domingo, 28 de septiembre de 2014

Verdades virtuales




                                                        Ilustração de Carlos Ribeiro

No hay varias verdades, ni cada hombre tiene la suya. Verdad hay solo una… las mentiras sí son muchas.

Los recientes avances en las tecnologías han distorsionado los pilares fundamentales de las relaciones humanas. Las personas andan confusas con tantas luces, casi incapaces de dar respuestas serias y, cuando las dan, son arrogantes. Como si hubiesen perdido la capacidad de filtrar, de comprometerse y de reconocer la humildad fundamental de cada uno de nosotros.

Viven como si Dios no existiera. Todo es relativo, no creen en compromisos, nada ocurre sino en la superficie y de forma rápida y pasajera. Prefieren mentir y parecen admirar a quien le miente. Se desaniman por eso si les exigen sacrificios reales. Se sienten el centro del mundo donde los otros parece no quieren colaborar. Una especie de multitud de reyes y reinas en busca de quien los venere.

La propia vida es herida con base en la imagen, en el brillo que sólo tiene para quien no los conoce… Intentan, a toda costa, impresionar. Comienza a ser difícil encontrar algo entero e íntegro, que se entregue de forma completa, que arriesgue y se arriesgue con todo. Sin nada que esconder.

Tal vez porque nunca han sido amados, no aman, y como no aman… no comprenden. ¡Llegan a pensar que es sólo algo tan poético como irreal!

¡El amor asusta! Es cierto que implica entregar la vida, sufrir. ¡Pero es la única forma de llegar a ser feliz! Frente al amor, todas las otras alegrías son fingimientos.

No se cambia el corazón de nadie contra su voluntad, pero un ejemplo concreto de amor mueve montañas.

Sólo quien ama enseña a amar. Los otros sólo engañan…

Quien finge amar, huye del verdadero amor.


Hay gente que no sabe donde está el cielo…

sábado, 27 de septiembre de 2014

De Tetuán a Nanclares de Oca.



R. ha entrado en la oficina, muy educado, adopta una pose muy formal, muy “profesional”. Su aspecto es el de un hombre mayor,  bien vestido, limpio, rasurado, y de aspecto muy saludable para su edad y la  vida que se supone ha llevado cualquier persona que entra en este centro.

No parece fácil la conversación con él pues, como él nos dijo, vive en completa soledad, y no habla con nadie, no se fía de nadie, nunca se sabe, y como su vida ha sido todo “lo contrario de las apariencias”, como él mismo nos dirá después, pues mejor no tentar la suerte. Esa es la razón de su aparente hieratismo al principio, ver, observar, tantear el ambiente, y si conviene hablar, hablará, si no, no hablará, en todo caso ya tiene estudiada la respuesta. Porque, ocurrente lo es y mucho: “señora, esta camisa puede ser suya,  de su marido o cualquier otra persona, no es mía, es prestada”, esta fue la respuesta que dio a una señora que le “reprochó” que iba muy bien vestido para ponerse a pedir; la señora quedó tan desconcertada que no acertó a responderle y le dio dos euros, y él agradecido, era lo que pretendía, sacar más dinero. Como vemos sabe decir las cosas muy claras sin ofender.

Efectivamente, hace falta ser muy muy listo para haber sobrevivido huérfano de padre  desde niño,  acostumbrado a una vida de auténtico pícaro, ya que su madre o no podía o no le preocupaba mucho  la conducta de su hijo. Esta situación familiar tiene lugar en Tetuán, siendo entonces protectorado español, por lo que se verá trasladado al reformatorio de Cádiz, por petición de su propia madre, cansada de que los vecinos le afearan la conducta de su hijo. Del reformatorio, de aquellos tiempos, auténtica escuela de cacos y pillos, sale a la vida hecho un licenciado en robos, que, naturalmente darán con él en la cárcel, nada menos que en Nanclares de Oca, allá en el norte,  donde el frío y las nevadas son otro castigo añadido para él, y fueron veinte años de su vida, de los setenta que ahora tiene.

Nos cuenta un paréntesis honrado en su vida en el que trabajó en un barco como mozo en la sala de máquinas. Aquí fue donde, según él nos dice una y otra vez, cometió el mayor error de su vida. Tenía un  trabajo y podría haber vivido muy bien, con un futuro como cualquier persona decente, y haber formado  una familia; pero aquí vino a tentarle el lujo, un compañero llegó todo enjoyado, se cambió, dejó su ropa y sus joyas como todos y R. que lo vio, deslumbrado, cayó en el engaño, se decidió por el dinero fácil. Lo gastó todo en una noche y, naturalmente lo cogió la policía, así ingresó en la cárcel.

Hoy es un hombre solitario, sigue culpándose de su mala vida, por eso acepta lo que le den de muy buena gana, y sólo utiliza su habilidad para el engaño cuando le es necesario. La verdad es que nos hemos reído a placer cuando nos contaba cómo simulaba estar destrozado para entrar en un albergue, o cuando se vestía de señor elegante para dar un golpe. Bromas a parte nos confesó muy sinceramente: “No he podido  formar una familia,  no voy a dejar nada bueno tras de mi. Estoy fuera de juego, no me engaño, sé lo que he sido”.

Yo traté de animarle diciéndole que Dios sabe por qué estamos aquí, que a veces no nos enteramos ni nosotros mismos, entonces él dio gracias a la Providencia por haberle permitido llegar hasta aquí con tan buena salud. A pesar de sus defectos R. es un compendio de valores que hoy no se aprecian,  y es un auténtico maestro de la vida, con un dominio del lenguaje que es un placer escucharlo, a pesar de la dureza de su vida. Dijo tal cual: “cuántas personas habrán pasado por sus ojos”, queriendo decir que el capellán del formatorio ya no se recordaría de él, en cambio él todavía guardaba un recuerdo de él, ni bueno ni malo, así vemos cómo no le ha cegado el rencor a R.

