Pablo Garrido Sánchez
La apocalíptica
La retirada al desierto de algunos judíos para vivir
en comunidad mesiánica estaba alimentada
por la literatura apocalíptica gestada en aquella coyuntura social,
política y religiosa. La apocalíptica es una corriente de literatura religiosa
que auna el profetismo y la vertiente sapiencial, transfiriendo a las imágenes
que utiliza la opresión que se vive en el presente para trasladar al futuro la
solución del mal que se experimenta, siempre con una acción divina
extraordinaria que lo resuelve. Las distintas obras de carácter apocalíptico,
que están fuera del canon bíblico fueron un alimento espiritual de primer orden
en el periodo que va desde la revolución macabea hasta bien entrado el siglo primero
de nuestra era. Conviene hacer estas consideraciones, si queremos entender un
poco más sobre las profundas diferencias entre el mensaje de Juan el Bautista y
el de JESÚS, siendo los dos de la misma época.
En tiempos de JESÚS, los fariseos buscaban la pureza
ritual hasta el extremo, y el MESÍAS en su inminente venida los encontrase en
las condiciones mejores. Las comunidades esenias prescindían de la relación con
el Templo y sus derivaciones, porque consideraban que se había instalado en el
Templo la iniquidad personificada, y el verdadero DIOS no precisaba de los
sacrificios rituales para el perdón de los pecados. Este grupo mantenía una
viva expectación por la aparición del MESÍAS que se haría presente en el
Maestro de Justicia en su comunidad. Por
otra parte, admitían la lucha armada llegado el momento, pues la intervención
divina representaba la restauración de Israel como potencia hegemónica a nivel
mundial. Contrasta la exigencia espiritual de estas comunidades con el
belicismo admitido para la implantación de los tiempos mesiánicos. Hay que
señalar que no todos los esenios vivían en Qumran, en régimen de comunidad y
celibato con una regla sumamente estricta; había matrimonios esenios cuya
finalidad principal era conseguir una prole numerosa para que los tiempos
mesiánicos contasen con el mayor número posible de fieles.
Apocalíptica judía
La expectativa creada a cerca de la aparición del
Mesías estaba marcada por la literatura apocalíptica. El testimonio de los
documentos del Mar Muerto, o de Qumran,
está siendo decisivo para precisar con más seguridad el clima espiritual que
respiraba la sociedad judía en tiempos de JESÚS. Entre la literatura
apocalíptica intertestamentaria resaltan por su importancia los libros referidos a Henoc, el Hecnoc etiópico, el
libro de Los Secretos de Henoc, el libro Hebreo de Henoc, fragmentos arameos de Henoc, fragmentos coptos de Henoc.
Dentro del libro de Henoc están incluidos, el Libro de los Vigilantes, el Libro
de los Jubileos, que circulaban de forma
aislada entre algunos grupos. Reviste importancia el Testamento de los Doce
Patriarcas, el Testamento de Job, el Testamento de Moisés, el Testamento de
Isaac, el Testamento de Jacob, el Testamento de Salomón, el Testamento de
Abraham. Todos estos libros y otros establecen los signos inminentes que dan
cuenta del Día del SEÑOR. La gran manifestación está acompañada de fenómenos
cósmicos, intervención de Ángeles y la manifestación improrrogable de la
Justicia divina. Las profecías mesiánicas recogidas en los
grandes profetas como Isaías, Jeremías o Ezequiel no se pueden dilatar más en
su cumplimiento, y se considera inminente la realización próxima que salvaría
la promesa y la elección divina atestiguada a lo largo de muchos siglos.
Esta literatura encontró un gran apoyo en el propio
libro de Daniel, en el mismo profeta Ezequiel, en algunos pasajes del libro de
Zacarías, en los que las imágenes apocalípticas están presentes.
