Mi compañero de voluntariado y
amigo, hace unos días que está de baja, y digo que está de baja porque aunque
somos jubilados, es como si faltáramos a ‘nuestro trabajo voluntario’ casi
diario, impuesto por nuestra propia convicción. En esto somos muy parecidos,
aunque tenemos nuestras diferencias. Diferencias felizmente superadas y
aceptadas, aunque a menudo salgan a relucir por cualquier cuestión, pero sin
que la sangre llegue al río…
Se te echa de menos, Guillermo,
por eso, por tu fidelidad, porque siempre abres el servicio bien temprano, para
que los que duermen en la calle, que llevan horas despiertos, y tienen dificultades
para ir a desayunar al Comedor social, puedan
tomarse un café caliente por lo menos; porque son muchos los que vienen en tu
busca para pedirte algún favor de cualquier tipo. Porque eres buen compañero, porque has aguantado muchas cosas contra tu propio
criterio y te has esforzado de verdad en adaptarte por el bien de los que lo
necesitan.
Nunca, eso jamás, has transigido
con ninguna injusticia, viniera de donde viniera. Siempre están en primer lugar
los acogidos, los que tienen verdadera necesidad, y por lo mismo derecho a ser atendidos siempre y en cualquier
circunstancia. Ningún protagonismo, ni el amor propio te han podido jamás.
Pues venga, ahora te toca
cuidarte a ti, el tiempo que te haga falta, y si no lo quieres hacer por ti,
tienes muchos por los que hacerlo, empezando por tu familia, tus amigos, y tantos
y tantos que te conocen, te aprecian, y esperan tu pronta visita, totalmente
restablecido.
Esperamos tu pronta mejora, desde luego es un voluntario excelente, un ejemplo para todos.
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