Ayn Rand
“La cosa más inmoral del mundo es atacar a alguien por sus virtudes”
La envidia, etimológicamente,
del latín: invidia, ‘no ver’. Según los diccionarios, disgusto por el bien
ajeno. Deseo de poseer lo que el otro tiene (acompañado de odio al poseedor).
La envidia es producto del
disgusto desencadenado por el sentimiento de inferioridad. En el mito bíblico que
describe la creación del mundo, la caída de la humanidad se produce cuando la astuta serpiente –envidiosa
de la supremacía de su Creador- ofrece a la mujer la manzana prohibida,
depositaria del conocimiento del bien y del mal. Aún más, conforme con la
fuente bíblica, el primer fratricidio practicado sobre la tierra es igualmente
patrocinado por la envidia.
Admitir que se es envidioso
es reconocerse mediocre en una u otra faceta de la vida, razón por la cual la
envidia es el más negado de todos los sentimientos. Todo el mundo se ve envidiado.
Envidioso, claro, es siempre otro.
No obstante, cuando una
persona se ufana de no haber sentido
nunca envidia, no se trata, es obvio, de una criatura pronta para ser
canonizada, sino más bien de alguien que se niega a luchar con los propios
sentimientos.
Resquicio de nuestro
instinto de conservación, la envidia es innata. No es necesario aprenderla.
Cuando se comprende bien, es conducida, se transforma en sana admiración por
los hechos ajenos y consecuente estímulo para la aplicación de las propias
potencialidades. Cuando es reprimida, se convierte en frustración y actitud vengativa.
En esas condiciones, sirve de base para críticas mordaces, comportamientos
corrosivos y, no es raro, criminales, que miran siempre la destrucción del
envidiado.
Con su vocabulario lúcido y
conciso, la filósofa y dramaturga Ayn Rand (1905-1982) habla acerca de lo que
ella denominó “La era de la envidia”
http://www.revistapazes.com/coisa-mais-imoral-da-terra-e-atacar-alguem-por-suas-virtudes/
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