Hoy
el P. Luis nos ha ofrecido una homilía especial, como no podía ser menos, ya
que coincidía con la imposición de la medalla de la ciudad a la Virgen de
Gracia y Esperanza, titular de la Cofradía del Huerto, en su 75 aniversario, con
sede en esta parroquia de la Divina Pastora.
En
primer lugar destacó la trascendencia de la fiesta litúrgica que la Iglesia
celebra desde antiguo: de la Expectación del Parto, o Virgen de la Esperanza. El
tercer domingo de Adviento, domingo de alegría, o “Gaudete”, se adelanta a
dicha celebración el 18 de diciembre, que celebra la proximidad del parto del
Hijo de Dios y de María, que se hace hombre y viene para salvar a la humanidad.
Agradeció
con entusiasmo a la Cofradía del Huerto su labor y sus méritos que le han hecho
merecedora de esta distinción por parte de la Corporación Municipal. Hizo hincapié
en la importancia de la Cofradía, y de todas en general, como medio de mantener
viva la fe del pueblo, haciendo ver que la fe se manifiesta en todas las
actividades de la vida, y en todos los ambientes. En este sentido destacó las
palabras de la propia alcaldesa: algo así como que ‘estas Esperanzas que salen del pueblo más sencillo, de los barrios, se
van transmitiendo por toda la sociedad’.
El
P. Luis, gran defensor de las cofradías, se recreó en citas que demuestran la
devoción a la Virgen de la Esperanza, extendida por toda Andalucía, y el valor
que ello tiene como un medio de expresión de la fe del pueblo sencillo.
Agradeció, como hace siempre, a todas las Cofradías su labor y su desvelo por
mantener la tradición y la devoción durante la Semana Santa especialmente, y también
sus aportaciones tanto económicas como de parte de su tiempo, en favor de los necesitados y de la parroquia.
Nunca
se olvida el P. Luis de los difuntos de su parroquia en sus peticiones, por eso
agradeció a los cofrades actuales y a todos los que han pasado por la Cofradía
y ya disfrutan en el cielo de la salvación eterna, su labor y su entrega, y
pidió por ellos para que tengan su recompensa en lo personal, y para que sigan
contribuyendo a mantener viva la expresión de fe de manera pública y, si fuera
posible, como hoy, ganándose el reconocimiento público de toda la ciudad.
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