José Luís Nunes Martins
jornal i
11 de outubro de 2014
http://www.ionline.pt/iopiniao/preocupacoes-inuteis
jornal i
11 de outubro de 2014
http://www.ionline.pt/iopiniao/preocupacoes-inuteis
Ilustração de Carlos Ribeiro
Andamos casi siempre muy preocupados con poco. Desperdiciamos demasiado tiempo con asuntos de poca importancia. El tiempo limitado que tenemos en este mundo debía inspirarnos a ser más sabios en la gestión de nuestras prioridades, ya que no siempre nos preocupamos de lo que debemos. Tendemos a despreciar, muchas veces, lo que es importante. Porque nos parece que tenemos siempre muchas preocupaciones y lamentos.
La posibilidad de una
catástrofe es algo que angustia a muchos hombres. ¿Pero es que esta ansiedad
tiene justificación? La posibilidad de que suceda es algo que nos sobrepasa por
completo, por lo que poco o nada podemos hacer. Sufrimos demasiado por males
que nunca nos tocaron de cerca…
También nos pesan
nuestras malas decisiones en el pasado. Inquietud inútil. Podemos
arrepentirnos, comprometiéndonos a un futuro en que el error sea lección para poner
rumbo a mejor. Pero, por eso mismo,
nuestra preocupación debe ser en adelante, no hacia atrás.
La posibilidad de
enfermedades y trágicos accidentes, con baja probabilidad de suceder, nos lleva
a un desasosiego que nos hace descuidar otros problemas que, no siendo tan
serios, pueden ocurrirnos con mayor facilidad. Somos responsables de prevenir
las grandes tragedias, pero, más aún, las pequeñas. Dado que la prioridad debe
ser dada a las que están más próximas a nosotros.
Pasamos, ahora, mucho
tiempo cargando con el peso de las ansiedades respecto de las personas que nos
son más allegadas, ¡como si cargar las preocupaciones de ellos fuese una misión
nuestra! La verdad es que cada una de las personas (¡incluyendo a los niños!)
está dotada de elemental buen sentido, algo que les permite, a todos y a cada
uno, salvaguardarse de los peligros comunes que conocen. Pero, es bien posible
que ellas puedan incluso estar mejor preparadas de lo que creemos… ¡mejor
preparadas que nosotros! Tal vez deberíamos preocuparnos de aprender más con
ellas…
Nos sobra poco tiempo para
preocuparnos de lo que merece nuestra atención. Es esa anticipación que marcará
la diferencia.
No somos así tan
fuertes que podamos cargar el gigantesco peso de todas las preocupaciones del
mundo, las de los otros y además las nuestras…
¡Cuántas maravillas
pasan a nuestro lado, mientras andamos preocupados en las tragedias que sólo
suceden en nuestra imaginación!
Es necesario que
reconquistemos nuestra paz en un campo que suele estar ocupado por ansiedades y
miedos. Sin permitir que, nuestra ignorancia sobre las causas de lo que sucede,
nos vuelva rehenes e incapaces de pensar en nada más.
La vida no es para ser
explicada o comprendida. Es para ser vivida y… bien vivida. Vivir es buscar
felicidad, y eso pasa mucho por aprender a soportar, aceptar y olvidar.
Nuestra cultura nos
enseña a afrontar todo. Así, si algo se coloca entre nosotros y nuestro sueño,
¡debe ser combatido hasta la destrucción! ¡Nos dicen incluso que nuestro
coraje, voluntad y persistencia son invencibles! ¡Y que nosotros, por eso, también!
Pero hay problemas ante
los cuales nada de esto funciona. Las adversidades como la muerte, la
enfermedad grave o una tragedia más seria, no se consiguen anular, hágase lo
que se hiciera. Aplicar ahí nuestro coraje, voluntad y persistencia en el sentido
de destruir eso tendrá un resultado efectivo: aniquilarnos, porque estaremos
intentando empujar, no una piedra pesada, ni siquiera una montaña, sino el
propio peso del mundo… sin tener los pies asentados en nada.
Hay muchas adversidades
que sólo se vencen si las soportamos y aceptamos tal como son, sin grandes
explicaciones o sentidos, sin perder tiempo, ni fuerzas, intentando cambiar lo que no cambia.
Nuestra paz interior es
esencial y preciosa. El silencio y el discernimiento que se consiguen cuando no
hay revuelo interior, nos permiten aceptar mejor nuestras dificultades, escoger
el camino que queremos construir… mientras vamos aprendiendo a admirar las
maravillas de este mundo.
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