domingo, 23 de agosto de 2015

Fe, esperanza y caridad… hasta la vida eterna



Parece que ha encontrado de nuevo la tentación adecuada para socavar al menos el poder de Dios. Ya ha conseguido que muchos, incluso de los que han disfrutado de su hospitalidad, en la Iglesia, de su consideración y su compañía en el fondo de su corazón, de Quien han recibido cuanto han llegado a ser en esta vida, se pasen a la rebelión.

Otros muchos, no se atreven a dar el paso, a salir de la protección de que gozan, pero se rebelan en el interior mismo de la Casa que los ha acogido, gritan bien alto, para que el Enemigo los oiga, contra los que hasta ahora han tratado de conservarla para que siga siendo una referencia para el mundo. Lo han hecho con mayor o menor acierto, sin duda.

Pero los  hay, todavía más,  que quieren ‘renovar’ completamente la casa de Dios,  incluso  darla a los pobres, los de ahora, claro, aunque las ‘riquezas’ sean patrimonio de épocas pasadas, y debieran conservarse para que los puedan disfrutar con todo derecho los de las venideras, y así seguir siendo un referente para el mundo, y un lugar donde dirigir tantas veces la mirada en busca de algún consuelo espiritual para el alma atormentada, o en momentos de conflictos graves en las sociedades… Están tan seguros de sí mismos que creen que Dios bendice su temeridad y falta de amor con los de la casa. Nunca como hoy puede decirse que los árboles no nos permiten ver el bosque.



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