Por encima de todo R. es un señor elegante, noble, sabe distinguir perfectamente entre el bien y el mal, y como reconoce que ha hecho mal, no exige nada, agradece la “caridad” (él mismo usa esta palabra, no anda con remilgos o eufemismos como ahora se estila) sin ofenderse jamás.

Aún me quedaba por descubrir otra cualidad en R. que es extraordinaria; cómo ha sido capaz de conservarla teniendo que afrontar una vida tan calamitosa, habitando lugares inhóspitos y crueles, donde la  inocencia ha sido sustituida radicalmente por la ley de la supervivencia, cómo ha logrado mantener intacto y en toda su frescura el ideal de  familia, que le permite admirar  cada niño que pasa por la calle como si fuera suyo y adornarlo con un piropo elegante a él y a los padres que lo acompañan.

Cuántas veces le he oído en tan corto espacio de tiempo como nos conocemos que su única añoranza, lo único que de veras lamenta, es no haber podido formar una familia, no dejar una hulla tras de sí. No pude entonces por menos de decirle que era un hombre bueno, que esa idea tan pura y tierna que conservaba como un tesoro, esa idea lo salvaría, que desechara el pesimismo y la desesperanza de merecer algo bueno, que un amor puro como el que él conservaba lo salvaría, porque había logrado que su vida no resultara estéril, lo convertía en  un auténtico ejemplo  de cómo se mantiene intacta una idea noble por muchas y fieras que hayan sido las acometidas.

Quizá, R., esa idea tan pura y sencilla, tan inocente como un niño, te ha preservado, te ha servido de talismán contra el deterioro físico y moral, y además hace de ti un hombre generoso que  reparte consejos, gracias y buenas palabras donde quiera que te encuentres. ¿Ves como no ha sido inútil tu vida, pues eres capaz de ver  lo que es bueno para ti en los demás y agradecérselo?

Yo estoy convencido, R., que hay personas que tienen una vida de renuncia, sólo realizable en su imaginación, me explico, hay personas que siendo capaces de imaginar una vida muy feliz sin embargo nunca encuentran con quién llevarla a cabo, pero su ideal no se marchita con el tiempo ni con los desengaños, al contrario, ese ideal tiene cada vez más sentido, y cuando ve atisbos de esa felicidad  en otros sabe reconocerlos y fomentarlos, y esa es su vida, como si fuera una especie de encargo o  misión: ver y hacer ver a cada uno lo bueno que hay en él.


viernes, 26 de septiembre de 2014

Un comentario inoportuno




Esta mañana hemos tenido una conversación acalorada sobre el aborto, y reconozco que no he sabido defender con eficacia la necesidad de su erradicación frente a la tolerancia o la permisividad. De nuevo no me he dado cuenta, o no he sabido evitar un agotamiento inútil, que pretendía más imponer mi criterio que convencer, seguramente. Otra lección que espero saber aprovechar.


Me acompañaron a casa dos amigos, bien porque me vieron un poco agotado por el acaloramiento de la discusión, o porque les apeteciera seguir hablando; yo se lo agradecí de todos modos. Continuamos sacando conclusiones por el camino y hablamos  de otros temas, de la fe y de los comportamientos que suelen tener las  personas que viven mucho tiempo en la calle.


Ya nos despedíamos, porque llegamos a mi casa, y se me ocurre decir, mirando al cielo, cubierto de nubes que salían a borbotones entre los edificios, qué bonito está el cielo, mirando un espectáculo así disfruto y en seguida pienso en Dios… Quería decir algo ligero o gracioso para terminar la conversación…  

La respuesta de uno de ellos fue instantánea: pues a mí eso me sugiere problemas, lluvia, frío, tener que buscarme un refugio seguro... Mi frasecita había sido cuando menos inoportuna, si no pedante. Un comentario tan simple pone en evidencia la enorme diferencia entre tener un techo y no tenerlo, vivir en la calle o en tu propia casa; aunque veamos las mismas cosas unos y otros, no las sentimos de la misma manera.


Tiene razón el otro acompañante cuando dice que está muy dolido con la sociedad, porque muchas personas, aunque vean a otros, incluso aunque sean vecinos o próximos,  sufriendo necesidades materiales o espirituales, no se inclinan para escuchar, y socorrer…

¡Cuánto mal nos hacemos!



Esta misma tarde se me escapó delante de una mujer joven una frase terrible: “¡cuánto mal hay, ¿verdad?; mucha gente se cree buena, pero hay que ver cuánto mal nos hacemos”! Venía a mi cáritas parroquial a entregar los papeles que les habíamos pedido con la esperanza de ser seleccionada para un programa de ayuda económica que ofrecen conjuntamente una antigua caja de ahorros y Cáritas Diocesana.

No pude por menos de decirle eso después de lo que me había dicho y siendo ya la mujer número cinco que venía en circunstancias parecidas: Familia numerosa, no recibe ninguna ayuda o a lo sumo unos míseros euros al año, separada, aunque en su caso la separación es temporal, porque su pareja está en prisión y le queda la mitad de la condena, tres años más sin poder contribuir a la manutención de la familia. ¿¡Cómo se las arreglan estas mujeres para sobrevivir, y criar unos niños estupendos!?

