lunes, 2 de marzo de 2015

¡¡¡ D e s a h u c i o !!!



Por detrás del rostro del Señor está el rostro de todos los hombres desfigurados, heridos, deficientes, dolientes. “Ecce Homo”, aquí tenéis al Hombre, que da la dignidad a todo hombre. Es sello de alianza entre Dios y los hombres: Quien azota al hombre, azota a Dios! (Via-sacra paracrentes e não crentes, J. Nunes Martins, P. Pereira da Silva, Francisco Gomes.)

No pensaba que volvería a vivir una situación así. Había olvidado, para poder vivir con la mayor ilusión posible, sin condicionamientos, la vida que continua su curso, y que cuenta con la mejor voluntad de todos para seguir mejorando y progresando en busca de la felicidad duradera.

Hoy ha vuelto a suceder. Y no puedo aceptar que quiera dejarlo todo, por ínfimo que le parezca, en soledad y aislamiento. He vuelto a fracasar, es un pensamiento que me asalta ahora, o quizá es más el deseo espontáneo de quitarle a él gran parte de su responsabilidad.

Ha sido de repente, aunque podía suceder en cualquier momento. Como en esas enfermedades terminales a las que el enfermo le planta cara, y hace su vida normal, y todos se acostumbran, y se olvidan de que tiene sus días contados. Así me pasó con una amiga, hace pocos años, que lo pasábamos tan bien aquellos ratos que compartíamos, que yo llegué a creer que no llegaría la ultima despedida. Y llegué a "enfadarme" con Dios, hasta que comprendí un poco más y mejor qué es la voluntad de Dios.

Ha sido desde hace pocos días, desde que recibió una citación en el juzgado, y la amenaza del desahucio se le ha aproximado tanto que, para evitarlo,  ha querido irse él antes, para que no tengan que echarlo…

No lo ha logrado, gracias a Dios. Aunque se encuentra desorientado, y tiene dificultad para articular las palabras, a consecuencia de los somníferos que tomó, hace dos días. Poco a poco se va dando cuenta de que está vivo, que no está en otro mundo, que somos nosotros, aquellas pocas personas que le intentaban ayudar para evitar aquello que él tanto temía, y a las que siente causar la menor  molestia.

Y lo que me dejó aún más admirado, fueron unas palabras suyas , que ya es la segunda o tercera vez que me las dice, bajito,  y eso sucede cada vez que se hace visible alguna forma de sufrimiento humano,  y eso sucede con una frecuencia y un  apremio inquietantes. Esas palabras son “… pienso de Jesucristo (mirando al crucifijo que tenemos en la oficina)”… él no entiende bien cómo un padre puede permitir que su hijo sufra tanto…

El Señor vive una soledad creciente. Soledad por la imposibilidad de entrar en relación con los suyos y con aquellos que Lo esperaban, por la imposibilidad de confiarse a ellos. Sufre por su aislamiento, en ellos, en nosotros, en mí. Sufre por la aparente simpatía de Pilatos, que no habiendo encontrado falta alguna en Él…, opta por lo más cómodo, eludiendo cualquier responsabilidad.

Via-sacra para crentes e não crentes, J. Nunes Martins, P. Pereira da Silva, Francisco Gomes.

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