Pablo Garrido Sánchez
El hombre postrado ante DIOS define la adoración. La postración interior
de la adoración es el resultado de la admiración por lo revelado. DIOS realiza
acciones pedagógicas con nosotros y sabe la forma de hacerse entender. La
Biblia está llena de modelos de encuentro con DIOS, en los que su iniciativa
conduce a Abraham, a Isaac o a Jacob a reconocerlo como su DIOS único al que
deben culto de adoración. La lista de personas alcanzadas por la acción amorosa
de DIOS puede ampliarse en la Biblia con profusión, así continuamos con Moisés,
Josué, Gedeón, Judit, Rut, o Ester; Elías o Samuel ,Isaías o el autor sagrado
del libro de la Sabiduría; los Magos de Oriente o los pastores de Belén. Todos
ellos son guiados y se acompañan de una constelación de personas atraídas por
el oculto imán de la presencia de DIOS en el corazón de estos discípulos de
DIOS.
Jacob, por orden de su padre, sale de la casa paterna en Canaán para
dirigirse a la tierra de Jarán, a casa de Labán su pariente, con el fin de
buscar esposa. Jacob recibe la bendición paterna y se pone en camino. Al
anochecer se dispone a dormir apoyado en una piedra, que le sirve de almohada y
se le concede el sueño de la escala de Ángeles que ascienden y descienden desde
el trono de YAHVEH hasta la tierra Cf. Gn28 . Al despertar, Jacob, reconoce
aquel lugar como un espacio sagrado y unge la piedra en la que se le ha
revelado DIOS mediante el sueño. Jacob establece un compromiso de fidelidad
ante aquella revelación divina y por la comprobación de la providencia en los
acontecimientos que estaban por venir. El cielo se abrió para mostrar algo de
su verdad y misterio; y los Ángeles manifestaron también algo de su misión.
Dios en su trascendencia puede asistirse de sus intermediarios, que siempre son
los bienaventurados, santos o Ángeles.
El cielo se rasgó con la Encarnación del VERBO y su nacimiento. Los Ángeles tienen una función prioritaria en este mundo ordenada
por el PADRE, y consiste en la adoración del VERBO, JESÚS, nacido de MARÍA:
“Adórenle todos los Ángeles de DIOS”
(Cf. Hb 1, 6 ). Cualquier otra tarea para el Ángel distinta de la adoración del
VERBO encarnado, es secundaria; y los Ángeles tienen abundantes misiones entre
nosotros, pero no pierden de continuo la contemplación de DIOS mismo (Cf. Mt 18, 10) en todo lo que ÉL es de
trascendente e inmanente(interior a la creación), de Humano, en JESÚS de
Nazaret, y de divino en su condición de VERBO consustancial al PADRE (Cf Jn
1,1).
La Biblia nos refleja una imagen de los Ángeles de una envergadura
espiritual que sobrepasa esa imagen infantil de angelitos rechonchos con alas
en la espalda (Cf Ju 13, 6 ; Ap 10, 1ss).
La Navidad es un tiempo entrañable para
vivir la adoración además de corresponder con todos aquellos compromisos
familiares y sociales. Por lo menos durante unos días en el año adoptamos unas
actitudes más fraternas que nunca vienen mal. Pero, además, deberíamos pedir al
SEÑOR que acreciente en nuestros corazones el don de la adoración en ESPÍRITU y
Verdad (Cf Jn 4, 23).
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