De las nueve familias  que entregaron hoy los papeles, tres más también estaban separadas, dos presentaban la condena contra los exmaridos o parejas por malos tratos. Otras, en cambio permanecen unidos, pero los dos desempleados, en unos casos son españoles, vecinos de toda la vida del barrio, otros son extranjeros y algunos sin papeles, como es el caso de la que he llamado en otra ocasión “otra madre coraje boliviana”, que tira ella por todos, el marido y cinco hijos, aunque después de muchos años no ha conseguido que el marido y sus dos primeros hijos reciban la nacionalidad española, y ha invertido en ello lo que no tiene, me consta, y también le hemos ayudado nosotros sin conseguirlo; ese fue el último intento fallido que la hizo llorar, pero sólo delante de nosotros, no de los niños. Hoy nos contaba emocionada cómo la maestra  había alabado a su hija mayor (la que aún no está nacionalizada) “es una chica maravillosa, muy buena. Ojalá tuviéramos muchos niños como Romina”.

Con lo que acabo de decir creo que queda contrarrestada la frase terrible del principio, también  hay mucho bien:  en los que no tienen medios pero saben vivir aprovechando lo poco que tienen, con buen humor, sin rencor, y en los que se ofrecen voluntarios para ayudar o dan de lo que tienen. Hoy me dio mucha alegría darle los papeles a una señora para hacerse socia de cáritas, precisamente a tres días de haberme enterado que tenemos que ir pensando en que se cerrarán algunos servicios de cáritas, como el de atención a personas sin hogar, porque las subvenciones de las instituciones no llegan. Al menos en las parroquias, gracias a las colectas y donativos, se podrá seguir con la ayuda; en nuestra parroquia las colectas se mantienen y los donativos en mano son más y mayores.


Está claro, frente al mal el bien no se queda pasivo, actúa, y generalmente sin ruido; no son pocas las personas que prefieren que no se sepa lo que dan, ni siquiera se sepa que dan.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Cuando la libertad nos viene grande



Esta mañana han acudido a la oficina más usuarios que cualquier otro lunes del año, y también las personas presentaban un perfil, como se dice ahora, diferente, aunque desde hace algún tiempo veíamos como este perfil  iba siendo el perfil más frecuente. No vienen tantos extrajeros, ni tampoco aquellos españoles que llevan la mayor parte de su vida como personas sin techo; hoy vienen personas que han sido trabajadores más o menos cualificados, que protestan abiertamente de la situación económica, de la justicia, de la sociedad, incluso en algunos casos bastante ideologizados, sean de izquierdas o de derechas, y también algún antisistema. Casi todos tienen alguna ida que ofrecer para arreglar el país, o mejor dicho España, y en la mayoría se deja traslucir una añoranza de tiempos mejores...

Hoy hablamos de la libertad. Buen tema. Pero no  lo tratamos en plan teórico, sino práctico, y más concretamente en contraste con la cárcel o la prisión. Un voluntario se interesó por la vida en los Penales del Puerto I, II III y IV… y nuestro amigo G., que  ha “disfrutado” uno de ellos, los describía como una “residencia” confortable: con piscina, tele de plasma, se permite la relación entre hombres y mujeres, incluso un paseíto por los alrededores de la cárcel, si te portas bien. Bueno, el hombre estaba entusiasmado describiendo las comodidades de la cárcel, además, por supuesto, de la seguridad que ofrece y la buena alimentación.

Estaba entusiasmado describiendo la vida en la  cárcel porque, comparada con la vida en la calle, sin expectativa de trabajo y sin poder desarrollar una vida social normal, en ese caso la libertad puede incluso resultar otra condena bastante insoportable,  llegando en ocasiones a delinquir voluntariamente para regresar a la cárcel.

¿Cómo podemos entonces considerar nuestras leyes justas y a nuestras cárceles los sitios más adecuados para promover la rehabilitación de los presos, si  quienes han estado dentro de ellas las prefieren a la vida en la calle, siendo libres?, Quizá no saben qué hacer con su libertad, o no pueden ejercerla como ellos pretenden, porque no tiene medios, y no pueden demostrar así que están en condiciones de reinsertarse con plena normalidad en la sociedad. Existe un verdadero desequilibrio entre la sociedad real y lo que espera cada uno de ella, y no veo yo que esto tenga fácil remedio, salvo cuando se toman  decisiones personales firmes.


miércoles, 24 de septiembre de 2014

Una mañana de emociones



Esta mañana estaba la oficina llena de transeúntes, el frío repentino ha empujado a muchos a buscar refugio en el hogar. Hoy tenía yo otra misión y estuve menos tiempo, el suficiente para disfrutar de tres escenas conmovedoras que no quiero dejar pasar para que no caigan en el olvido, devoradas por el vértigo de acontecimientos que provoca la crisis diariamente.

Nuestro amigo D., que lleva ya una temporada entre nosotros, aunque añora el clima de Canarias, estaba esta mañana en su puesto, aterido de frío,  pidiendo unas monedas, solo las suficientes para comprar algo de comer.

Yo llegué a la oficina y, como he dicho, estaba llena; aún así entró F. con su silla de ruedas y traía una cara como jamás le había visto, feliz, radiante, de manera que parecía que volaba , y como no acertaba a hablar le pregunto qué pasa, qué buena noticia traes, suéltala ya, y contesta emocionado: “ya tengo la pantalla, además grande”; quién te la ha dado, le pregunto, y me dice que se la han proporcionado en “Madre Coraje”. Esta pantalla significa mucho para F., significa que ya está a punto de poner en marcha el mecanismo que le hacía falta para ganarse la vida, e incluso piensa en llegar a obtener beneficios para ayudar a otros.

Por fin, llevamos meses tratando de conseguir un ordenador para que F. desarrolle sus capacidades de informático, él tiene una prisa enorme porque dice, con toda naturalidad, que como está en fase terminal teme quedar totalmente incapacitado antes de procurarse algunas mejoras o comodidades en su vida. Hacía después balance de sus últimos meses: seis durmiendo en un cajero, seis en un piso caro y malo, y tres con una compañía aceptable, y aquí viene la segunda emoción de la mañana.

