Opinión de JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS
La armonía será tanto
más bella cuanto mayor fuera la diversidad de tonos que la componen. El equilibrio
no se consigue por medio de la uniformidad. La riqueza de la vida depende
también de las diferentes formas con que se presenta.
El amor es el encuentro de mundos distintos. Personas de
diferentes orígenes son capaces de, con verdadero amor, hacer grandes y bellas
obras. Nuestras dos manos son diferentes y eso es muy bueno. También caminar se
consigue por el hecho de tener dos piernas diferentes que se complementan.
La paz resulta de una decisión de vivir y convivir lo
desigual, haciendo de esa diferencia algo que enriquece. ¿Qué alegría habría en
descubrir al otro si fuésemos todos iguales? ¿Qué aprenderíamos? ¿Cómo
creceríamos? ¿Qué tendríamos de valor para ofrecer a la vida del otro? ¿Solo
más de lo mismo?
El amor comienza con la aceptación, se tiene que ver y
recibir al otro como él es, no ignorando o disfrazando las diferencias.
Después, hacer camino, percibir, ceder y aprender. Explorar los mejores lugares
en las orillas donde se pueden construir puentes. Y aceptar, aceptar y aceptar. Negar o intentar
cambiar lo que es diferente no es posible.
Si conozco a alguien diferente, debo aprender lo que él trae
de nuevo a mi vida. Debo también buscar en mí si tengo o soy algo que sea
enriquecedor para él… y darlo.
El amor no es un arrebato involuntario en el que nos vemos
envueltos y condenados. No. Es una construcción demorada y firme que se yergue
a partir de pilares distantes, un esfuerzo continuo de llegar a ser parte de
algo mayor que nosotros.
Amar implica sacrificios y guerras permanentes. A nuestro
egoísmo más íntimo y natural. Al orgullo que nos hace creer que somos mejores
que el otro. Pero no somos, nunca, aunque seamos dueños de todo el oro del mundo.
No somos lo que tenemos, somos lo que decidimos hacer con lo
que tenemos.
Somos parte de un todo. Nadie se basta a sí mismo, ni es
razón suficiente de su propia existencia. Debemos buscar las personas a las que
podemos completar, aquellas para las que nuestros dones personales –que nos
parecen naturales- tienen el sentido de dones divinos.
A veces la guerra y la paz se enfrentan en nuestro corazón.
¿Quién triunfa? ¿Por qué?
La paz, base esencial del amor, es una guerra a la guerra.
Ilustração de Carlos Ribeiro
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