Algunos de los libros antes mencionados entran en la
época cristiana e incluso llegan más allá del cierre de nuestro canon a
mediados del siglo segundo con los libros de Timoteo y Tito. En esta fase cabe
señalar el libro de “La Ascensión de Isaías” o
los libros atribuidos a Esdras, que no tienen relación con el libro
canónico de Esdras y Nehemías. La mención de estos títulos tiene la finalidad
de ilustrar el momento capital en el que aparece JESÚS con su Mensaje del Reino
de DIOS. Los propios evangelios recogerán algunas imágenes coincidentes o
tomadas de estos escritos, sin que ello suponga una equiparación en rango de
revelación. JESÚS de Nazaret superará de manera insospechada todas las inminentes
profecías de los Apocalipsis de su época con el hecho de su muerte y
Resurrección. La historia, desde entonces, tiene un sentido nuevo que excede la
interpretación apocalíptica intertestamentaria. Se necesita más tiempo de
investigación sobre la documentación aportada por los hallazgos de Qumran para
hacernos una idea mucho más precisa del ambiente espiritual que se respiraba en
la época del JESÚS histórico, pero con los datos existentes se pueden hacer
algunas consideraciones. Sobre los libros mencionados y otros que faltan, se
puede acudir a Internet para obtener más información, siempre susceptible de
ser ampliada.
Con lo expuesto hasta ahora, encontramos razonable que
Juan Bautista partiese de un anuncio distinto del predicado por JESÚS. La
diferencia entre ambos dejaba a un lado los matices, y alcanzaba el contenido,
de ahí que Juan cuando estaba en la cárcel dudase de la mesianidad de JESÚS (Cf.
Lc 7,18-19), a pesar de haberlo bautizado en el Jordán (Cf. Mc 1,9); y señalado
como el Mesías esperado entre los suyos (Cf. Jn 1,15).
Juan anuncia “la ira inminente, porque el hacha está
tocando la raíz del árbol para talarlo. Por lo que, ¿quién podrá escapar del
juicio que llega?” (Cf. Mt 3,7). El juicio divino se iba a producir, para Juan,
más pronto que tarde, por lo que era urgente la conversión marcada por un
cambio moral o ético: los que roben que dejen de hacerlo, los que pongan cargas
excesivas sobre otros, que rectifiquen, y cese todo tipo de hipocresía (Cf. Lc
3,10,14). El valor de Juan está en preparar el camino al SEÑOR (Cf. Jn 1,23);
pero el propio Juan no es el Camino. En la cárcel, Juan, sufrió su metamorfosis
espiritual que completó cuando los propios discípulos le transmitieron el mensaje de JESÚS. “Id, y decid a Juan lo que
habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan
limpios, los muertos resucitan. Y los pobres son evangelizados” (Cf. Lc
7,21-23). Juan era el más grande nacido de mujer, y recibe de JESÚS la máxima
calificación ética; pero para ser ciudadano del Reino hay que dejarse hacer,
así “los pobres son evangelizados”.
Nadie es grande ante DIOS por sí mismo, sino por el DIOS que lo hace
grande.
El Mensaje de JESÚS da máxima prioridad a la
MISERICORDIA, porque “ÉL trae al mundo
la misión de reconciliar a todos con DIOS” (Cf. 2 Cor 5,19). La Justicia que
predica JESÚS es eminentemente restauradora: DIOS busca por todos los medios
restaurar y sanar al hombre; y esto sólo lo puede hacer la MISERICORDIA. La
polaridad del mensaje entre Juan y JESÚS es total, sin que sean excluyentes,
sin embargo, JESÚS incluye y universaliza a todos los hombres de cualquier
época, al poner en movimiento el AMOR de DIOS
en toda su manifestación.
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ResponderEliminarConcluyo, totalmente enganchado, la lectura del texto completo. Y aún me sabe a poco, me quedo con la gana de más concreción, aunque ya sé que es difícil. Pero, es tan fluido el texto, tan coherente, que transmite una gran inspiración, y por tanto credibilidad, y quizá lo sea más aún porque te deja con la gana de llegar a ese reino, de entrar en él, venciendo todas las tentaciones, los peligros, los miedos. Espero una continuación, un epílogo, o lo que quieras, pero vamos a entrar en ese Reino Maravilloso, aunque sea también desde la experiencia del Maestro, y de los que han dado pruebas suficientes de haberlo visto y habérnoslo enseñado. Gracias por poner a nuestro alcance tus grandísimas reflexiones, que son auténticas lecciones de fe, de confianza, de optimismo.
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