miércoles, 31 de enero de 2018

ADORACIÓN (Cuarta parte)


Pablo Garrido Sánchez

En la corriente de la adoración


Adoramos con la mente, lo hacemos con los sentimientos y nuestro cuerpo adopta la posición más apropiada para rendir el culto debido. Desde otra vertiente cabe decir que adoramos en la Fe, movidos por el amor en el infinito horizonte que aporta la esperanza. Podemos adorar a través de la Escritura y a la PALABRA misma; adoramos en la liturgia, especialmente en la santa Misa, y adoramos a JESÚS en su Presencia Eucarística. Cuando nuestras capacidades sean las definitivas se nos abrirán otras vías para la adoración, y por cada una de ellas reconoceremos a DIOS en su perfecta TRINIDAD tal cual es (Cf 1Cor 13,12). Y lo que dio su comienzo en la adoración misma  culminará, no como término sino como plenitud en la unión para siempre con JESÚS resucitado(Cf Rm 8,20-30). ¿Debemos, por tanto, salirnos de la  corriente de adoración dispuesta a conducirnos al destino previsto por el Amor de DIOS?

El modelo de discípulo

Cada evangelio escrito es historia y es revelación, por lo que  una y otra alternan en parte sus elementos básicos para constituir una unidad. Dicho de otra forma, los evangelios no están dispuestos como una crónica histórica, sino que escogen las secuencias de la vida de JESÚS que mejor consiguen transmitir el Mensaje de Salvación. Incluso el modo de contarlo puede ser parecido entre un evangelista y otro, pero en cada uno las diferencias están subordinadas a lo que el evangelista desea resaltar como esencial. Estas consideraciones pretenden disponernos al entendimiento del evangelio de san Juan, que nos llevan a las altas regiones de la revelación, en las que JESÚS muestra con diafanidad su rostro divino, sin perder un ápice de la humanidad que lo constituye: “El VERBO se hizo carne” (Cf Jn 1,14). Todo en este evangelio está en un movimiento de descenso y ascenso, por eso adquiere máxima importancia el encuentro inicial de JESÚS con los primeros discípulos, y de modo especial con Natanael, del cual dice JESÚS “que es un verdadero israelita” (Cf Jn 1,47) en Natanael queda reflejado lo que JESÚS pretende de cada uno de sus discípulos, y por extensión de cada uno de nosotros: que seamos verdaderos israelitas; o lo que es lo mismo, verdaderos discípulos de ÉL. Examinado bien el texto sorprende la desconfianza de Natanael hacia JESÚS, que es pasada por alto por el MAESTRO, pues lo importante está en lo que se pueda construir desde el momento del encuentro. Las palabras de Natanael no pueden ser dichas más al modo humano: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?”(Cf. Jn 1,46), refiriéndose a JESÚS. Ante aquel modo altanero y despreciativo que utiliza Natanael para acoger el entusiasmo con el que los compañeros le anuncian el hallazgo del MESÍAS, JESÚS reacciona de modo profético, dando la medida de lo que sus anunciadores elogiaban de ÉL. Natanael se sintió conocido en sus regiones más íntimas, pero no puesto en evidencia, y se encontró acogido e interpelado para ascender a cotas mucho más altas. Aquel de Nazaret lo iba a conducir a la contemplación del núcleo mismo de la visión que Jacob había tenido, siendo el motor espiritual de sus días en esta tierra.  Natanael estaba llamado a contemplar la majestad y el poder del Hijo del hombre en toda su extensión. Natanael, como prototipo de discípulo, estaba emplazado a la contemplación de la máxima revelación otorgada por DIOS a los hombres. La admiración de Natanael  por haber sido radiografiado en su intimidad pasa al ámbito mismo del propio JEÚS, en quien el discípulo adquiere todo lo que está llamado a ser. JESÚS se dirige también al resto de los discípulos, aunque el diálogo fuese mantenido con uno en particular. Por otra parte el propio nombre de “Natanael” podría significar “DIOS ha dado”. La partícula “EL” significa DIOS, Y “Natán” el don de DIOS. Sabemos que los nombres en la Biblia refieren a una persona y su vocación o singularidad; por tanto, encontramos un nuevo punto de apoyo para  pensar  en el establecimiento de un proyecto inicial por parte de JESÚS para todos sus discípulos.


