domingo, 10 de agosto de 2014

“Inventar o mundo, alargar o possivel”



                                                        Ilustração de Carlos Ribeiro

La imaginación es el talento responsable de la construcción de los sueños y de las pesadillas. De aquellas referencias que nos motivan y atemorizan cuando estamos bien despiertos. Es esa capacidad de dar y tirar colores a la realidad con la que transformamos lo que somos y lo que nos rodea. Mucho de lo que admiramos en el mundo somos nosotros los que lo colocamos ahí…a través de ese don mayor que es el jugar a las esperanzas

Hay una capa que reviste la realidad creada por nuestra capacidad de aprehenderla. Como si antes de ver y oír necesitáramos añadir algo que lo hiciese posible.

Tal vez, tan importante como saber, es crear. Por medio de las imágenes que guardamos en nosotros del mundo es como lo vamos conociendo. Queda entonces una especie de depósito mágico que va combinando partes diferentes de orígenes distintos, a fin de hacer surgir tesoros magníficos y desgracias despiadadas… La imaginación  provoca y alimenta las pasiones. Las mejores y las peores.

Imaginar y pensar son  procesos muy semejantes.  Las conclusiones comienzan siempre por ser construidas a partir de asociaciones entre pedazos de lo que hemos ido recogiendo.  La imaginación no se opone de ninguna manera a la razón. Busca salidas a través de una aproximación diferente a los problemas. Es un pilar esencial del entendimiento más abstracto. Una lógica libre de principios y obligaciones.

Hay un peligro absoluto en ser soñador… esperar que sea la realidad la que se recee en orden a cumplir lo que se ha idealizado… No.

Y hay también quien no sueña sus propios sueños, copia los de otros y los vive, pero nunca con la fe que se exige a quien quiere ser feliz… a partir de su propia vida. Somos únicos y eso nos convierte aún en más valiosos.

Lo real consigue siempre sorprendernos. Pero sólo en la medida en que estuviéramos atentos.

Hay mucha gente que no consigue pensar más allá de lo que alcanzan sus sentidos. Sólo porque no ven algo creen que no existe… Viven en este mismo mundo y no consiguen ver sino… ceniciento. Todo ceniciento. Ni siquiera negro y blanco, ceniciento, sólo y solamente. Su vida es triste, pobre y … cenicienta. Como si su imaginación se hubiese consumido y no quedaran más que las cenizas en las que ardió.

Pero hay también los que atreven a pintar la vida de bello, con el amor, que es esa inmensa voluntad de crear, de hacer brotar bondad en abundancia, donde haga falta, donde establece diferencia… donde no hay.

Como si… nuestra inteligencia respirase y en un primer paso inspirase integrando en sí lo que merodea… para, después, soplar sobre el mundo lo que creó en lo más profundo de sí.

A la imaginación corresponde definir el mundo en que queremos vivir. Esta voluntad pura de descubrir todo lo que puede haber en una cosa, esta fuerza creadora debe ser dominada con sabiduría, pues el talento que nos lleva a volar, es el mismo que nos puede destruir por los miedos que es capaz de generar en lo más íntimo de nosotros.  Nuestra vida puede ser un verdadero infierno si no supiéramos dominar nuestra imaginación.

¡Podemos sobrevolar un desierto inmenso a lomos de una ballena voladora… podemos eso mismo!

Hay quien cree que los sueños son mentiras y yerros. No son. Lo que resulta de la imaginación puede siempre hacerse real… el hoy era irreal ayer y… helo aquí.


Para lo mejor y para lo peor, si no hay inimaginables, no hay imposibles.

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