José
Luis Nunes Martins, Paulo Preira, “Via-Sacra para
creyentes y no creyentes”, 10ª estación
Hay
quien no se acepta a sí mismo.
Se
juzga por las ilusiones que se hace de sí mismo.
Por
lo que los otros ven y piensan.
Un
hombre despojado de sus vestiduras es el mismo hombre.
Quien
lo despojó, no.
Hay
quien cree que la dignidad se pierde en la pobreza.
Hay
quien cree que es miserable quien vive en la miseria.
Pero
quien pierde la dignidad es quien provoca la pobreza.
Miserable
es quien no hace nada en auxilio de los que viven con casi nada.
Exponer
la intimidad de alguien no atenta contra su valor.
Nuestro
valor no depende de lo que es visible y palpable.
Mi
cuerpo no me es extraño y mi intimidad es parte de mi vida. Pero soy
más que eso. Mucho más.
Todo
lo que somos viene de dentro.
La
belleza de mi vida es lo que existe por dentro de las heridas, lo que
está tras las flaquezas.
La
pureza que brota como una luz a través del velo del sufrimiento.
Hasta
que no nos aceptemos como somos, no podremos ser felices con las
cosas buenas… ni luchar para superar las faltas.
Aceptar
al otro es acogerlo de forma integral, aceptando sus perfecciones e
imperfecciones, sus virtudes y sus flaquezas. No se aman máscaras ni
mentiras.
El
exterior revela un interior más bello, cuando hay pureza y bondad.
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