el escuchar las palabras “excluido social”.

Ganas me dan de terminar aquí este post. Sin embargo trataré lo más escuetamente posible de aclarar el momento en el escuchaba estas expresiones. Era mientras esperaban su cita con la trabajadora social, y tuvieron que esperar un poco más porque habían llegado otras personas, se supone más importantes, que no necesitaban atención, ni llevaban cuestiones de importancia vital para sus personas.


Yo sé, con certeza, que la trabajadora social no piensa así, que la interrupción de esas personas en medio de su trabajo, no le sienta nada bien. Son esas personas, las que se dedican voluntariamente a servir a los demás, las que deberían tener ese cuidado, esa delicadeza, de no interrumpir, no hacer esperar, de valorar el tiempo y la persona que necesita ayuda de los demás para seguir viviendo.

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