“La calle es un
monstruo que te come poco a poco”.
Así de rotundo lo
afirma quien, por propia experiencia, sabe muy bien lo que es vivir entre
aceras, bancos y portales, a la indiferencia de la gente que pasa y al frío de
las noches más oscuras.
Él es José Luis, un
valenciano de cuarenta y cinco años, soltero, que dejó la relación con su
familia, madre y hermanos, hace unos diez años, porque no supo hacer, como él
mismo dice, bien las cosas y se adentró en un infierno de alcohol y drogas que
le llevó a perder el trabajo y el propio hogar.
Hoy José Luis es otra
persona. Su mirada franca invita a confiar en él. Pulcro de aspecto y con
facilidad de palabra nos relata, seguro de sí mismo, su historia y su confianza
en el futuro.
– Estoy completamente
rehabilitado. Gracias a Dios me quité el problema de las drogas y del alcohol.
Estuve en un centro de desintoxicación un tiempo. Allí me ayudaron bastante y
salí para ver si encontraba trabajo. Ya no dependía de esas sustancias y yo me
encontraba bien físicamente. Pero no tienes un sitio donde dormir, ni un techo,
ni un teléfono donde te puedan localizar, ni una dirección y no te puedes
presentar a ningún puesto de trabajo. ¿Quién te va a coger?
– ¿Al menos
pudiste recuperar la relación con tu familia?
– No. Había perdido completamente
el contacto con mi madre y mis hermanos. Estaba en una situación difícil, pero
quería hacer las cosas bien. Mentalmente no estaba tan fuerte, pero bueno,
tenía ganas que era lo importante. No encontré trabajo, no tenía dinero y tenía
que dormir en la calle. Eso fue en varias etapas. Cuando encontraba trabajo en
el campo, como temporero, alquilaba una habitación. Cuando se acababa el
trabajo volvía a la calle. Vivía de lo que me daba la gente por ahí: bocadillos
y algo de dinero. Flaco, demacrado, mal comido, mal lavado, mal vestido, mal
todo. Y menos mal que no consumía de nada y al menos físicamente no estaba
machacado. Ahora la gente que me conocía de antes me dice “José Luis, ya has
sacado medio cuerpo” y se alegran mucho. Un día me encontré con un amigo y me
dijo que fuera al CAST a hablar con la trabajadora social, que ella me iba a
ayudar, que él había pasado por ahí y se encontraba bastante bien, que son
personas que ayudan a otras. Decidí ir para allá. Hablé con una educadora que
me atendió muy bien y me dio plaza en el albergue Sueña, un centro de baja
exigencia. Ahí estuve tres semanas más o menos y me derivaron a la Casa de la Caridad. Empecé a
convivir allí, a hacer las cosas bien.
– ¿Qué es para
ti hacer las cosas bien?
– Pues dejar el mundo,
la vida que estaba llevando, el vivir en la calle. Porque yo creo que ninguna
persona debería estar en la calle. Estoy un poco informado de este tema. He
participado en manifestaciones. Empecé a dar pasos, a asistir a todas las
actividades que ofrecía la Casa
de la Caridad,
a otros talleres que también me ofrecían. Por ejemplo, talleres del
Ayuntamiento que pertenecen a Reoboot que es un sitio para que los
fines de semana la gente que está en la calle tenga donde ir. Como yo estaba en
un centro de baja exigencia podía pasar por allí. Iba a los talleres los
sábados. Me apuntaba a todo porque para mí esto es importante. Es una manera de
encontrarte mejor mentalmente porque estás ocupado.
– Entonces,
esos pasos te van acercando a la integración y a poder conseguir un trabajo.
– Yo tenía cada semana
cita con mi trabajadora social y ella me comentó que tenían un sitio que se
llama Mambré que es de Cáritas. Un lugar donde también ayudan a las personas,
se hace trabajos ocupacionales, se tiene una pequeña ayuda para comprar algo de
ropa, o tabaco, o tomar un café. Y es una salida de trabajo porque
además de los talleres, por la tarde, con Sara tenemos orientación laboral.
Aquí también me apunto a todo porque me gusta hacer cosas que son de
provecho para mi vida y esto me ayuda bastante. Participo en todo lo que se me
ofrece. Como te decía antes, he ido a manifestaciones, he ido a actos de
Cáritas, me he ofrecido voluntario y esto para mí es una gran ayuda.
Mentalmente me encuentro más fuerte. Estoy, en pocas palabras, ocupado, que es
de lo que se trata. Tener para el día de mañana, si encuentro un trabajo y
tengo mi propia casa, algo que hacer. No estar a la bartola. Tengo iniciativa y
no me cuesta hacer las cosas.
– ¿Cómo es tu
paso por Mambré?
– Mambré me está
aportando muchas cosas positivas para mi vida, sobre todo mentalmente porque la
calle trae muchos problemas. Te vas dejando, te vas abandonando… Yo he visto a
muchos compañeros que he conocido en la calle y no tienen ganas ni ilusión por
la vida. Están metidos en el alcohol. Yo intento hablarles para que vayan a
centros y no quieren. Es tan fuerte el grado de exclusión, que pasan de todo.
Una de las mejores cosas que Mambré me ha aportado es el recuperar a mi madre.
La llamé y le dije que estaba metido en un programa, que me estaban ayudando y
ella, al principio, estaba un poco a la expectativa, pero un día me dijo: “ven
a casa a ver cómo estás” y, uff,
me vio muy bien. De la última imagen que tenía de mí, a la de ahora, fue
para ella un giro de ciento ochenta grados. He ido ya varias veces a su casa a
comer con ella, con mi hermana y con mi sobrina. Mi madre sabe que estoy
viviendo en la Casa
de la Caridad. Con
ayuda de mi educador en Mambré poco a poco estoy encontrándome con mi familia.
