jueves, 25 de septiembre de 2014

Cuando la libertad nos viene grande



Esta mañana han acudido a la oficina más usuarios que cualquier otro lunes del año, y también las personas presentaban un perfil, como se dice ahora, diferente, aunque desde hace algún tiempo veíamos como este perfil  iba siendo el perfil más frecuente. No vienen tantos extrajeros, ni tampoco aquellos españoles que llevan la mayor parte de su vida como personas sin techo; hoy vienen personas que han sido trabajadores más o menos cualificados, que protestan abiertamente de la situación económica, de la justicia, de la sociedad, incluso en algunos casos bastante ideologizados, sean de izquierdas o de derechas, y también algún antisistema. Casi todos tienen alguna ida que ofrecer para arreglar el país, o mejor dicho España, y en la mayoría se deja traslucir una añoranza de tiempos mejores...

Hoy hablamos de la libertad. Buen tema. Pero no  lo tratamos en plan teórico, sino práctico, y más concretamente en contraste con la cárcel o la prisión. Un voluntario se interesó por la vida en los Penales del Puerto I, II III y IV… y nuestro amigo G., que  ha “disfrutado” uno de ellos, los describía como una “residencia” confortable: con piscina, tele de plasma, se permite la relación entre hombres y mujeres, incluso un paseíto por los alrededores de la cárcel, si te portas bien. Bueno, el hombre estaba entusiasmado describiendo las comodidades de la cárcel, además, por supuesto, de la seguridad que ofrece y la buena alimentación.

Estaba entusiasmado describiendo la vida en la  cárcel porque, comparada con la vida en la calle, sin expectativa de trabajo y sin poder desarrollar una vida social normal, en ese caso la libertad puede incluso resultar otra condena bastante insoportable,  llegando en ocasiones a delinquir voluntariamente para regresar a la cárcel.

¿Cómo podemos entonces considerar nuestras leyes justas y a nuestras cárceles los sitios más adecuados para promover la rehabilitación de los presos, si  quienes han estado dentro de ellas las prefieren a la vida en la calle, siendo libres?, Quizá no saben qué hacer con su libertad, o no pueden ejercerla como ellos pretenden, porque no tiene medios, y no pueden demostrar así que están en condiciones de reinsertarse con plena normalidad en la sociedad. Existe un verdadero desequilibrio entre la sociedad real y lo que espera cada uno de ella, y no veo yo que esto tenga fácil remedio, salvo cuando se toman  decisiones personales firmes.


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