Opinión de José LUÍS NUNES
MARTINS
Ciertos sufrimientos traen el don de revelarnos a nosotros mismos que
somos más fuertes.
Hay dolores que nos hacen perder
la sonrisa, pero también nos secan las lágrimas, de tan profundas como son. La
vida es dura, casi injusta. Llegan a ser incomprensibles tantas adversidades
contra las que tenemos que luchar por la supervivencia de lo que somos.
Hay personas que consiguen
mantenerse puras, a pesar de tener que pasar por valles tenebrosos. Se guardan
en la esperanza de que, más adelante, habrá espacio y tiempo para continuar
siendo quien son. Una fe que es fuerza. Una bondad que es paciencia. Un amor,
no por lo que son, sino por aquellos a quienes dan su vida.
Ciertos sufrimientos traen el don
de revelarnos a nosotros mismos que somos más fuertes. Nos libran de todo el
lastre que tantas veces creemos que son riqueza, protección y belleza. ¿Qué
queda? Lo que somos y podemos ser, lo que persiste y resiste hace frente a la
tempestad. No es algo que la sociedad considere digno de contemplar, ya que
resulta difícil fijar la mirada en la
cruda verdad.
Hay mudanzas en la vida, más o
menos súbitas, que nos arecen tragedias, pero que después se revelan como el
punto exacto de partida de una enorme aventura. Sí, casi siempre los viajes
largos pasan por lo menos un gran desierto.
El amor es la poesía de la vida.
Que cada uno de nosotros se haga un poema. Hay instantes más valiosos que
coronas de reyes… son aquellos en que, de manera simple, llegamos a ser quienes
somos. A pesar de los dolores, por causa de los dolores o para vencer los
dolores.
Podemos ser las alas invisibles
que otros sienten al elevarlos cuando son amados.
Desde la ventana que de las
tinieblas se abre a la luz puede contemplarse una belleza que parece resolver
todos los problemas y misterios de la existencia. Se retrasa el encuentro. La
oscuridad intenta ocultarla. Está en lo alto. Es necesario construir una escala
y después subirla…
¿Puede tener la existencia un sentido que no somos capaces de comprender?
Sí. La inteligencia humana es limitada siendo capaz de tener conciencia de la
verdad de otras dimensiones que sobrepasan su entendimiento.
Las alas que siento tener, y
aquellas que casi oigo a mi lado, me dan
la extraña certeza de que algo no deja de ser verdad solo porque no tengo
pruebas.
Este mundo no es todo. No
mientras es en él donde somos llamados a vivir, a amar y aceptar ser amados.
La vida quiere vivir. Siempre.
Desgraciado quien cree que la
vida es suya, que la verdad s determinada por su libertad y que este mundo es
todo lo que hay.
El amor acostumbra a despertarnos
con dolores que animan.
Ilustração de Carlos Ribeiro
http://rr.sapo.pt/artigo/105300/as-dores-que-despertam
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