Daniel Medina Sierra
La
experiencia es el grial de todo ser humano, todos sabemos por instinto que es
la única forma de saber quién somos realmente.
Es
la culminación de una obra, sea dantesca sea angelical. No es solo lo que
aprendemos de nuestras experiencias, también es a donde dirigimos esa lección.
Si un chico me agrede aprendo más de una lección. A defenderme cuando la
situación se vuelva a dar, a retirarme para no lastimar o que me lastime, a
agredir a otros, a ser pacifico y luchar con otras herramientas que no sean los
puños.... ¿cuál es el camino correcto? la experiencia te lo dirá.
No
es cuestión de ser un erudito, un estudioso, un superdotado; es cuestión de
sentido común. Miramos a nuestro alrededor y percibimos una realidad, esa
realidad se distorsiona y cambia cuando es otro el que la percibe, es más,
nuestra propia realidad cambia cuando experimentamos distintas vivencias en
nuestra vida. Un día eres niño y crees que todo es posible, crees en duendes y
hadas y en los reyes magos. Eres adolescente, y crees que eres el único en el
mundo, que puedes cambiarlo, te comes el mundo.
El
fin la edad del pavo, aquí es más larga, algunos mueren con el pavo a cuestas. Ya
eres adulto, y alcanzas cierta madurez y la sensatez se posa en tu cabeza,
piensas antes de hablar, aprendes es escuchar y a equivocarte sin tener que dar
pataletas, es decir, aprendes de tus errores, no hablas de asuntos que están
por encima de tus conocimientos y en caso que quieras aprender, lo harás
escuchando.
Yo
digo siempre que la experiencia es un don, el don más preciado que podamos
tener.Pero, este don se aplica a aquellos que experimentan y aprenden.
La
experiencia no es gratuita, lleva implícito un precio, un precio muy caro.
Debes vivir, sentir y finalmente concluir tu experiencia con la respuesta.
Vivir, sentir, reflexionar y resolver, un ejercicio pesado.
Muy
pocas personas saben que cada experiencia por muy amarga que sea es un regalo,
es una puerta a tu verdadero ser, la llave de tu alma que reconocerás cuando te
encuentres frente al espejo. Es de un valor incalculable y por eso tantos la
buscan por la puerta de atrás.
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