La adoración en el ESPÍRITU SANTO

La adoración adquiere una dimensión cristológica desde el momento en el que JESÚS es manifestado y reconocido como SEÑOR y CRISTO (Cf. Hch 236). Esta proclamación realizada en plena efusión del ESPÍRITU SANTO en Pentecostés, está entreverada a lo largo del evangelio de san Juan, manteniendo en todo momento las dimensiones propias de JESÚS el Hijo del hombre y el SEÑOR. Desconcierto, sobrecogimiento y admiración se mezclan en muchos episodios evangélicos, pero de forma especial en la escena tocante  al “Pan de Vida”. Nosotros, los cristianos, no podemos renunciar a un ámbito privilegiado de manifestación crística como el proveniente de la adoración  eucarística. El trozo de pan consagrado es DIOS.






sábado, 27 de enero de 2018

Las espinas al lado del bien




Opinión de JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS


Ser capaz de arrancar a alguien una espina que lleva clavada en el cuerpo, el cual puede que ya esté resignado, tiene algo de libertador, casi divino.

Todos tenemos espinas clavadas en la carne que nadie conoce y pocos imaginan. Y son esas espinas, las que no se ven, las duelen en lo más hondo. Ellas revelan nuestra enorme fragilidad, pero también nuestra fuerza para seguir adelante, a pesar de que su presencia nos duele cada día, a cada paso. A veces, estos hierros escondidos, se vuelven más difíciles, intolerables y duros para con los otros…

Ser capaz de arrancarle a alguien una espina que lleva clavada en el cuerpo, a lo cual  puede que ya esté resignado, tiene algo de libertador, casi divino. Es grande la luz de quien comprende que, más allá de las espinas, hay otras muchas, mayores y más afiladas, clavadas en otras personas, tal vez más débiles e inocentes.

Es cierto que las espinas forman parte de la vida. Todos los sueños con los que nos evadimos son mentira hasta el punto de imaginarnos que, llegando a un determinado punto en este mundo, las espinas dejarán de existir.

 Las espinas de la vida pueden servir para que recordemos cuán valiosas son las cosas buenas. La vida es extensa y muy rica en bondades y maldades.

Por cada uno de nosotros que conquista algo sublime, habrá muchas personas buenas que quedan por el camino. No por ser más, sino porque al cielo se llega por caminos duros.

Siempre habrá espacio entre las espinas. Quien quiere crecer ahí, más pronto o más tarde tiene que pasar por ellas, para florecer más tarde.

Las espinas son pasajeras, aunque su tormento dure una vida entera.

Casi todos queremos alcanzar el cielo, ¿pero cuántos de nosotros estaremos dispuestos a ir por donde se debe ir para llegar?

El amor, la verdad y la vida están mezclados con las espinas, que coronan las vidas de quienes se dan.


ilustração de Carlos Ribeiro



miércoles, 24 de enero de 2018

RECUERDAN AL “VAGABUNDO DE DIOS” EN EL VATICANO.




Un hombre que vivía en las calles y que era conocido como el “vagabundo de Dios” falleció hace unos días en Roma, donde se ofició la Misa de exequias el 11 de enero y se recordó que a pesar de todo, “Satanás nunca pudo doblegar su espíritu”.

Cesar De Vroe tenía 65 años. Murió el pasado 4 de enero en Roma, donde era atendido por las Misioneras de la Caridad. Era hijo de una prostituta belga que también padeció muchos años en las calles.

El “vagabundo de Dios”, como él mismo se llamaba, se convirtió a la fe católica a los 47 años.

El corresponsal alemán de EWTN en Roma, Paul Badde, citado por el National Catholic Register, recordó que Cesar se hizo conocido en la Ciudad Eterna por su generosidad y que alguna vez él le comentó: “Aunque la gente no me crea, cada vez que doy o regalo algo, recibo lo mismo o el doble ese mismo día”.