Estoy contento y muy ilusionado con el futuro. He recobrado mi autoestima, mi
fortaleza interior. Siento el compañerismo, el cariño de mis compañeros y de la
gente que me rodea y esto es muy importante porque te da valor y buen “rollo”.
Con el tiempo pasaré a un piso compartido de Cáritas.
– Cuando
estabas en la calle, ¿te fijabas en la gente que pasaba a tu lado? ¿Percibías
si ellos se fijaban en ti?
– Sí. Había mujeres,
que podían ser mi madre, que hablaban muchas veces conmigo y me decían: “con lo
inteligente que eres y lo buena persona que se te ve, José Luis, ¿por qué
estás así?” Yo decía que no quería estar así pero que no encontraba la
manera de salir. Aquí en Valencia hay mucha gente que no es indiferente a esto.
Hay gente muy buena en esta ciudad. A mí me han ayudado con ropa y con comida.
Tanto a mí como a compañeros. Incluso económicamente, claro que con lo que han
podido. También hay gente que te mira mal, o mira para otro lado, o cambian de
acera. La gente está preocupada en sus cosas y como a ellos no les afecta, les
da igual.
– ¿Eso duele?
– Sí, porque he visto
pasar mujeres con hijos de la misma edad que yo y duele porque yo perfectamente
podría ser esas personas, ir con mi madre, estar en su misma situación. Duele
porque te vienen recuerdos y duele porque las malas decisiones me llevaron a
estar así.
– José Luis,
¿cuáles fueron esas malas decisiones?
– Hubo varias situaciones.
La muerte de mi padre, me dejó mi novia y yo empecé a beber y a consumir
drogas. Estaba con una depresión y, en pocas palabras, me lié la manta a la
cabeza. Perdí el trabajo y muchas cosas. Uno cuando está metido ahí no es
consciente y le da igual todo. Dices “arreu”, pues “arreu”. Cuando te das
cuenta ya estás metido en el pozo, ya no hay salida. Lo has perdido todo. Y
también te acostumbras a vivir así.
– ¿Y tu madre?
– Yo me tiré muchos
años sin hablar con mi madre. Empecé a no llamarla, a no ir a verla. Ella se
encontraba con gente que le decía “tu hijo está así. Tu hijo… Tu hijo… Tu
hijo…”, hasta que un día llamas por teléfono y te dice que no quiere saber nada
de ti. Es duro pasar por ahí. Y ahora, mira. La estoy recuperando.
– ¿Cómo os
preparan en Mambré para abordar la salida al mundo laboral?
– Pues gracias al
taller de orientación laboral me he apuntado a un montón de ofertas de trabajo
a través de Internet Ahora ya puedo ser una persona normal. Si me dicen “usted
dónde vive”, ya puedo decir en la calle tal y en el número tal. Esto ya te abre
muchas puertas. El abanico de posibilidades ya es muy grande. Y estamos
luchando mucho, haciendo fuerza, por los programas de trabajo digno, porque hay
mucho trabajo precario, de muchas horas, mal pagado, donde abusan de ti
verbalmente, psicológicamente, mentalmente. Hemos hecho varias campañas de
manifestaciones por un trabajo digno, también de Pobreza zero. La EAPN me invitó a
unas conferencias en Bilbao a hablar de la exclusión social, de la seguridad
social para todos, de que nadie tendría que vivir en la calle, de que los
Gobiernos de España y Europa tendrían que hacer más, que invirtieran más en lo
social. Las políticas sociales están muy dejadas. En este tipo de cosas
teníamos que presionar más a los políticos. Que se vinieran un día, un día
sólo, con una de estas personas y verías. Aportar cosas para que los demás vean
la situación en la que vive la gente. Y esto es bueno. Las cosas, si te
propones hacerlas bien, te salen bien.
– Has ido paso
a paso, como tú dices, pero ¿en algún momento has flaqueado al ver que tu
recuperación era un camino lento?
– He tirado “palante”
siempre. He luchado y luchado. No me he dejado. Aunque a veces me han dicho que
no a algo o se ha demorado alguna cosa, yo sabía que iba a salir de ahí y las
ganas te hacen vencer. Y todo gracias a Cáritas que me está ayudando mucho.
Ahora la orientación laboral que nos da Sara es demasiado. Nos da clase de cómo
comportarnos en una entrevista de trabajo, las exigencias y compromisos que
tiene cada puesto de trabajo que hay que respetar, cómo dirigirte a un
encargado, cómo presentarte, cómo mirar ofertas de trabajo, cómo presentar un
currículum. Cosas importantes. La ilusión es lo que me da la fuerza. Estoy muy
contento de cómo me está yendo la vida…
José Luis derrocha
frescura, sentido común, optimismo y pasión por la vida. Como persona
inteligente, su propio infierno le ha hecho observar y observarse, hacerse
preguntas, analizar y sacar conclusiones. Ese monstruo que es la calle no le ha
derrotado, le ha aupado a valorar a cuantos le han ayudado, a valorarse a sí
mismo, a valorar la vida y el trabajo, las relaciones con los demás, a
comprometerse con los más débiles de la sociedad, a ser, joven aun, un hombre
muy experto en debilidades humanas y en fortalezas, en luchar por su dignidad y
por la dignidad de los demás, en valorar lo que, en definitiva, es vivir.
Mª José Varea
Voluntaria
Tomado del Blog desde la azotea