Inteligencia natural
Tiene una inteligencia
natural para saber cuando es necesario. En su interior bulle incesante un deseo
de superación, una búsqueda de algo mejor, hacer realidad toda aquella vida feliz
que él imaginaba en los demás, cuando vivía sometido a aquella cadena de
adversidades, cuidando, a pesar de ser niño, de toda la familia. Hoy vino
porque sabía que iba a faltar un voluntario, y otro no estaba muy bien, así que haría falta
alguien allí para hacer y servir el café.
Soledad.
Es el segundo día que
lo veía por la oficina, y comencé a hablar con él. Es un hombre de cierta edad,
y no se le apreciaba ninguna huella en el rostro, ni en el cuerpo, ni en su aspecto
en general, de las que provoca la vida sin techo ni hogar. A penas le podía oír,
pues hablaba, más con la mirada que con su palabras casi imperceptibles,
esperando una reacción acogedora. Era tanto el dolor, y el aturdimiento
producido por el miedo a la situación en que se encontraba. Había pasado en
unas horas de vivir en su casa a dormir en un albergue. Un albergue, me dice,
no es el mejor lugar ni el ambiente adecuado para una persona en su situación.
Es pensionista, a punto
de jubilarse. Y ahora estrena un nuevo estado: separado. No es una edad muy
adecuada para empezar de nuevo y solo. Pero ha tenido que venir lejos de donde
vivía, al primer albergue donde le ofrecieron una plaza, para afrontar mejor la
soledad, sin tener que ver los mismos rostros, sin tener que dar explicaciones.
Ambos estábamos de acuerdo: Nos hemos complicado mucho la vida hoy.
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