Daniel Medina Sierra
Empezaré
este relato adelantando que por mucho que escriba casi nadie lo entenderá.
Este
relato del que hoy os voy a hablar trata de lo que muchos llaman infierno, y el
único objetivo de este relato es que el lector simplemente tenga una evidencia
real y objetiva, desde el punto de vista personal.
Mucho
habéis escuchado y leído sobre los pobres, muchos conocen personas que han
pasado o están pasando por ello, otros incluso viven cada día con ellos siendo
voluntarios; pero pocos han pasado por ello de forma directa.
Para
entender " algo" o vislumbrar cierto entendimiento de lo que ocurre
dentro del sujeto pobre hay que empezar por el principio. La culminación o el
declive, según se mire, empieza con parte de tus sueños cumplidos. Tu casa, tu
trabajo, tus amigos, familia, mujer o novia... Son la base de tu vida, tu razón
de existir; son tu sostén, has compuesto cada cimiento, cada columna con ellos.
Son tu pasado y tu presente e incluso tu futuro, cada recuerdo está con ellos y
contigo y conforma tu historia personal.
Miras
atrás y te dices a ti mismo ¡vaya, lo he conseguido!
Después
de la luz viene la sombra, detrás de cada día llega la noche y cuando llega la
noche es para quedarse y no habrá luz como aquella. El declive ya se sabe,
trabajo, ahí es donde tus cimientos
empiezan a quebrarse.
Suponemos
que un simple trabajo no va a acabar con todo, pero es como la suave brisa que
anticipa a la tormenta. Todo muy mundano, muy material, muy superficial, bancos
que te acosan, facturas que no puedes pagar, limitación económica... y llegan
las discusiones, los reproches, los miedos, las decepciones.
En
poco tiempo toda esa gente va desapareciendo, gradualmente, desde la más
cercana hasta los conocidos eventuales. Ya nadie te quiere, eres un fracasado,
un estorbo, alguien a quien ignorar por que ahora le da vergüenza incluso
saludarlo.
Incomprensiblemente
, todos te han olvidado y estas en la miseria, tus recuerdos son tan solo vagos
recuerdos dolorosos de días felices, y una condena que te lleva a la depresión
absoluta. Son como cadenas que te arrastran al vacío de la desolación, el
infierno mismo.
Jamás
te recuperas del todo, jamás serás el mismo, nunca volverás a vivir igual,
aunque tengas trabajo y casa. Si logras salvarte y escapar de las garras del infierno,
habrás tenido que morir para ser otro hombre. La pobreza es el germen de la maldad
humana, la materia tan solo una ilusión, lo que antes parecía correcto ya no lo
es, lo que antes conocías como felicidad tampoco lo es. Y ahora existe un vacío
en ti, un vacío que no sabes cómo llenar, una rabia contenida por aquellos que
creen que te compensaran con trabajo¡ y mi vida, y mis sueños, y mis esfuerzos,
mis llantos, mi verdad! como coño me lo compensa la sociedad, hipócrita y arrogante.
Vivimos
una gran mentira y no se resuelve dando limosnas o con palmaditas en la
espalda. Lo que viví ya no puede cambiarse, lo que sufrí no se puede reparar.
Este resumen lo entenderán aquellos excluidos sociales que han pasado y están
pasando por ello, los demás, os aseguro que no.
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