Cuando ya nos hemos repuesto un poco de la primera me regala la segunda emoción: mirándome con esa mirada que pone cuando está en su mejor momento me dice. “¿le llevas un café a D., que hace mucho frío?”…Esto ya me desborda, de las quejas continuas han pasado en poco tiempo a esta amistad y esta familiaridad incluso. Por supuesto que no hizo falta que me lo pidiera dos veces.

Cuando llegué con el café al puesto de D. lo encuentro acurrucado por el frío, pero no sólo, tiene los ojos húmedos y me mira y me dice con la voz entrecortada:”estoy llorando de emoción. Acaba de pasar un chico joven y me ha dado esta braga - señalando el cuello bien abrigadito-, se lo ha quitado él, que la llevaba puesta y me la ha dado. Y ahora me traes el café…”; era lo que le faltaba hoy a D.”


F. siempre se despide con un “Que Dios te bendiga”, y cualquier favor que recibe lo toma por una bendición, por eso la mejor manera de terminar hoy el relato es: “bendito sea Dios”.

Dos placeres diferentes, opuestos, excluyentes



Hoy ha sido un día bastante especial, y no es porque hayan ocurrido cosas malas a mí alrededor, que sí han sucedido, sino porque de todo ello estoy en condiciones  quedarme con estas dos anécdotas, bueno algo más que anécdotas, dos reflejos de la realidad.

No puede renunciar al momento de placer que le proporciona la droga, confiesa un usuario de este servicio,…enganchado desde los catorce años y van otros tantos, con intervalos en centros de desintoxicación…Si no hubiera centros de acogida, ayudas estatales, regionales,  municipales, personales…¿qué pasaría? ¿qué sería de tantas personas que han renunciado a su libertad por la dependencia…creyéndose libres?
Pero, ¿sobrevivirán a la crisis estas ayudas, o en nombre de la economía se irán suprimiendo, sin tener en cuenta a las víctimas, cada día más y más desesperadas, que dependerán de su propia voluntad y recursos?

“Megalomanía místico religiosa”, así, con toda naturalidad, nos confiesa que le han diagnosticado los médicos del centro donde la metieron a la fuerza, o engañada, y lo dice con una sonrisa irónica, como diciendo: “sí, a mí me vais a vosotros a doblegar”. “Son todos ateos”, recalca, mirándome directamente a los ojos para buscar mi complicidad.

No puedo evitar que me impresione mi amiga A., es como una niña, que dice la verdad si cortarse un pelo, con gracia además; ella habla constantemente de Dios, y no se mete con nadie, al contrario, tiene una sensibilidad extraordinaria ante la desgracia ajena, y enseguida se ofrece para ayudar. Responde así, yo creo, con fidelidad “perruna” (en el mejor sentido de la palabra) al gesto que tuvo con ella hace mucho tiempo un buen samaritano que la recogió muy maltrecha e indefensa. Ella insiste en que todo lo bueno que le ocurre a ella, o cualquiera otra persona, es porque Dios lo quiere, lo mismo que los inconvenientes.

Hoy me emocionó al decirme mientras conversaba con ella: “sí, es que tú tienes ojos para ver que lo que digo es verdad, y que es Dios quien lo dice por mí, yo no soy nada, nada más que un instrumento suyo”… Y no puedo evitar mirarla ahora como quien ha sido descubierto… Es un misterio cómo nos habla Dios, que llegó a decirnos que si no nos hiciéramos como niños no entraríamos en su reino, o que de la boca de los niños (tengan la edad que tengan) sólo puede salir la verdad.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Descenso del tener-ser al puro ser





Cuánto cuesta el descenso a la marginación, el desprendimiento, lento o vertiginoso, de la familia, de los bienes, del trabajo que sostiene cuanto tengo, y cuanto soy. Porque a menudo no tenemos tiempo de ser lo que quisiéramos ser sino que somos lo que tenemos, para nuestra familia, para los amigos y para los demás, hasta el punto de que nosotros mismos creemos ser lo que los demás dicen que somos.
 

Es entonces, cuando me veo sin nada, sin nadie a mi lado, cuando caigo en un vacío tan grande que me va a costar mucho llenar. Tampoco estoy dispuesto a recibir ayuda de extraños, ni me voy a identificar con esos marginados veteranos, que vete a saber por qué están ahí abajo, además están un poco desquiciados, y cada uno tiene sus vicios y manías.

¿Y cómo se puede ayudar a una persona en este trace? Es muy difícil. Nunca imposible. El silencio respetuoso y alerta puede resultar la mejor ayuda. Hasta que haya descendido tanto y la oscuridad sea tanta, que tenga que pedir ayuda; aunque no lo haga a gritos ni conscientemente, con una mirada, con un gesto que contradice las palabras que se resisten a reconocer la debilidad, el estado de necesidad. Es tan humillante.
 
Tanta gente de mediana edad hoy pasa de este “ser-tener” a no tener, que el ser se encuentra bastante perdido, aturdido. Quizá así, tan trágicamente, muchas personas se encuentren consigo mismas, con un ser que les va a sorprender, y será el nuevo motor de una vida diferente, con otro ritmo, más pausado, con otros tonos, otra sensibilidad. Otra humanidad es posible, empezando cada uno por sí mismo.


(Las ilustraciones son de un pintor que buscaba una inspiración extraordinaria en San Fernando, y nos dejó sus pinturas como un regalo, sin la menor resistencia. Por eso quiero publicarlas con esta reflexión que me ha proporcionado su recuerdo y el de algún otro…)


Tensión entre extremos opuestos




                                                      Ilustração de Carlos Ribeiro

Cada hombre encuentra en sí mismo fuerzas contrarias que están en guerra permanentemente. Estos extremos nunca se anulan y parece no haber posibilidad alguna de descubrir un equilibrio entre ellos. Somos este ser donde, cada día, se traban infinitas luchas entre tendencias contrarias, ese mar de tempestades sin fin…. Así es el hombre. Así somos nosotros. Así soy yo

Somos un teatro de contradicciones y discordias. Escenario de batallas sangrientas. Peones en una circunstancia caótica que en nada se asemeja a la paz para la cual parece hemos sido creados.

