Ayer ‘asaltó’ la
oficina un joven, bueno, un ‘hombre maduro’ de aspecto joven, porque hoy son muchos los que aparentan una
juventud que ya no les corresponde, y digo asaltó, porque venía disparado ‘del
norte’.
Entró sin saludar y en
a penas unos minutos comenzó a dispararnos un discurso tan ideologizado, tan
disparatado - con perdón, pues aquí todo el mundo tiene cabida y a todos se les
escucha-, que no tuvo reparo, tan poseído está de su ideología, en insultar en
nuestra propia casa, aquí en San Fernando, a los andaluces, los extremeños y el
resto de los españoles, tal como hacen
los catalanes separatistas, y otros tantos nacionalismos.
Por norma, aquí no
permitimos que se insulte a nadie, aunque a veces es inevitable, como hoy. Yo
traté de hacerle ver que ‘este país’ no es tan malo, y que yo me siento
orgulloso de él. Aunque en realidad debo decir me sentía, hasta que los
enemigos naturales, separatistas, nacionalistas, y algunos ‘comunistas’ se han
empeñado en imponernos su ‘Memoria histórica’, que no coincide con la de otros
muchos.
Esto no se lo dije a
él, claro, yo sólo le dije, cuando empezó a meterse con los que hicimos la
transición, que mi compañero y yo habíamos ‘corrido delante de los grises’ y
que habíamos hecho nuestra pequeña contribución a la llegada de la democracia, de
lo que estábamos muy orgullosos. Él se rió de mi ingenuidad, y encima me lo
reprochó, ‘eso, corristeis delante, nada más’… No sé en qué estaría pensando.
Yo, cansado, me fui a fregar
la cafetera y dejé a mi compañero, que tiene más aguante que yo en estos temas
de política, con la tarea de calmar un poco a este ‘joven’, incluso de que le
corrigiera algunos errores que él proclamaba sobre la historia de España
reciente. Él no sabía que mi compañero y yo hemos sido maestros…
Algo hemos hecho muy
mal, sí, tiene razón este hombre, pero precisamente el mal que hemos hecho es
permitir que se destroce la idea de España y su historia desde las mismas Leyes
educativas y los gobiernos regionales, que quieren ahora ser los protagonistas
de su pequeña historia, y para eso les estorban los vecinos. Van en contra del
progreso, material, cultural y humano, no entienden que unidos somos más
fuertes, mejores, podemos mirar al futuro y crecer, en vez de mirar al pasado cuando
nuestros antepasados se portaron peor y se enfrentaron a muerte y se
empobrecieron aún más.
Nunca había llegado a
esta oficina de cáritas para personas sin hogar, una persona de este ‘perfil’,
como se dice ahora. Menos mal que había pocas personas en ese momento, y a las
que había poco daño podía hacerles, pues están ahí de voluntarios para todo.
Pero ante a esa ‘pobreza’ ideológica y de espíritu, poco podemos hacer
nosotros. Como solemos decir, rezar, y pedir a Dios que nos libre del odio
entre hermanos y nunca volvamos a elevar fronteras que nos separen y nos
empobrezcan aún más.
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