Su funeral se realizó en el Cementerio Teutónico en el Vaticano. La Eucaristía la presidió Mons. Dirk Smet, rector del Pontificio Colegio Belga.

En su homilía, Mons. Smet afirmó que “como Job terminó en el polvo, así Cesar terminó en la calle, vagabundo, sin techo. Pero había una cosa que Satanás no logró doblegar en él: su espíritu, su capacidad de reflexionar, su dignidad humana interior, su ánimo y finalmente su fe y confianza en Dios”.

Según señala ACI Stampa –agencia en italiano del Grupo ACI– el sacerdote dijo que “también Cesar era como Job: en las condiciones más duras, en su total pobreza y en su más grande abandono, él sabía mantener siempre una cierta inteligencia, un alma sensible, una gran dignidad humana”.

En la Misa que presidió el 11 de enero, Mons. Smet reflexionó sobre los Reyes Magos y se preguntó: “¿Acaso ellos no eran ‘vagabundos de Dios’? Hombres de la calle, hombres en busca del sentido de la vida, en busca de un Dios que pueda darle plenitud a la vida y felicidad”.

“Los tres Magos son como nosotros. Y como los Magos del Evangelio, también nosotros miramos una estrella que nos guía hacia el Niño de Belén, la encarnación del infinito amor de Dios por nosotros los hombres”, agregó.

“Un cuarto Mago podría haber sido nuestro vagabundo de Dios, Cesar”, concluyó.

Cesar De Vroe fue enterrado junto a Willy Herteleer, que en el año 2015 se convirtió en el primer indigente en ser enterrado en el Vaticano.

ACI   en   https://www.facebook.com/refugioparaelquesufre/?hc_ref=ARQuVq_TEC65ssMTqwmqLmawbCTdXZhkxp-vMroezqWw-YW9LwhKRcDt4SsiST-QSt4&fref=nf&hc_location=group




sábado, 20 de enero de 2018

¿Por quién doblan las campanas?




Opinión de José Luís Nunes Martins




Y siempre que doblan las campanas, doblan y nos llaman, llaman bien alto a mí y a ti… Para que nos acordemos de vivir antes que otras campanas doblen por nosotros.

Las campanas doblan por los que supieron vivir y por los que desperdician la vida pensando que no morirán.

Doblan por los que creyeron en la vida eterna y por los que creyeron que la vida es solo un momento.


Las campanas doblan por los que tuvieron y fueron una familia, y por todos los que pasaron la vida buscando tener una donde pudiesen ser.


Doblan por los que, desde la cuna al túmulo, siempre se levantaron, y por los que andan a rastras por las horas de sus días y de sus noches.


Las campanas doblan en el otoño y en la primavera, cuando las hojas caen y cuando las flores se abren a la luz.


Doblan por aquellos por quienes lloraremos su ausencia y por lo aquellos que no dejaron señales en el corazón de nadie.


Las campanas lloran y nos llaman. Hacen estremecer nuestros silencios y nos colocan ante  la verdad.


Doblan por los que amaron y por los que nunca fueron amados. Por los que triunfaron y por los que fueron despreciados.

Las campanas doblan en la brisa suave que traen pedazos de memoria de los que se fueron lejos, pero quedaron en el fondo de nosotros.


Doblan a todas las horas porque cualquier tiempo es tiempo de llegada… y de partir.

Las campanas lloran siempre que alguien pierde o gana su vida.

Doblan…


Y siempre que las campanas doblan, doblan y nos llaman, bien alto, a mí y a ti.


