No, la crisis no es para todos,
sólo para quienes la padecen, por ahora; será cuestión de tiempo, y si no
cambian las actitudes, lo será de todos. Y aún así no será igual para todos, porque en el desastre
surgirán nuevos jefes, nuevos dueños (ya están tomando posiciones ventajosas), ya
que no hemos aprendido a salvarnos juntos, o sea, todos, por nuestra cuenta,
como humanos.
En cambio hemos despreciado la
ayuda fundamental, la que de verdad da consistencia, porque nos compromete ante
nosotros mismos, a ser mejores, y con los demás, a mirarlos de igual a igual,
aunque seamos diferentes, pero hijos del mismo Padre, todos, y por tanto hermanos,
solidarios.
Puede ser que no haya otra
oportunidad, y esta sea la última crisis de la humanidad, la última oportunidad
para habernos salvado todos, apoyándonos en nuestras necesidades y flaquezas.
No hemos sabido escuchar la verdad, no hemos sabido esperar lo mejor, siempre
por llegar si de verdad se empeña uno en conseguirlo; no tenemos confianza en
el futuro, (por eso cuesta tanto tener un hijo, cuidarlo, quererlo); no esperamos... nada bueno de los hombres, unos contra otros; unos que se creen superiores, diferentes, convierten a los demás en un estorbo para sus
fines, y no los soportan, los desprestigian, los eliminarían si fuera preciso,
si no físicamente al menos socialmente y moralmente.
En cambio, según nos enseña la
Biblia, el Creador sí que es tolerante, y generoso, pues hace que salga el sol y
crezcan los alimentos para buenos y malos; que asigna el mismo salario para el
que empieza la jornada por la mañana, al mediodía o por la tarde; que premia al administrador
astuto que hace amigos entre los
deudores con su señor rebajándoles las deudas; que nos enseña a no acaparar, a
fijarnos en la naturaleza: en la belleza de los lirios del campo, en las aves,
que no siembran ni hilan pero el Padre celestial las alimenta...
De Allí sale la luz que
necesitamos para orientarnos en este mundo: Dichoso el que teme al Señor... En
las tinieblas brilla como una luz, el que es justo, clemente y compasivo... no
temerá las malas noticias, su corazón está firme en el Señor..., su caridad es
constante, sin falta, y alzará la frente con dignidad... El malvado al verlo se
irritará... la ambición del malvado fracasará.
Pero, como si no cupiéramos todos
en la Humanidad, algunos quieren convertirla en una mera ideología, que
establece los criterios y determina quienes son humanos y quienes no, aunque
compartan exactamente su apariencia; quienes tienen derechos, y pueden por
tanto exigir, y quienes no tienen derecho a nada. Por eso existen hoy tantas
periferias, como le gusta decir al Papa Francisco, porque hay demasiadas
barreras, no solo económicas, también ideológicas, por afinidades y por gustos,
hasta por la moda, etc.
Parece que fuéramos caminando hacia
atrás, y ya hubiéramos llegado a la fase cainita... y consecuentemente estuviéramos ya muy cerca de volver al
paraíso, los que así lo esperen y hubieran hecho los méritos necesarios; o,
quién sabe si otros irán al infierno, por haberse rebelado contra el mismo Dios,
que, en silencio, soporta nuestras impertinencias, día tras día, generación
tras generación...
Bueno, quizá no sea más que el
desahogo de alguien que quiere hacerse intérprete de muchos que padecen la crisis
en alguno de sus frentes: personal y moral, familiar, social, económica, o en dos
o tres, o incluso en todos al mismo tiempo, y por eso no sabe muy bien lo que
dice, desbordado por la realidad. No sé si sería mejor guardar silencio y
esperar a que escampe, para estar
dispuesto a reanudar el camino más
despejado y seguro cuando cese la
crisis. OM
Nunca callar. Lo único que ha veces te queda es protestar.
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