José
Luís Nunes Martins
No siempre deseamos aquello que necesitamos, porque nos engañamos a nosotros mismos confundiendo esas dos dimensiones. No necesitamos la mayor parte de las cosas que queremos.
Queremos demasiadas cosas. Necesitamos querer más cosas
Necesitamos vivir. Emplear bien el tiempo de nuestra vida, buscando la paz que es, al final, la felicidad más profunda.
Hoy las personas emplean casi todo su tiempo en trabajar, cambian los días de su vida por dinero a fin de, después, gastarlo en cosas que las compensen por si se pierden a sí mismas.
Somos tanto más pobres cuantas mayores fueren nuestros deseos, a pesar de que
todos tenemos las mismas necesidades.
Es necesario que cada uno de nosotros sea capaz de separar, dentro de sí,
aquello que busca y es esencial, del resto de cosas, que busca, pero que de
importante solo tiene la apariencia.
Es cierto que la lógica de nuestra sociedad es la de una economía donde el
consumo es su oxígeno. ¿Pero el deseo de tener más no es algo anterior a la
sociedad de consumo? Tal vez la diferencia se sitúe en un nivel más profundo:
el ser o el tener.
Hay algunos que llegan al punto de no querer aquello que les es necesario.
Lo que necesitamos es aquello que nos posibilita ser quienes somos.
El deseo es la raíz de la infelicidad, porque nos convence de que nos falta algo de lo que, en verdad, no necesitamos.
El deseo es la raíz de la infelicidad, porque nos convence de que nos falta algo de lo que, en verdad, no necesitamos.
Con deseos de estos es como, todos los días, nuestra sociedad nos corrompe e intenta someternos. Nos ofrece los sueños para vendernos aquello que los cumple, obligándonos a cambiar el tiempo de nuestra vida por el dinero que es necesario para pagarlo.
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