Don y tarea
JESÚS dijo: “YO SOY la Puerta” (Jn 10,7); y nos encontramos con textos en la Escritura que manifiestan una elevada
presencia del VERBO, por lo que se convierten en verdaderas puertas de acceso
al conocimiento de DIOS, al conocimiento de las verdades espirituales y a la
obtención de un conocimiento necesario para la vida de Fe. Esta breve
reflexión tiene la finalidad de seguir ahondando en la adoración, que es don y
una tarea; precisa del acercamiento expreso de DIOS y de la inexorable búsqueda
personal. Si Jacob no hubiera salido de su casa para encaminarse a la tierra de
Jarán donde residía la parentela de la que debía tomar esposa, no hubiera
recibido una revelación de importancia capital. Así también nosotros estamos
permanentemente en un camino que exige atención, búsqueda y creatividad. La
inmovilidad de la vida y de las cosas es sólo aparente; la rutina es un hábito
funcional para dar una cierta estabilidad ante la realidad siempre nueva y
cambiante. Si las cosas suceden de esta forma, y a riesgo de vernos arrastrados
por la corriente que nos lleva, es
preciso hacerse con las riendas de nuestro propio destino levantando la mirada
hacia el que tiene en su mente los proyectos de vida de todos los hombres.
El día y la hora
Al igual que Abrahán (Cf. Jn 8,56), Jacob tuvo también su día en el que
se alegró de ver la gloria del Hijo del hombre (Cf. Gn 28; Jn 1,51). A DIOS le
basta un solo día para crear, y le basta un solo día para hacer las cosas
nuevas. La manifestación de DIOS se
registra en un día o en una hora (Cf. Jn 2,4). Es el evangelista san Juan
quien utiliza este eje revelador con profusión a lo largo de su evangelio. La
hora en que los primeros discípulos encuentran a JESÚS y lo siguen; o la hora
en que JESÚS manifiesta su gloria ante
los discípulos en las bodas de Caná (Cf. Jn 1,39; 4,21;5,25;7,30;16,32;17,1).
Al mismo tiempo el discípulo deseará participar de un día con el SEÑOR cuando
las dificultades arrecien (Cf. Jn 17,22). Una vez más tenemos que volver
despacio a la consideración de estos textos, porque las fuerzas humanas son escasas y precisamos recordar con frecuencia
los contenidos que las fuentes aportan a una vida nueva. Jacob se anticipó
más de quince siglos a la revelación definitiva en sueño de la escala angélica,
que ascendían y descendían entre YAHVEH y el mundo.
JESÚS en el diálogo con Natanael, o Bartolomé, ofrece un conocimiento de
sí mismo que es vital para cualquier seguidor. El diálogo entre MAESTRO y
discípulo podría plantearse en estos términos: “Te admiras, Bartolomé, de que
te conozca?; pues, ¿qué pensaras el día en que tú me conozcas a MÍ? (Cf Jn 1,48 ss). Nuestro buen apóstol
queda sobrecogido, porque JESÚS entra en su secreto personal; sin embargo,
JESÚS, aprovecha el hecho para remitirlo al conocimiento del misterio mismo del
HIJO del hombre en toda su plenitud. Jacob,
mil quinientos años antes, participó de este día, de este conocimiento. Jacob
se adelantó a lo que los discípulos del SEÑOR estaban llamados a descubrir en
el seguimiento del MAESTRO. La visión de la escala de Ángeles que ascienden
y descienden entre el cielo y la tierra constituye una visión sintética, aunque
mística, de la plenitud consumada por JESÚS en la RESURRECCIÓN; y desde
entonces vivimos este nuevo orden cósmico y espiritual, que no cesa de
incrementar su plenitud. Jacob vivió la
visión en sueños como profecía; nosotros tenemos la realidad del acontecimiento
manifestado en JESÚS el CRISTO y SEÑOR.
El adelanto del “Día del SEÑOR” vivido por Jacob es hoy un
acontecimiento que abre para toda la humanidad un cúmulo de gracias inacabables
e incesantes. Si el mundo y la Iglesia
están mal, no es porque las gracias de la renovación estén bloqueadas, pues los
cielos se han abierto y todo don perfecto (Cf St 1,1) que procede de DIOS viene
inmediatamente a la humanidad. DIOS nos quiere rendir a su amor
misericordioso, con su misma misericordia inagotable. ¿Podríamos existir
todavía en el planeta, si no fuese porque la Gracia es muy superior a las
grandes aberraciones humanas?
Espacios sagrados
Jacob denominó aquel lugar, Betel, como “casa de
DIOS”; en aquel lugar habitaba DIOS, por lo que había que establecer un lugar
de culto que definiese un espacio sagrado. Para muchos judíos Betel coincide con Jerusalén. JESÚS se encarga de agrandar el ámbito del culto de adoración y
extralimitarlo más allá del propio templo de Jerusalén. Habría que
preguntar, ¿existe algún lugar en este mundo en el que no sea posible adorar a
DIOS? ¿Hay algún rincón en el que los Ángeles no puedan recoger las oraciones
de los creyentes y presentarlas ante el trono de DIOS?
La singular experiencia espiritual no indujo a Jacob a quedarse replegado sobre su experiencia espiritual, sino que le ofreció nuevos ánimos para la tarea que tenía por delante y plantea un reto al SEÑOR, en el que requería su protección y éxito en las empresas pendientes. La excepcional fuente espiritual abierta para Jacob no le impidió mostrarse con todas sus limitaciones humanas, e incluso exponer sus exigencias al SEÑOR. El perfeccionamiento ético, por nuestra parte, no debe decaer, pero DIOS nos acepta como somos y hace camino con nosotros en las circunstancias en las que nos encontremos. Como esperemos a ser santos o perfectos para adorar a DIOS o elevar nuestras plegarias a ÉL es casi seguro que nunca lo haremos, entre otras cosas porque nos habremos instalado en el pedestal del orgullo personal.
Cada colaboración de Pablo Garrido me gusta más. Ha sido una suerte conocerlo y poder ahora disfrutar de su conocimiento de la Biblia como fuente de vida espiritual, luz necesaria para caminar por este mundo, más en tiempos tan confusos y revueltos como los que nos toca vivir.
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