Pero, casi nada es lineal o previsible. La vida de cada uno de nosotros está hecha de saltos repentinos, de oscilaciones abruptas. En cualquier momento todo puede cambiar.

Somos libres de escoger nuestros días y noches, pero estamos condenados a recrearnos en medio de esta inmensidad de paradojas.

Más aún, nos cumple dar sentido a nuestras elecciones, dar un sentido a nuestra vida. Un mismo episodio puede ser interpretado de diversas formas, diferentes entre sí, contrarias… Nos cumple escoger la luz que debe iluminar lo que está a su vuelta. Se escoge la forma de ver el mundo, y así se escoge el mundo en que se vive. Pero siempre, siempre, en una tensión permanente entre extremos opuestos.

A veces la desesperación se apodera de la esperanza y la angustia parece absoluta. Queremos tanto la paz, que llegamos a pensar que ella sólo es posible a través del abandono de la lucha… Pero no. Las fuerzas interiores y exteriores, de la soledad y de la comunión, las dudas de fe, jamás se anulan y parece que encuentran siempre la forma de colocarnos justo en medio de sus guerras.

Hay ambigüedades que merecen ser consideradas. Si, por un lado, ansiamos algo mucho mejor que aquello que tenemos aquí y ahora, por otro, cuando nos vemos confrontados con la posibilidad de alcanzarla, casi todos comenzamos a valorar lo que antes era insignificante. Como si sólo valoráramos lo que estamos a punto de perder… pero, en verdad, es que siempre estamos expuestos a perderlo todo. Tengamos o no conciencia de esto.

La línea que separa el bien del mal no es una línea que separa a unos hombres de otros, sino una línea que atraviesa el corazón de cada uno de nosotros. En todos nosotros hay cosas buenas y malas.

No seremos todo lo buenos que queremos, pero tampoco nadie es el mal absoluto. A cada uno le corresponde trazar esa frontera… Hasta en el peor de los seres humanos hay, hasta el final, la posibilidad de bien supremo; así también en cada hombre bueno planea, hasta el último segundo, la posibilidad de la tragedia absoluta.
Pero, en el fondo de cada uno de nosotros, hay la certeza de un sentido.

Hay otra luz… Vivimos en constante tensión entre opuestos, pero ellos no luchan los unos contra los otros, uno en cada uno de nuestros hombros tirando cada uno  para su lado. Son extremos, pero uno es el punto de partida y el otro el de llegada. Cada paso es una batalla que trabamos, a fin de apartarnos del mal y de aproximarnos al bien.

Tal vez no haya bifurcaciones delante de nosotros, en que tengamos que escoger sólo uno de los caminos… tal vez el camino sea sólo uno… en el que yo camino hacia delante… o para atrás. O… tal vez… nuestro único camino pueda sólo ser bien o mal hecho.

Cada hombre presiente, en el fondo de sí, su destino. Soy un viajero que tiene que construir con sus manos  su camino… del mal al bien. De los miedos a la felicidad. De los egoísmos al amor.

La única verdadera tensión que existe en mí es entre lo que fui y lo que quiero ser. Los saltos son necesarios ante los muchos abismos en que cerco la fe en mí…

Vivir es amar. Es llevar el corazón por los mares de los momentos hasta el fin de los tiempos, en dirección a un buen puerto que tenemos que construir a lo largo del viaje.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Aprenderás

Aprenderás.
Por Jorge Luis Borges
Después de algún tiempo aprenderás la sutil diferencia entre sostener  una mano y encadenar un alma, y aprenderás que amar no significa  apoyarse, y que compañía no siempre significa seguridad. Comenzarás a  aprender que los besos no son contratos, ni los regalos son promesas...

Aprenderás que con la misma severidad conque juzgas, también serás  juzgado y en algún momento condenado.
Aprenderás que no importa en cuantos pedazos tu corazón se partió, el mundo no se detiene para que lo arregles. Aprenderás que es uno mismo  quien debe cultivar su propio jardín y decorar su alma, en vez de  esperar que alguien le traiga flores.

Comenzarás a aceptar tus derrotas con la cabeza alta y la mirada al  frente, con la gracia de una mujer y no con la tristeza de un niño y aprenderás a construir hoy todos tus caminos, porque el terreno de  mañana es incierto para los proyectos, y el futuro tiene la costumbre de caer en el vacío.

Después de un tiempo aprenderás que el sol quema si te expones demasiado. Aceptarás incluso que las personas buenas podrían herirte alguna vez y necesitarás perdonarlas.

Aprenderás que hablar puede aliviar los dolores del alma.
Descubrirás que lleva años construir confianza y apenas unos segundos destruirla y que tu también podrás hacer cosas de las que te arrepentirás el resto de  la vida.

Aprenderás que las nuevas amistades continúan creciendo a pesar de las distancias y que no importa que es lo que tienes, sino a quien tienes en la vida y que los buenos amigos son la familia que nos permitimos elegir.

Aprenderás que no tenemos que cambiar de amigos, si estamos dispuestos a aceptar que los amigos cambian.

Descubrirás que muchas veces tomas a la ligera a las personas que más te importan y por eso siempre debemos decir a esas personas que las amamos porque nunca estaremos seguros de cuando será la última vez que las veamos.

