JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS
Solo se puede ver una
pequeña parte del mundo. La mayor parte de sus bellezas no son visibles.
Distinguir entre lo que es simple apariencia y lo que tiene valor, aunque bajo
un manto sucio y feo, es el mayor de los desafíos al que nos tenemos que
enfrentar.
Hay quien no reconoce la
existencia del amor solo porque no lo puede ver. ¿Es que alguien duda de la
existencia del aire? ¿Y del viento, que es aire en movimiento?
Tocamos la vida como la
música. Y ella nos toca. Somos compositores, instrumentos y sinfonías. Con
fallos y desafinamientos, inmensos altos y bajos... pero siempre adelante y más
alto... rumbo al cielo.
Necesitamos aprender a
cerrar los ojos a las superficialidades y a fijar la mirada en lo que tiene
verdadera belleza...confiarnos a la luz que nos ilumina el corazón, que
calienta la voluntad y es la raíz de
nuestras fuerzas más íntimas.
Los ojos pueden incluso
incendiarse con lágrimas ardientes, pero no debemos nunca dejar de creer que un
día veremos la verdadera paz, aquella que solo merece quien vive sin grandes
exigencias.
Al final, aquello que ven nuestros
ojos es solo apariencia, la parte de fuera. Importa mirar dentro de las cosas,
hacia nuestro interior y el de los otros...
Tal como una bella melodía,
el silencio que le sigue también forma parte de ella. A veces, hemos de
pararnos... para sentir nuestro corazón –que no vemos... para admirar lo
invisible... para agradecer... para soñar... y para que aprendamos a dar lo
mejor que somos y soñamos ser.
En la vida, más que la
excelencia de una nota, lo que importa es lo que se toca y la forma como se toca...
y el silencio que le sigue...
Y lo que queda... después
que pasa todo el resto.
Ilustração de Carlos Ribeiro
http://rr.sapo.pt/artigo/57442/anatomia_do_invisivel
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