                                                          ilustração: Carlos Ribeiro


viernes, 19 de enero de 2018

LA ADORACIÓN (tercera parte)



Pablo Garrido Sánchez


Don y tarea


JESÚS dijo: “YO SOY la Puerta” (Jn 10,7); y nos encontramos con textos en la Escritura que manifiestan una elevada presencia del VERBO, por lo que se convierten en verdaderas puertas de acceso al conocimiento de DIOS, al conocimiento de las verdades espirituales y a la obtención de un conocimiento necesario para la vida de Fe. Esta breve reflexión tiene la finalidad de seguir ahondando en la adoración, que es don y una tarea; precisa del acercamiento expreso de DIOS y de la inexorable búsqueda personal. Si Jacob no hubiera salido de su casa para encaminarse a la tierra de Jarán donde residía la parentela de la que debía tomar esposa, no hubiera recibido una revelación de importancia capital. Así también nosotros estamos permanentemente en un camino que exige atención, búsqueda y creatividad. La inmovilidad de la vida y de las cosas es sólo aparente; la rutina es un hábito funcional para dar una cierta estabilidad ante la realidad siempre nueva y cambiante. Si las cosas suceden de esta forma, y a riesgo de vernos arrastrados por la corriente que nos lleva, es preciso hacerse con las riendas de nuestro propio destino levantando la mirada hacia el que tiene en su mente los proyectos de vida de todos los hombres.


El día y la hora



Al igual que Abrahán (Cf. Jn 8,56), Jacob tuvo también su día en el que se alegró de ver la gloria del Hijo del hombre (Cf. Gn 28; Jn 1,51). A DIOS le basta un solo día para crear, y le basta un solo día para hacer las cosas nuevas. La manifestación de DIOS se registra en un día o en una hora (Cf. Jn 2,4). Es el evangelista san Juan quien utiliza este eje revelador con profusión a lo largo de su evangelio. La hora en que los primeros discípulos encuentran a JESÚS y lo siguen; o la hora en que JESÚS  manifiesta su gloria ante los discípulos en las bodas de Caná (Cf. Jn 1,39; 4,21;5,25;7,30;16,32;17,1). Al mismo tiempo el discípulo deseará participar de un día con el SEÑOR cuando las dificultades arrecien (Cf. Jn 17,22). Una vez más tenemos que volver despacio a la consideración de estos textos, porque las fuerzas humanas son escasas y precisamos recordar con frecuencia los contenidos que las fuentes aportan a una vida nueva. Jacob se anticipó más de quince siglos a la revelación definitiva en sueño de la escala angélica, que ascendían y descendían entre YAHVEH y el mundo.


JESÚS en el diálogo con Natanael, o Bartolomé, ofrece un conocimiento de sí mismo que es vital para cualquier seguidor. El diálogo entre MAESTRO y discípulo podría plantearse en estos términos: “Te admiras, Bartolomé, de que te conozca?; pues, ¿qué pensaras el día en que tú me conozcas a MÍ? (Cf Jn 1,48 ss). Nuestro buen apóstol queda sobrecogido, porque JESÚS entra en su secreto personal; sin embargo, JESÚS, aprovecha el hecho para remitirlo al conocimiento del misterio mismo del HIJO del hombre en toda su plenitud. Jacob, mil quinientos años antes, participó de este día, de este conocimiento. Jacob se adelantó a lo que los discípulos del SEÑOR estaban llamados a descubrir en el seguimiento del MAESTRO. La visión de la escala de Ángeles que ascienden y descienden entre el cielo y la tierra constituye una visión sintética, aunque mística, de la plenitud consumada por JESÚS en la RESURRECCIÓN; y desde entonces vivimos este nuevo orden cósmico y espiritual, que no cesa de incrementar su plenitud. Jacob vivió la visión en sueños como profecía; nosotros tenemos la realidad del acontecimiento manifestado en JESÚS el CRISTO y SEÑOR.


El adelanto del “Día del SEÑOR” vivido por Jacob es hoy un acontecimiento que abre para toda la humanidad un cúmulo de gracias inacabables e incesantes. Si el mundo y la Iglesia están mal, no es porque las gracias de la renovación estén bloqueadas, pues los cielos se han abierto y todo don perfecto (Cf St 1,1) que procede de DIOS viene inmediatamente a la humanidad. DIOS nos quiere rendir a su amor misericordioso, con su misma misericordia inagotable. ¿Podríamos existir todavía en el planeta, si no fuese porque la Gracia es muy superior a las grandes aberraciones humanas?


