JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS
La fuerza de los fuertes les
llega de algo superior a la voluntad, pero al cual podemos decir que no o que sí.
Esta fuerza es un don que presupone un conjunto de sufrimientos comunes. Al
final, el cielo solo se alcanza con mucha persistencia, firmeza y coraje.
Nunca es fácil afrontar
peligros y adversidades, vencer duros trabajos, sufrir dolores, disgustos y
tormentas. Batallas que se suceden y que violentan aún más porque no dan tregua
para que haya descanso... siempre con
los ojos abiertos.
Pero ni el doble de la
fuerza de todos los tiranos llegara, alguna vez, a vencer la fuerza del alma de
un justo.
No se crea que el interior
de alguien bueno es un paraíso. Antes bien, un teatro de guerras sin fin. Es porque
la constancia en el corazón es tan importante como el coraje. Vacila, pero no
cede. Se desanima, pero no desiste. Sufre, pero no muere... porque comparte con
los otros los dolores de la vida... entregándose, con sentido, hasta la muerte.
Alguien fuerte es y será siempre
fuerte, mientras lo quiere y puede ser, no importa que se sienta débil, ni que
lo tengan abandonado o ni siquiera nadie le de importancia. Su don es mayor que
cualquier otro. Este don es el amor.
Y si pocos son dignos del
amor que les fue dado y habita en sí son, sin embargo, sí son suficientes para
que haya esperanza y sentido en este mundo.
Cuando el mundo asiste –egoísta- sin hacer nada ante la muerte de uno de
estos... es el mundo quien pierde. La muerte de un valiente hace que se
desmorone la parte del suelo que antes lo sostenía a él.
Amar es saber de sí
solamente después de su entrega al otro. Es mantenerse, firme en la fe, aún después de haber perdido
todas las fuerzas que se gastan.
El amor es la fuerza de los
fuertes.
((ilustração de Carlos Ribeiro)
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