sábado, 30 de julio de 2016

Un mundo mejor


 Daniel Medina Sierra


Encontrar la voluntad, en el siglo XXI, de cambiar aspectos fundamentales de nuestro desarrollo moral y espiritual requiere de un esfuerzo colectivo sin precedentes en la historia de la humanidad. Requiere de un examen de consciencia profundo e individual para, posteriormente, llegar al mismo resultado colectivo.
Es indispensable desechar distintos tabúes, prejuicios e incluso gran parte de nuestra identidad, ya contaminada por los bombardeos ideológicos y morales que inevitablemente llevamos como una carga pesada e inútil.


Explorar sin tapujos ni limites la esencia de nuestra consciencia, o lo que es lo mismo, escuchar nuestras almas sin interpretaciones externas. El diálogo entre Dios y nuestro ser o esencia divina debe ser abierto, pues es la única forma de construir una sociedad sana y evolutiva en todos los sentidos.
Si pensamos en la relatividad de nuestra existencia y en el escaso tiempo que permanecemos en este plano existencial, llegaremos a conclusiones que, aunque razonadas con la mente, tiene paralelismos con nuestra consciencia divina.


Una de estas es la inexorable pérdida de todos nuestros bienes materiales, que, aún siendo conscientes de ello, estamos ligados a éstos. Es una cuestión educacional fundamental tanto en nuestra infancia como en nuestra etapa adulta, tratar de aprender y enseñar a escuchar lo que nuestro corazón nos dicta, a estar por encima de las simples necesidades mundanas que tanto daño hace a nuestra sociedad.


El punto de partida de todo ser es la incuestionable realidad de que somos más que un conjunto de células extraordinariamente complejas y que no somos fruto de la casualidad. En ese punto empezamos a hacernos las eternas preguntas sin, aparente , respuesta ¿Quién soy, de dónde vengo, a donde voy...? con una mente y un corazón abierto llegamos a asomarnos a esa otra realidad, una realidad más amplia y optimista que la mera realidad material.
  

Consientes de la unión indisoluble con algo más amplio que nosotros, llamemos Dios, Consciencia cósmica, ente superior... somos también conscientes de la unión entre todo ser viviente, el descubrimiento de esta verdad universal abre un amplio abanico de oportunidades en el desarrollo humano. La relación conjunta de nuestras almas, el efecto mariposa, acción y reacción ampliamente debatidos en sendas conferencias en todo el mundo, expertos de todo el mundo llevan mucho debatiendo estos temas.


Las conclusiones y teorías difieren unas de las otras, pero lo importante es que estas cuestiones fundamentales para el ser humano no queden relegadas a dogmas de carácter religioso. El hecho mismo de que se empiece a tomar en serio fuera de los templos y religiones nos indica que Dios nos habla a todos con un lenguaje distinto.

Una sociedad sin alma está abocada a la extinción, una sociedad que muere sin saberlo, una sociedad sin distinción del bien y del mal. Es nuestra primera y última meta si queremos un mundo mejor.

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