Espacios sagrados



Jacob denominó aquel lugar, Betel, como “casa de DIOS”; en aquel lugar habitaba DIOS, por lo que había que establecer un lugar de culto que definiese un espacio sagrado. Para muchos judíos Betel coincide con Jerusalén. JESÚS se encarga de agrandar el ámbito del culto de adoración y extralimitarlo más allá del propio templo de Jerusalén. Habría que preguntar, ¿existe algún lugar en este mundo en el que no sea posible adorar a DIOS? ¿Hay algún rincón en el que los Ángeles no puedan recoger las oraciones de los creyentes y presentarlas ante el trono de DIOS?

La singular experiencia espiritual no indujo a Jacob a quedarse replegado sobre su experiencia espiritual, sino que le ofreció nuevos ánimos para la tarea que tenía por delante y plantea un reto al SEÑOR, en el que requería su protección y éxito en las empresas pendientes. La excepcional fuente espiritual abierta para Jacob no le impidió mostrarse con todas sus limitaciones humanas, e incluso exponer sus exigencias al SEÑOR. El perfeccionamiento ético, por nuestra parte, no debe decaer, pero DIOS nos acepta como somos  y hace camino con nosotros en las circunstancias en las que nos encontremos. Como esperemos a ser santos o perfectos para adorar a DIOS o elevar nuestras plegarias a ÉL es casi seguro que nunca lo haremos, entre otras cosas porque nos habremos instalado en el pedestal del orgullo personal.


lunes, 15 de enero de 2018

“La calle es un monstruo”