Aprenderás que las circunstancias y el ambiente que nos rodea tienen influencia sobre nosotros, pero nosotros somos los únicos responsables de lo que hacemos.
Comenzarás a aprender que no nos debemos comparar con los demás, salvo cuando queramos imitarlos para mejorar.
Descubrirás que se lleva mucho tiempo para llegar a ser la persona que  quieres ser, y que el tiempo es corto.
Aprenderás que no importa a donde  llegaste, sino a donde te diriges.
Aprenderás que si no controlas tus  actos ellos te controlarán y que ser flexible no significa ser débil o  no tener personalidad, porque no importa cuan delicada y frágil sea una  situación: siempre existen dos lados.
Aprenderás que héroes son las  personas que hicieron lo que era necesario enfrentando las consecuencias. ..
Aprenderás que la paciencia requiere mucha práctica.

Descubrirás que algunas veces, la persona que esperas que te patee  cuando te caes, tal vez sea una de las pocas que te ayuden a levantarte. 
Madurar tiene más que ver con lo que has aprendido de las experiencias,  que con los años vividos.

Aprenderás que hay mucho más de tus padres en ti de lo que supones
Aprenderás que nunca se debe decir a un niño que sus sueños son  tonterías, porque pocas cosas son tan humillantes y seria una tragedia  si lo creyese, porque le estarás quitando la esperanza.
Aprenderás que  cuando sientes rabia, tienes derecho a tenerla, pero eso no te da el  derecho de ser cruel.
Descubrirás que sólo porque alguien no te ama de la forma que quieres,  no significa que no te ame con todo lo que puede, porque hay personas  que nos aman, pero que no saben como demostrarlo. ..
No siempre es suficiente ser perdonado por alguien, algunas veces tendrás que aprender a perdonarte a ti mismo.



miércoles, 17 de septiembre de 2014

Ella abortó...


No me esperaba esta noticia. Una chica que estuvo aquí hará poco más de un mes, con su pareja, para hablar con la trabajadora estaba embarazada. También hablamos del embarazo, y yo le propuse acercarse a Red Madre, pero no hacía falta, ya lo había hecho, y además no tenía intención de abortar.

Hablando con su compañero descubrimos que es hijo de otra mujer que antes venía más a menudo por aquí y con la que yo había hablado bastante. Me dice que están viviendo con ella, de ocupas, pero que espera conseguir algo para dejar la calle.

No ha pasado a penas un mes y, de manera totalmente involuntaria me entero que ha abortado. El informador, hablaba del grupo donde vivía esta pareja y él mismo, y manifestaba su intención de marcharse de allí porque no había buen ambiente. Cuando le pregunto por esta pareja la respuesta fue, “ella abortó. No quería, pero prefirieron (el chico y la madre) gastarse el dinero en el aborto, y seguir consumiendo lo que sea… Yo me voy de allí”

Es triste que alguien tenga que abortar, pero elegir el aborto para no renunciar a un determinado tipo de vida que le permita seguir dándose sus caprichos o mantener ciertos vicios, no tiene ninguna justificación, aunque vivan en la calle.


Mantener la dignidad humana es responsabilidad de cada uno. Es verdad que la sociedad empuja y margina, que algunos, por debilidad (física o psíquica), caen, pero los hay que lo último que perderían es su dignidad, y para ello siguen comportándose como personas; pobres, pero honrados, y limpios, por fuera y por dentro.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Omi ki bali pena cresce pelas mãos



Muchas veces, todavía, aunque ya estemos jubilados, nos preguntamos si vale la pena lo que hacemos aquí, en esta vida y lo que ahora mismo hacemos… y como respuesta encontré, en facebook, este texto breve, pero suficiente:

“-Padre, ¿cómo crezco? Preguntó dando un salto. ¿Es así?, y dio otro.
El padre sonrió… Omi Garandi, entrenado en los saberes de la vida, llamó al hijo y lo mandó ir con otros amigos.
-Dale las manos, le dice.

Los pequeños se miraron y se dieron las manos unos a otros.
-Es así, hijo. Es así como el humano crece. Sólo el hombre pequeño quiere crecer hacia arriba. Omi ki bali pena cresce pelas mãos, crece para los otros. Ser grande no es llegar donde nadie llega. Ser grande es llegar a mucha gente.”

Esta semana han ocurrido cosas que vienen a demostrar que esa enseñanza que le da un padre africano a su hijo es muy cierta, y que la duda planteada al principio entonces tiene una respuesta muy sencilla. Tender la mano, recibir la mano tendida y darle acogida, como niños, sin prejuicios ni condiciones.

En primer lugar está nuestro amigo F., veterano ya, más un año lleva por las calles de San Fernando. Está emocionado porque se va a su tierra, a ver y abrazar a sus hijos. Pero está preocupado por si le viene alguna carta con alguna denuncia, y viene a dejar un número de teléfono para que le avisemos, pues no quiere ir a la cárcel. Más de una vez ha tenido que coger algo para comer, y en una ocasión  lo cogieron con una cuña de queso (2,30€), por la que le cayeron 60€ de multa, o si lo prefería, según la propuesta del fiscal, podía satisfacer la multa con 15 días de cárcel…

Pero, ¿Es normal, sensato, racional… que un hombre que vive en la calle, sin recursos, tenga que pagar una multa semejante por robar una cuña de queso? ¿Cómo la va a pagar? ¿Es esto justicia? Cada vez hay más leyes injustas, y desproporcionadas si tenemos en cuenta los numerosos casos de corrupción con millones de euros por medio… Hemos creado una sociedad dura, cruel, egoísta, implacable con el ciudadano medio y marginado, y muy lenta, muy condescendiente y generosa  con los que roban millones y no los devuelven.

