Los cristianos no se distinguen de los demás hombres ni por su
tierra, ni por su lengua, ni por sus costumbres. …La doctrina que les es propia
no ha sido hallada gracias a la inteligencia y especulación de hombres curiosos.
Habitan en sus propias patrias, pero como extranjeros; participan en todo como
los ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros.
Se
casan como todos y engendran hijos, pero
no abandonan a los nacidos. Ponen
mesa común, pero no lecho... Están sobre
la tierra, pero su ciudadanía es la del cielo. Se someten a las leyes
establecidas, pero con su propia vida
superan las leyes. Aman a todos, y
todos los persiguen... Son llevados a la muerte, y con ello reciben la
vida. Son pobres, y enriquecen a muchos
(/2Co/06/10)... Son calumniados, y en
ello son justificados. «Se los insulta, y ellos bendicen» (1 Cor 4, 22).
Hacen el bien, y son castigados como malvados. Ante la pena de muerte, se alegran como si se les diera la vida.
…
lo que es el alma en el cuerpo, eso
son los cristianos en el mundo.
… están
por todas las ciudades del mundo.
…
habitan también en el mundo, pero no son
del mundo...
…
y el mundo aborrece a los cristianos sin
haber recibido mal alguno de
ellos,
sólo porque renuncian a los placeres.
…
los cristianos aman también a los que les odian. ..
…
El alma inmortal habita en una tienda mortal, …mientras esperan la
inmortalidad en los cielos.
… El alma se mejora con los malos
tratos en comidas y bebidas, y los
cristianos, castigados de
muerte todos los días, no hacen sino aumentar:
tal es la responsabilidad que
Dios les ha señalado, de la que no sería
licito para ellos desertar.
…
lo que ellos tienen por tradición no
es invención humana:
·
el que es
verdaderamente omnipotente, creador de todas las cosas y Dios invisible, él
mismo hizo venir de los cielos su Verdad y su Palabra santa e incomprensible,
haciéndola morar entre los hombres y estableciéndola sólidamente en sus corazones.
·
No envió a
los hombres … a un servidor suyo, … sino al mismo artífice y creador del
universo, Aquel por quien todo fue
ordenado, delimitado y sometido: … A éste envió Dios a los hombres.
·
Ahora bien,
… lo envió con bondad y mansedumbre,…, como hombre lo envió a los hombres, como
salvador, para persuadir, no para violentar…. Lo envió para invitar, no para
perseguir; para amar, no para juzgar. Ya llegará el día en que lo envíe para
juzgar, y entonces ¿quién será capaz de soportar su presencia?...
… Pero después que lo reveló por medio de su
Hijo amado y manifestó lo que tenía preparado desde el principio, nos lo dio
todo de una vez, a saber, no
sólo tener parte en sus beneficios, sino ver y comprender lo que ninguno de
nosotros hubiera jamás esperado.
… nos permitió que nos dejáramos llevar a
nuestro antojo por nuestros desordenados impulsos,... No es que tuviera en
manera alguna complacencia en nuestros pecados, pero los toleraba (…) y
habiendo quedado bien patente que nosotros por nosotros mismos no podíamos
entrar en el reino de Dios, se nos conceda ahora la capacidad de entrar por el
poder del mismo Dios (…) nos soportó, y compadecido de nosotros cargó sobre sí
nuestros pecados. ÉI mismo «entregó a su propio Hijo» (Rm 8, 32) como rescate
por nosotros: al santo por los pecadores, al inocente por los malvados, «al
justo por los injustos» (1 Pe 3, 18), al incorruptible por los corruptibles, al
inmortal por los mortales
... Si deseas llegar a
alcanzar también tú esta fe,
No
tienes idea de la alegría que te llenará
cuando llegues a alcanzar este conocimiento,
o del amor que puedes llegar a
sentir para con aquel que primero te amó hasta tal extremo.
Y cuando llegues a amarle, te
convertirás en imitador de su bondad…
la felicidad no está en dominar
tiránicamente al prójimo, ni en
querer estar siempre por encima de los más débiles, ni en la riqueza, ni en la
violencia para con los más necesitados... Más
bien el que toma sobre sí la carga de su prójimo, el que en aquello en que
es superior está dispuesto a hacer el bien a su inferior, el que suministra a
los necesitados lo que él mismo recibió de Dios, éste se convierte en Dios de
los que reciben de su mano, éste es imitador de Dios.
·
Entonces,
aunque morando en la tierra, podrás contemplar cómo Dios es el Señor de los
cielos; entonces empezarás a hablar los misterios de Dios; entonces amarás y
admirarás a los que reciben castigo de muerte por no querer negar a Dios;
entonces condenarás el engaño y el extravío del mundo, cuando conocerás la
verdadera vida del cielo, cuando llegarás a despreciar la que aquí se tiene por
muerte, cuando temerás la muerte
verdadera, que está reservada para los condenados al fuego eterno que ha de
castigar hasta el fin a los que a él sean arrojados. Entonces, cuando hayas
llegado a tener conocimiento de aquel fuego, admirarás a los que por causa de
la justicia soportan este fuego temporal, y los tendrás por bienaventurados.