Un buen amigo me pide que le ayude a divulgar esta denuncia y demanda de ayuda de una persona necesitada y enferma. Pues no faltaba más, con todo nuestro apoyo.
La Ley de Dependencia
Soy Isabel, una
ciudadana ya mayor, de 79 años, con varias enfermedades y padecimientos
crónicos diagnosticados, los cuales me obligan a estar postrada en una butaca
durante todo el día. Alguien que está SOLO, a expensas de aquellas personas de mi
familia, amigos y vecinos de grupos de a Parroquia, que por caridad me visitan
y atienden, porque el CUIDADO que necesito es TOTAL, no puedo asearme ni comer
sola, mi desplazamiento es con andador, y por mis atrofiadas manos, acompañada.
Tienen que venir a acostarme, y mi inmovilidad es total, a penas muevo el
cuerpo, hasta que me levantan. Cuando pueden me proporcionan algo de compañía.
Sólo voy a dar un dato
para corroborar lo que antecede: El Tribunal Médico de la Junta de Andalucía, a
través del examen correspondiente, me concedió hace tiempo un 90% de
Discapacidad. –Parece ser que este documento para la Administración tiene poca
importancia-, y, curiosamente, también para los trabajadores sociales ¿…?
Llevo esperando TRES
largos AÑOS para que me pudieran hacer la primera valoración de grado, y la
respuesta ha sido la consecución de una ayuda a domicilio de 35 horas al mes,
es decir, una hora y pocos minutos al día, excepto los domingos. –No sé si
indignarme, tomarlo a risa, o pensarlo un poco.
Ahora llevo meses
esperando que me hagan una segunda valoración al no estar, por supuesto,
conforme con la primera respuesta dada, y haber efectuado la reclamación
oportuna.
Me siento maltratada
por los poderes públicos y “me siento un objeto”, pero además inservible y
molesto. Aquellos que toman las decisiones en los despachos “no me ven con sus
ojos, ni me palpan”, no sienten empatía, por lo tanto, es imposible esperar de
ellos la consideración debida. Mi situación personal, para su responsabilidad,
consiste en la traducción de mis padecimientos en un coste monetario, a eso se
reduce todo. La importancia que le suelen dar a los servicios sociales la
comprobamos al ver el lugar que ocupamos en los presupuestos. Y así es, lo
mismo, en las tres Administraciones de las que dependemos.
Sufro –sufrimos- si
comparamos esa merma de atención tan necesaria con las recientes subidas del
presupuesto en un 4% y las de algunos cargos de reciente elección, con el
argumento de compensar las bajadas de los años anteriores. Esto es un signo
palpable de las prioridades de nuestros gobernantes y su modo de gestionar las
arcas públicas, que no debemos olvidar que se nutren de lo que aportamos los
ciudadanos. Creo que el dinero público debe administrarse y encauzarse en la
cultura de la búsqueda de bienestar social para quienes más lo necesitan, y en
la corrección de las injusticias. No se puede decir que perseguimos un mundo
más justo, y con nuestras equivocadas decisiones propiciar lo contrario.
Como digo, el ser
demasiado mayor, no es un obstáculo para que DENUNCIE una situación que
considero injusta a todas luces, y así deberíamos hacerlo, junto con familiares
y amigos, sustituyendo la comodidad y la resignación por un mayor compromiso,
auténtico y cristiano, y espero que el DEFENSOR DEL PUEBLO tome buena nota de
esta denuncia, y zarandee sin miedo a quien deba. Él está para eso, si no, se
convertirá en defensor de la Administración y será un funcionario más.
Lo pido y solicito por
el colectivo de desfavorecidos, yo, al fin y al cabo, con la edad que tengo, y
mi fortaleza en la creencia de un Dios Misericordioso, voy aguantando como
puedo, pero lo suplico para todos los implicados, por la JUSTICIA y no por
CARIDAD.
Isabel Carrasco Montes
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