La calle es un monstruo que te come poco a poco”.
Así de rotundo lo afirma quien, por propia experiencia, sabe muy bien lo que es vivir entre aceras, bancos y portales, a la indiferencia de la gente que pasa y al frío de las noches más oscuras.
Él es José Luis, un valenciano de cuarenta y cinco años, soltero, que dejó la relación con su familia, madre y hermanos, hace unos diez años, porque no supo hacer, como él mismo dice, bien las cosas y se adentró en un infierno de alcohol y drogas que le llevó a perder el trabajo y el propio hogar.
Hoy José Luis es otra persona. Su mirada franca invita a confiar en él. Pulcro de aspecto y con facilidad de palabra nos relata, seguro de sí mismo, su historia y su confianza en el futuro.
– Estoy completamente rehabilitado. Gracias a Dios me quité el problema de las drogas y del alcohol. Estuve en un centro de desintoxicación un tiempo. Allí me ayudaron bastante y salí para ver si encontraba trabajo. Ya no dependía de esas sustancias y yo me encontraba bien físicamente. Pero no tienes un sitio donde dormir, ni un techo, ni un teléfono donde te puedan localizar, ni una dirección y no te puedes presentar a ningún puesto de trabajo. ¿Quién te va a coger?
– ¿Al menos pudiste recuperar la relación con tu familia?
– No. Había perdido completamente el contacto con mi madre y mis hermanos. Estaba en una situación difícil, pero quería hacer las cosas bien. Mentalmente no estaba tan fuerte, pero bueno, tenía ganas que era lo importante. No encontré trabajo, no tenía dinero y tenía que dormir en la calle. Eso fue en varias etapas. Cuando encontraba trabajo en el campo, como temporero, alquilaba una habitación. Cuando se acababa el trabajo volvía a la calle. Vivía de lo que me daba la gente por ahí: bocadillos y algo de dinero. Flaco, demacrado, mal comido, mal lavado, mal vestido, mal todo. Y menos mal que no consumía de nada y al menos físicamente no estaba machacado. Ahora la gente que me conocía de antes me dice “José Luis, ya has sacado medio cuerpo” y se alegran mucho. Un día me encontré con un amigo y me dijo que fuera al CAST a hablar con la trabajadora social, que ella me iba a ayudar, que él había pasado por ahí y se encontraba bastante bien, que son personas que ayudan a otras. Decidí ir para allá. Hablé con una educadora que me atendió muy bien y me dio plaza en el albergue Sueña, un centro de baja exigencia. Ahí estuve tres semanas más o menos y me derivaron a la Casa de la Caridad. Empecé a convivir allí, a hacer las cosas bien.
– ¿Qué es para ti hacer las cosas bien?
– Pues dejar el mundo, la vida que estaba llevando, el vivir en la calle. Porque yo creo que ninguna persona debería estar en la calle. Estoy un poco informado de este tema. He participado en manifestaciones. Empecé a dar pasos, a asistir a todas las actividades que ofrecía la Casa de la Caridad, a otros talleres que también me ofrecían. Por ejemplo, talleres del Ayuntamiento que pertenecen a Reoboot que es un sitio para que los fines de semana la gente que está en la calle tenga donde ir. Como yo estaba en un centro de baja exigencia podía pasar por allí. Iba a los talleres los sábados. Me apuntaba a todo porque para mí esto es importante. Es una manera de encontrarte mejor mentalmente porque estás ocupado.
– Entonces, esos pasos te van acercando a la integración y a poder conseguir un trabajo.
– Yo tenía cada semana cita con mi trabajadora social y ella me comentó que tenían un sitio que se llama Mambré que es de Cáritas. Un lugar donde también ayudan a las personas, se hace trabajos ocupacionales, se tiene una pequeña ayuda para comprar algo de ropa, o tabaco, o  tomar un café.  Y es una salida de trabajo porque además de los talleres, por la tarde, con Sara tenemos orientación laboral. Aquí también me apunto a  todo porque me gusta hacer cosas que son de provecho para mi vida y esto me ayuda bastante. Participo en todo lo que se me ofrece. Como te decía antes, he ido a manifestaciones, he ido a actos de Cáritas, me he ofrecido voluntario y esto para mí es una gran ayuda. Mentalmente me encuentro más fuerte. Estoy, en pocas palabras, ocupado, que es de lo que se trata. Tener para el día de mañana, si encuentro un trabajo y tengo mi propia casa, algo que hacer. No estar a la bartola. Tengo iniciativa y no me cuesta hacer las cosas.
– ¿Cómo es tu paso por Mambré?
– Mambré me está aportando muchas cosas positivas para mi vida, sobre todo mentalmente porque la calle trae muchos problemas. Te vas dejando, te vas abandonando… Yo he visto a muchos compañeros que he conocido en la calle y no tienen ganas ni ilusión por la vida. Están metidos en el alcohol. Yo intento hablarles para que vayan a centros y no quieren. Es tan fuerte el grado de exclusión, que pasan de todo. Una de las mejores cosas que Mambré me ha aportado es el recuperar a mi madre. La llamé y le dije que estaba metido en un programa, que me estaban ayudando y ella, al principio, estaba un poco a la expectativa, pero un día me dijo: “ven a casa a ver cómo estás” y, uff, me vio muy bien. De la última imagen que tenía de mí,  a la de ahora, fue para ella un giro de ciento ochenta grados. He ido ya varias veces a su casa a comer con ella, con mi hermana y con mi sobrina. Mi madre sabe que estoy viviendo en la Casa de la Caridad. Con ayuda de mi educador en Mambré poco a poco estoy encontrándome con mi familia. Estoy contento y muy ilusionado con el futuro. He recobrado mi autoestima, mi fortaleza interior. Siento el compañerismo, el cariño de mis compañeros y de la gente que me rodea y esto es muy importante porque te da valor y buen “rollo”. Con el tiempo pasaré a un piso compartido de Cáritas.
