OPINIÓN DE JOSÉ LUÍS
NUNES MARTINS
Los terroristas pueden y deben ser combatidos, sea atacando
sus raíces sea controlando las condiciones que les son favorables.
La amenaza intenta dominar al otro a través del miedo. En el
fondo, quien se somete cree que, de esa forma, tendrá paz. Pero, no es así.
Nunca es así. Ceder a un chantaje es crear un precedente enorme, es abrir una
puerta que nunca más se conseguirá cerrar.
Después de un chantaje siempre viene otro. Y desde el
momento en que entregamos aquello que nos quieren quitar, estamos ante ellos, y
ante nosotros mismos, aceptando ese mismo cambio como si fuese una regla del
juego de la convivencia.
Ceder ante quien quiere obtener algo de nosotros bajo
amenaza es suscribir un compromiso de rendición. Es tornar lo imposible posible
y aceptar que, al final, el miedo es más fuerte que nuestros valores y
principios.
El terrorismo persigue alcanzar nuestra paz, intentando
crear una inseguridad que nos impide vivir bien y de forma confiada.
Es importante dar noticia de su existencia y sobre las cosas
que hace, pero nada más que eso.
A los chantajistas se les combate con la firmeza de las
convicciones de quien ve en ellos una debilidad disfrazada de fuerza, que
importa no alimentar.
Una de las mayores armas contra el terrorismo es ignorarlo.
No escucharlo. No hacerle eco. No darle lo que nos quiere extorsionar. No
someternos ni al poder de su fuerza ni a su voluntad de poder.
(ilustração de Carlos Ribeiro)
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