F. es un hombre de muy buen trato, está muy bien considerado. Es muy sensible, muchas veces se emociona, sobre todo cuando recuerda a su hija o nos cuenta sus éxitos como estudiante. Siempre agradecido por cualquier cosa que le facilitas, o simplemente un saludo, un abrazo. Hoy regresa feliz a su tierra, a su familia, o lo que le queda de ella…

Otro es O.,  lleva entre nosotros varios meses, siempre sonriente, permanece callado la mayor parte del tiempo, o en el ordenador, escucha, escucha mucho.
Vino de Marruecos menor de edad, permaneció hasta la mayoría de edad en un centro de menores, pero tuvo la suerte de jugar durante unos meses en un equipo de futbol profesional, continuando así la afición que tiene desde niño. En Marruecos tenía que pagar una cantidad elevada para jugar. No sé si vendría por esa entre otras causas. Al dejar el centro en Algeciras lo dejaron tirado y ya no pudo seguir jugando.

Animado seguramente por el ambiente favorable, la presencia de otros jóvenes que dan más vida a las tertulias, un día se atrevió a confesarnos su afición y su deseo de volver a jugar al futbol. Pues ni corto ni perezoso, al día siguiente, acompañado de M., otro usuario mayor que él,  al que le pedí que lo acompañara para darle apoyo, se presentaron en el club, y hoy ya está entrenando tan feliz.

Y por último, D., este hombre, de mediana edad, estaba muy desanimado, había sufrido una larga depre, por motivos de desempleo,  separación, etc. vamos, uno de tantos como hoy día sufren estas calamidades juntas y alguna más; pero en su caso  los efectos son más acusados y destructores. Desde que viene a pasar un rato con nosotros y tomarse un cafelito, está más animado y dispuesto a hacer algo, nada menos que estudiar, y prepararse para sacar el acceso a la universidad para mayores de 25 años.


Como le gusta escribir, y además quiere denunciar la marginación en que vive,   le he informado que este blog está a su disposición. Espero que muy pronto publique sus inquietudes y denuncias, que  le sirva para poder encarar la vida con más decisión.

El fuego que da brillo a la mirada




                                                    Ilustração de Carlos Ribeiro

En ciertos momentos de nuestra vida llega la hora de afrontar los peligros de un viaje lleno de sombras y miedos, hacia lo más profundo de nosotros… al infinito misterio donde la llama de nuestro corazón arde. Ahí se encuentra la paz verdadera que se va perdiendo  entre tantos ruidos y prisas.

Es el tiempo de pensar en cada pilar de nuestra vida… en cada decisión. Separando lo que es esencial de lo que no lo es. Lo que tiene valor de lo que sólo es apariencia. Comprender el tiempo y las fuerzas aplicadas en el sentido correcto y las que se pierden en vano. Poco a poco, con calma, van surgiendo pistas y señales importantes… es preciso tener sosiego, paciencia y atención.

No debemos decidir nada importante sin antes evaluarlo en el sosiego de nuestro corazón. Los grandes viajes comienzan siempre mucho tiempo antes de la partida. Nuestras mayores obras surgen siempre primero en el silencio íntimo de nuestra alma.

Es en lo más profundo de mí donde me encuentro. Sólo así soy… yo.

¿Estoy solo en el mundo?¿Qué me importa en la vida?¿Qué debo llevar de mi asado para el futuro?¿Qué significo yo para los otros?

La vida está llena de superficialidades, ilusiones y mentiras que, por más bellas y agradables que sean, no son sino engaños que nos apartan de nuestra más noble condición.

Hay quien viaja mucho (por el mundo y por los sueños) para huir de sí mismo. Hay también quien desperdicia sus días con preocupaciones vacías…  haciendo de todo para vivir lejos de la realidad. Y aún hay quien vive sin abrigo, fuera de sí. Quien busca en todas las cosas del mundo lo que traza en el fondo de su corazón. Se necesita coraje para parar y dejarse atrapar por este rasgo de silencio que todo lo muda.

Nadie se puede abrir al exterior si no consigue abrirse a su interior. La armonía que tanto se busca pasa por un equilibrio esencial, por una tensión de lo que soy a lo que quiero ser. Proyectándome hacia delante, hacia un yo mejor. La conquista de la felicidad se hace siempre desde dentro.

Las heridas profundas no curan si estuvieran tapadas. Así se agravan mientras no seamos capaces de asumirlas. De darles aire y tiempo… de dedicarles el amor que necesitan.

La intimidad asusta. El interior es solo lo que está debajo de la superficie. Lo íntimo está bien al fondo, es la esencia, la base dinámica de nuestra existencia. La verdad de lo que hacemos de nosotros mismos. Yo soy. Sin artificios o accesorios. Somos extraños muchas veces a nosotros mismos. Cuando, en verdad, el verdadero silencio clama por nosotros desde siempre…

Valemos mucho, pero sólo por lo que somos capaces de llevar a la vida de los otros. Por los fuegos que seamos capaces de atizar y alimentar en el corazón de los que se cruzan con nosotros… compartiendo nuestra luz y calor. Al final, sólo el amor cuenta, todo lo demás es oscuro y frío.

Siempre es tiempo de partir. No somos más de un espacio que de otro. No somos más de un tiempo que de otro. Somos de nosotros mismos, pero no somos para nosotros mismos. Somos amor. Partes ínfimas del camino, de la verdad y de la vida.

El brillo de nuestros ojos resulta del fuego que, a pesar de todo, conseguimos mantener encendido en el fondo de nuestro corazón. Pero que sirve para  propagarse a otros, para sembrar luz en las tinieblas por donde tanta gente anda perdida…

El fuego del amor no consume ni destruye. Permanece, ilumina y perfecciona.