– Cuando estabas en la calle, ¿te fijabas en la gente que pasaba a tu lado? ¿Percibías si ellos se fijaban en ti?
– Sí. Había mujeres, que podían ser mi madre, que hablaban muchas veces conmigo y me decían: “con lo inteligente que eres y lo buena persona que se te ve, José Luis,  ¿por qué estás así?”  Yo decía que no quería estar así pero que no encontraba la manera de salir. Aquí en Valencia hay mucha gente que no es indiferente a esto. Hay gente muy buena en esta ciudad. A mí me han ayudado con ropa y con comida. Tanto a mí como a compañeros. Incluso económicamente, claro que con lo que han podido. También hay gente que te mira mal, o mira para otro lado, o cambian de acera. La gente está preocupada en sus cosas y como a ellos no les afecta, les da igual.
– ¿Eso duele?
– Sí, porque he visto pasar mujeres con hijos de la misma edad que yo y duele porque yo perfectamente podría ser esas personas, ir con mi madre, estar en su misma situación. Duele porque te vienen recuerdos y duele porque las malas decisiones me llevaron a estar así.
– José Luis, ¿cuáles fueron esas malas decisiones?
– Hubo varias situaciones. La muerte de mi padre, me dejó mi novia y yo empecé a beber y a consumir drogas. Estaba con una depresión y, en pocas palabras, me lié la manta a la cabeza. Perdí el trabajo y muchas cosas. Uno cuando está metido ahí no es consciente y le da igual todo. Dices “arreu”, pues “arreu”. Cuando te das cuenta ya estás metido en el pozo, ya no hay salida. Lo has perdido todo. Y también te acostumbras a vivir así.
– ¿Y tu madre?
– Yo me tiré muchos años sin hablar con mi madre. Empecé a no llamarla, a no ir a verla. Ella se encontraba con gente que le decía “tu hijo está así. Tu hijo… Tu hijo… Tu hijo…”, hasta que un día llamas por teléfono y te dice que no quiere saber nada de ti. Es duro pasar por ahí. Y ahora, mira. La estoy recuperando.
– ¿Cómo os preparan en Mambré para abordar la salida al mundo laboral?
– Pues gracias al taller de orientación laboral me he apuntado a un montón de ofertas de trabajo a través de Internet Ahora ya puedo ser una persona normal. Si me dicen “usted dónde vive”, ya puedo decir en la calle tal y en el número tal. Esto ya te abre muchas puertas. El abanico de posibilidades ya es muy grande. Y estamos luchando mucho, haciendo fuerza, por los programas de trabajo digno, porque hay mucho trabajo precario, de muchas horas, mal pagado, donde abusan de ti verbalmente, psicológicamente, mentalmente. Hemos hecho varias campañas de manifestaciones por un trabajo digno, también de Pobreza zero. La EAPN me invitó a unas conferencias en Bilbao a hablar de la exclusión social, de la seguridad social para todos, de que nadie tendría que vivir en la calle, de que los Gobiernos de España y Europa tendrían que hacer más, que invirtieran más en lo social. Las políticas sociales están muy dejadas. En este tipo de cosas teníamos que presionar más a los políticos. Que se vinieran un día, un día sólo, con una de estas personas y verías. Aportar cosas para que los demás vean la situación en la que vive la gente. Y esto es bueno. Las cosas, si te propones hacerlas bien, te salen bien.
– Has ido paso a paso, como tú dices, pero ¿en algún momento has flaqueado al ver que tu recuperación era un camino lento?
– He tirado “palante” siempre. He luchado y luchado. No me he dejado. Aunque a veces me han dicho que no a algo o se ha demorado alguna cosa, yo sabía que iba a salir de ahí y las ganas te hacen vencer. Y todo gracias a Cáritas que me está ayudando mucho. Ahora la orientación laboral que nos da Sara es demasiado. Nos da clase de cómo comportarnos en una entrevista de trabajo, las exigencias y compromisos que tiene cada puesto de trabajo que hay que respetar, cómo dirigirte a un encargado, cómo presentarte, cómo mirar ofertas de trabajo, cómo presentar un currículum. Cosas importantes. La ilusión es lo que me da la fuerza. Estoy muy contento de cómo me está yendo la vida…
José Luis derrocha frescura, sentido común, optimismo y pasión por la vida. Como persona inteligente, su propio infierno le ha hecho observar y observarse, hacerse preguntas, analizar y sacar conclusiones. Ese monstruo que es la calle no le ha derrotado, le ha aupado a valorar a cuantos le han ayudado, a valorarse a sí mismo, a valorar la vida y el trabajo, las relaciones con los demás, a comprometerse con los más débiles de la sociedad, a ser, joven aun, un hombre muy experto en debilidades humanas y en fortalezas, en luchar por su dignidad y por la dignidad de los demás, en valorar lo que, en definitiva, es vivir.
Mª José Varea
Voluntaria
Tomado del Blog desde la azotea