“Hoy hay mucha miseria
creada por nosotros mismos, porque nos
hemos creído lo que no éramos, ni deberíamos haber sido, ni somos”. Nos hemos
desprotegido además, por soberbia, por
pereza, o por imitación o mera distracción, con lo cual el regreso a la vida
normal, sencilla, digna de ser vivida y compartida, se hace muy difícil; en
muchos casos, el esfuerzo sería tan agotador… que, por eso, ese horizonte
amable ya no atrae, ni alumbra tanto, ni a tantos.
Sea cual sea el motivo,
el resultado de esa desprotección es el mismo, un rotundo fracaso, un vacío
espantoso del cual queremos huir a toda costa. Repartimos culpas, a diestra y siniestra, para adelante
y para atrás, a los padres, abuelos, y hay
quien llega a los tatarabuelos y más lejos en el tiempo hacia atrás…, ¡como
si cada época no tuviera bastante con lo suyo! ¿Somos humanamente mucho mejores
que nuestros padres, abuelos, maestros etc.? A saber lo que habríamos hecho
nosotros hace cien años, doscientos años o más… y lo que dirán de nosotros
dentro de poco tiempo…
“A la imaginación
corresponde definir el mundo en que queremos vivir. Esta voluntad pura de
descubrir todo lo que puede haber en una cosa, esta fuerza creadora debe ser
dominada con sabiduría, pues el talento que nos lleva a volar, es el mismo que
nos puede destruir por los miedos que es capaz de generar en lo más íntimo de
nosotros. Nuestra vida puede ser un
verdadero infierno si no supiéramos dominar nuestra imaginación.”
Copio este párrafo
entero porque nadie mejor que su autor, José Luís Nunes Martins, experto en
apoyo psicológico a las víctimas de catástrofes aéreas, nos podría aportar un
punto de vista lúcido, una ayuda eficaz para afrontar nuestra vida, los
problemas que creamos o nos sobrevienen. Y dice también el mismo autor: “hay
también los que atreven a pintar la vida de bello, con el amor, que es esa
inmensa voluntad de crear, de hacer brotar bondad en abundancia, donde haga
falta”.
En cambio muchos hoy
tienden a la exageración, al disparate, al disfraz, o se suben a la corriente
progre, relativista, que tan fácilmente justifica la conducta individualista, y
no considera que pueda estar sujeta a alguna norma de mayor rango, ni siquiera
al bien común, o al mero instinto de
conservación de la especie humana… Ese terreno baldío, salvaje, que
hemos creado, lo están aprovechando, ya
descaradamente, los enemigos de la libertad bien entendida, responsable, justificando incluso el empleo de la violencia,
y hasta la guerra. Pero parece que no hay poder o capacidad humana que, por sí
solos, puedan llegar a gobernar con
éxito este nuevo Babel globalizado.
Y aunque todos seamos
responsables, de nuestra vida, de las relaciones sociales y del mundo, los representantes
políticos lo son de manera especial, son
ellos los que, con tal de aparecer limpios y capaces de alcanzar el poder, le echan la culpa de todos los males al
adversario político, al rival, llegando a considerarlo el enemigo a abatir, a
hacerlo desaparecer si fuera posible.
Será por eso que el mundo
anda tan mal, porque los que lo han empobrecido y humillado, huyen de la
verdad, no reconocen su culpa, no devuelven lo robado, la dignidad a sus
instituciones, la credibilidad y la esperanza de que por fin el bien común será
respetado, buscado, defendido, protegido más que la propia vida…
Menos mal que muchas
personas y organizaciones sí derrochan imaginación en bien del prójimo, y
siempre serán una esperanza cierta, o personas como J. L. Nunes Martins, que nos ayudan a entender este mundo tan complejo
y tan esquivo.
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