Somos una luz. Para los otros.

lunes, 8 de septiembre de 2014

“la calle”


Por  Rance seferovic,
san fernando 2014

Nadie... Sonrisa de ojos tristes… diferente… Sonrisa de ojos tristes tiene miedo, anda por la calle siempre con semblante serio, su vida es un misterio, nadie le conoce, crece cerca del silencio, él es diferente, la gente le señala cuando pasa, a penas se relaciona y se encierra en casa, la vida ya le cansa, siempre siente que fracasa, solo piensa en desarmar tanta farsa. Su corazón es frágil, de cristal, habla con su sombra y siempre se miran mal, su autoestima se esconde, nadie responde, en su ayuda nadie acude, se siente solo, amigo del dolor, con mil apodos, dueño de un tesoro es olvidao por todos, muerto en vida con corazón incoloro, su alma está herida, él camina siempre solo…Dicen de ese man que no sabe dónde va, y que nada le motiva, y vete a saber donde acabará, oh, lucha pa levantarte friend, o perderás el tren, oh no, hay que luchar y merecer, tu soledad no te permite ver bien, eh, ahora todo propóntelo tu también, so me go so them, oh no! Camino solo porque me siento solo como los artistas en el hotel después del bolo, viviendo a la desesperada, algo así como follar, y dormir en camas separadas, la vida, una conversación privada con una persona a la que no le importo nada, soy libre para ver eso que he visto tras la sonrisa, una sonrisa de ojos tristes ¿Cómo hago que me quieras? Si no me gusta hablar y soy mal compañero de borrachera, sentado en la barra del bar, con la copa a medio terminar, comprando un pico en las afueras,
puedo ser cualquiera ¿no lo sabías? Tengo una pulsera de oro y una nevera vacía, la casa es triste, la calle es fría, y no sé llorar, camino siempre solo, con gente no sabría…
Dicen de ese man que no sabe dónde va, y que nada le motiva, y vete a saber donde acabará, oh, lucha pa levantarte, o perderás el tren, oh no, hay que luchar y merecer, tu soledad no te permite ver bien, eh, ahora todo propóntelo tu también.


domingo, 7 de septiembre de 2014

¿Es posible comprender las emociones?




                                                       Ilustração de Carlos Ribeiro

Casi nunca sabemos el por que de lo que sentimos, pero estamos casi siempre convencidos de que sí. Nuestras emociones resultan de lógicas que escapan a la razón;  tal vez para que no tengamos que vivir en una oscuridad profunda, nos surgen explicaciones ilusorias, más o menos luminosas, sobre las causas y finalidades de nuestro sentir.

Creemos que nos conocemos bien y nos sabemos comprender con exactitud. Pero no es así. Tan absortos andamos en tejer explicaciones imaginarias sobre lo que sentimos, que se nos escapa lo esencial: lo que vamos decidiendo. Lo que escogemos es lo que nos define.

Tendemos a unirnos a quien está cerca de nosotros en momentos de mayor aflicción. Creemos que la atracción se debe al valor de la persona en sí y no a nuestra sensibilidad extrema en el momento. Nuestra fragilidad es determinante, más aún si no la admitiéramos como tal.

No siempre hacemos el bien a quien apreciamos. Pero disfrutamos casi siempre de aquellos  a quien hacemos el bien. Tal vez porque cuanto más invertimos en algo, o en alguien, más difícil se nos hace abandonarlo. Preferimos dejar de agradar a aquellos a quienes hacemos mal. Pero, claro, pensamos siempre que la emoción es la causa lógica y los gestos sus consecuencias.

Tenemos prisa en concluir, somos impacientes. Pasamos la vida dictando sentencias, mucho antes de que lleguemos a tener contacto con los elementos en cuestión, como si fuese imposible vivir en paz con la humildad de reconocer que hay mucho mundo que nos sobrepasa… Cuando, en verdad, las vacilaciones son siempre mejores si fuesen hechas después, cuando ya se tuviera acceso a un conjunto sustancial de actos… nunca antes.

Preferimos lo sencillo a lo complicado, y eso es bueno, pero, a veces, la pereza nos lleva a aceptar ideas reductoras… sólo porque parecen funcionar y así se puede pasar al asunto siguiente. Embarcamos con tremenda facilidad en espejismos creados por nosotros mismos. Así, como tememos lo que no comprendemos y queremos huir de nuestras dudas, acabamos, muchas veces, presos de la las certezas que, en verdad, son sólo equivocaciones. Simples, pero equivocaciones.

Tenemos obligación de distinguir lo cierto de lo erróneo. Somos seres capaces de resolver problemas. Podemos no comprender lo que sentimos, pero esto no significa que debamos ser esclavos de nuestros apetitos. Lo que escogemos es lo que nos define.

La aparición de las pasiones no es de nuestra responsabilidad. Nunca tenemos la culpa de su aparición pero tenemos siempre el deber de darle una respuesta, aceptándolas o rechazándolas… definiendo el rumbo que deben seguir de ahí en adelante. Nadie puede vivir lejos del placer y del dolor,  pero nuestra vida nos exige que escojamos de acuerdo a criterios mucho más nobles que esas referencias básicas. El heroísmo pasa porque seamos capaces de hacer frente a los propios miedos, venciéndolos a través de la voluntad de seguir rumbo a otro fin. Todos estamos expuestos a pasiones contrarias a nuestros sueños…

¿Cuántas veces vivimos contradicciones absolutas entre el pensar y el sentir? Es lo que escogemos lo que nos define.

La vida está hecha de muchas tempestades y contradicciones. Es bueno aprender que no todo se puede comprender… que la vida es para vivir, más que para pasar todo el tiempo queriendo saber el misterio de lo que nos sobrepasa.

Las lágrimas y las sonrisas son manifestaciones del alma, de la verdad. Podemos pensar antes y después, pero es preciso impedir que la ansiedad del pensamiento arruine lo que sentimos. Después de alcanzar el acuerdo entre la razón y  la voluntad, la mejor forma de arruinar un beso o un abrazo es pensar en lo que se va a hacer.

El amor está más allá de lo que nos es posible comprender. No lo podemos dirigir, pero tampoco estamos forzados a obedecerlo. Es lo que escogemos lo que nos define.