José Luis Nunes Martins
Cuando
estábamos caídos, no conseguíamos ver la salida, mas he aquí que, cuando nos
levantamos, renacemos y alguien, de la nada, nos viene a ayudar.
Nuestros
cálculos no son acertados.
No somos la
medida de las cosas, el mundo es mucho mayor de lo que imaginamos.
Somos poco.
En un mundo lleno de sentidos que desconocemos, la vida de cada uno de nosotros
está hecha de encuentros y desencuentros. De los esperados y soñados, pero
mucho más de los que no conseguimos prever o despejar…
Bajo el mismo
sufrimiento, somos hermanos.
Quien sufre
lo mismo que nosotros, nos ayuda, no permite que nos sintamos solos e inútiles.
Cargamos
nuestras cruces en conjunto para seguir adelante y también para animarnos unos
a otros… otras veces, durante algún tiempo, nos llevamos unos a otros…
Necesitamos
unos de otros.
Ayudamos y somos ayudados.
A veces
–muchas- evitamos pedir… otras veces desviamos, sencillamente, la mirada de
quien nos pide…
Aliviar el
dolor de alguien es una tarea divina.
Es siempre
amor. Es todo.
Hay gestos
simples que son extraordinarios.
No es
preciso nada extraordinario para comenzar la limpieza de la casa de alguien que
ya no consigue hacerlo… o, sencillamente, sonreír a alguien y proporcionarle,
así, un trocito de buen día.
Poco, con amor,
es mucho. Todo, sin amor, no es nada.
en "Vía crucis, para creyentes y no creyentes" Edit. San Pablo. 2015
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